Capítulo 4

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Jueves, 21 de enero

Roseanne respiró hondo y miró a Lalisa Manobal, su amiga de toda la vida además de su mujer de confianza, y ahora la nueva Jefa de Personal de la Casa Blanca. Ella la conocía desde sus años de estudiante en Harvard. Estudiaron juntas, e incluso compartieron habitación durante un semestre, antes de que Roseanne conociera a Hyeri. Todo el tiempo que habían pasado juntas había cimentado su amistad, la cual se había convertido en una constante en sus vidas.

Mientras las aspiraciones políticas de Roseanne la situaban en el punto de mira, Lisa era feliz de poder trabajar en las sombras, donde, como ella le recordaba a Roseanne bromeando, se refugiaba el verdadero poder.

Roseanne cogió y giró el frio pomo de metal. Una sonrisa tonta apareció en sus labios.

—Lo conseguimos.

—Si, lo conseguimos, Señora Presidenta.

—Para con eso —se burló al oírle llamarla así. Ellas estaban más allá de esos formalismos, al menos en privado. Y Lisa lo sabía. Pero aun así, era divertido molestarla—O te haré llamarme Wonder Woman.

La chica alta y pelinegra se rascó la barbilla en gesto pensativo, y sus ojos color avellana se abrieron de par en par.

—¿Huh?

—No importa.

Acababa de amanecer, las oficinas estaban vacías, una tranquilidad casi sobrecogedora las envolvía. Así era como Roseanne quería que ella y Lisa entraran por primera vez en el Despacho Oval como Presidenta y Jefa de Personal. Había contado con mucha gente para llegar hasta ahí, pero sin el apoyo de su mejor amiga nunca lo habría conseguido. Era, pues, apropiado que ellas saborearan ese momento juntas y solas.

Ella abrió la puerta, pero no entró. Lisa sonrió y le indicó.

—Después de usted, Wonder Woman.

—Chica lista.

Entró en la oficina y respiró hondo, deteniéndose en el centro de la habitación y disfrutando cada sentimiento, abandonándose ante el placer que eso le producía. Una sonora carcajada le salió del pecho. Se giró y encontró a Lisa de pie detrás de "el sillón".

Lisa le sonrió y dio un golpecito en el suave cuero.

—Vamos, pruébalo.

—Casi tengo miedo de hacerlo —admitió— Es como si al intentar sentarme en esa silla, me fuera a despertar del sueño, y todo esto vaya a desaparecer.

—No. Es real. Estás aquí y ya nada va a ser lo mismo otra vez. Has hecho historia, Señora Presidenta. Ahora vamos a darles cuatro años que no van a olvidar nunca.

Roseanne respiró profundamente otra vez y se dirigió hacia el sillón. Se hundió en el suave cuero soltando un inaudible suspiro. Estiró las manos sobre el escritorio, sintiendo la fría y lisa superficie bajo sus manos.

—Soy la Presidenta de los Estados Unidos —susurró mirando a su Jefa de Personal.

—Sí, lo eres —le contestó soltando un suspiro. Lisa se mordía el borde de su labio nerviosa, totalmente consciente de la trascendencia del momento que estaba viviendo.

Roseanne parpadeó y se quedó quieta recorriendo toda la habitación con unos ojos impacientes.

—¡He perdido la cabeza!

—Ya lo creo —Lisa se aclaró la garganta—Ahora te dejaré sola para que puedas colocar tus cosas. Están en esas dos cajas blancas de la esquina —señaló mientras se dirigía a la puerta.

—Gracias, Lisa —levantó la vista— Hey, si no odias esto mucho ¿Vamos a ir a por los ocho?

—Pregúntamelo dentro de dos años. Que tengas un buen día, Señora Presidenta.

—¡Lisa! —le gritó.

Esta introdujo la cabeza por la ranura de la puerta.

—¿Sí?

—Gracias por traerme hasta aquí.

—Lo hicimos juntas, Roseanne —su amiga le sonrió y salió del despacho.    


𝑺𝒆ñ𝒐𝒓𝒂 𝑷𝒓𝒆𝒔𝒊𝒅𝒆𝒏𝒕𝒂 - 𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora