Fiestas y sorpresas

98 7 1
                                    

- ¿Qué me pongo?- dijo de manera irritada Rebeca.
- Te sienta bien todo. No te preocupes -le contesté yo con sinceridad.
Abrió su gigante armario blanco y rosa y se quedó pensativa.
- ¡¡¡No tengo nada!!!!!
¿En serio? Yo no tenía ni la mitad de prendas que ella poseía.
Sacó del armario dos vestidos realmente preciosos. Uno era de color azul turquesa, palabra de honor, con un poco de brillo y un cinturón blanco. En cambio, el otro era rosa clarito, con un diamante en el medio, y con solo una manga.
Repito, los dos eran realmente preciosos.
- ¿Cuál me sienta mejor?-preguntó Rebe, mientras se acercaba el vestido al cuerpo.
- Los dos te quedarían bien, pero si te soy sincera, te favorece más el rosa claro. Estás muy morena. Y con el rosa resaltarás tu color. -le dije yo.
Si os soy sincera, por un momento me había sentido como una estilista profesional aconsejando a sus clientes.
A veces sueñas demasiado...
- Bueno, pues entonces aquí tienes el otro vestido. Es para ti. - me anunció.
- Pero...
- Ni una sola reclamación. Además o te lo pones tú o te lo pongo yo.
- Me lo pondré solamente porque tú me lo dices- dije resaltando el solamente, aunque las dos bien sabíamos que a mi el vestido me había encantado.
- Claro claro - reímos las dos.
- ¡Date prisa! Ya son las siete y media - me advirtió mi amiga.
En menos de diez minutos nos vestimos, maquillamos un poco y peinamos.
De repente, un espantoso sonido llegó a mis oídos.
Era el timbre.
- Vamos Valeria! Jake ha llegado.
Maldito timbre. Me había destrozado por completo los oídos.
Salí a la calle. Espera, espera, espera. No podía creer lo que estaba viendo. Un descapotable rojo deportivo. Mis ojos brillaban de la ilusión al pensar que me iba a montar es esa preciosidad de coche.
- ¿Pero esto qué es? - gritó Rebe.
- Mi coche nena- respondió Jake en tono ligón.
Madre mía! Yo quería mucho a mi mejor amigo. Por eso tendría que darle clases de cómo ligar, aunque yo tampoco es que tuviera mucha experiencia. Su espectáculo de "nena", había sido asquerosamente horroroso. ¡Parecía de los años 80!
Subimos al coche, y a los diez minutos llegamos a casa de Jhon. Rectifico, no era una casa, sino una mansión de color negra y blanca.
- Mi futuro marido tiene un caserón...- soltó Rebe con todo de enamorada completamente.
Revoleé los ojos sin entender por qué.
- ¡¡¡Holaaaaa chicas!!! - aulló Jhon.
Este estaba borracho, fijo.
Entramos en la mansión y pudimos observar a muchos adolescentes bailando y cantando con sus voces horrorosas.
Cuando nos adentramos un poco más en la casa, identifiqué a Miranda. Era la chica más fiestera del instituto, y estaba bailando como un pato mareado en medio del salón.
Parecían indígenas en una selva! Algunos rodaban por el suelo como croquetas y otros se dedicaban a restregarse por el sofá unos encima de otros.
Yo era amante de las fiestas, pero justamente de esta, no.
- Oye Rebe yo creo que lo mejor será...- paré de hablar cuando me di cuenta de que Rebe no estaba en el mapa.
Justo apareció Jake.
Lo cogí por los hombros y le dije:
- Jake
No me hacía caso. Estaba demasiado ocupado en reírse, beber su copa de "fanta de naranja" y seguir bailando solo.
- Jake! ¿Me vas a escuchar de una maldita vez en toda tu vida?
- Yo hago lo que tú quieras bombón - río y se cayó al suelo.
- Estás borracho y tu aliento apesta. Lávate guarro. - dije seriamente.
- Lo que tu digas mi amor - y cuando terminó de decir esto, se cayó al suelo y se durmió completamente.
Yo lo quería mucho como mejor amigo y eso, pero por favor era un cerdo y guarro. Tenía que madurar...
- ¿¿¿Rebeca Ortiz López dónde estás???
Obviamente nadie respondió.
Es que mira que haces preguntas sin sentido.
Subí unas escaleras con forma de caracol. Había un pasillo largo con al menos siete puertas.
Empecé a escuchar ruidos bastante extraños, por no decir otra cosa.
Como había visto demasiado Castle, me emocioné con la idea de que quizás alguien estuviera en peligro y yo pudiera solucionar el caso antes de que ocurriera el asesinato.
Me acercaba sigilosamente y...
¡¡¡PUM!!! Abrí la puerta.
No me lo podía creer.

Algún día...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora