-¿Realmente vas a creer esta mierda, madre? - Aegon se recostaba sobre el trono, bebiendo otra copa de vino, mientras arrojaba la carta que acababa de llegar desde Rocadragón; la misma en la que decía que su hermano había hecho una locura y ahora se encontraba descansando plácidamente en el lecho enemigo. - Solo es una táctica estúpida y desesperada para intentar desestabilizarnos y ya.
Alicent deseaba que realmente fuera eso. Ella y su padre se miraban nerviosos. No se trataba simplemente de una "táctica estúpida y desesperada" por parte de su amiga de la infancia, y lo sabían de sobra.
El hechizo del que hablaba la carta era real. Era antiguo, casi caído en el olvido, por la infinidad de dolor y corazones rotos que había causado en el pasado. No era algo con lo que cualquiera pudiera jugar.
Y realmente jamás pensó la posibilidad de que uno de sus hijos pudiera haberlo usado.
"Y sobrevivir" suspiró aliviada, de que Aemond siguiera vivo. Decepcionada, por lo que conllevaba aquello.
-Deberíamos enviar un cuervo a Rocadragón, e invitarlos aquí para solucionar este asunto. - Sugiere finalmente Alicent.
-¿Solucionar qué, exactamente?- Inquiere Otto con cierto desprecio por la idea. - Lo que Aemond ha hecho no interfiere para nada con el reinado de Aegon. No tenemos ningún problema que solucionar. No vamos a ofrecerle nada a Rhaenyra.
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Nyra se encontraba en una de las torres del castillo, mirando nerviosa en dirección al horizonte, mordiendo su labio inferior hasta hacerlo sangrar.
-¿Aún no hay ninguna respuesta, querida? - Su esposo se paró junto a ella, la abrazó por la cintura y pasó un pulgar suavemente por sus labios, limpiando la sangre. Ella negó con la cabeza. -No te preocupes, pronto la habrá.
Ese mismo día, a primera luz, habían enviado un cuervo a Desembarco del Rey, explicándoles al rey usurpador y su familia la situación que se había presentado con Aemond.
Daemon y Rhaenyra ya sabían lo que aquel engendro había hecho para Luke, y cómo no, Daemon ya había pensado en una manera de hacer de eso algo favorable.
Si, no estaba nada feliz por la relación que su joven hijo tenía con su tío Aemond, no le hacía ninguna gracia... Y seguramente Viserys estaría riéndose de su desgracia desde el otro lado.
Pensaba que aquel vínculo entre los jóvenes podría ser de utilidad para, primero, apaciguar la tensión entre los Negros y los Verdes, aliar ambos bandos, y luego pensar en alguna manera de devolverle a su esposa el trono que por derecho le pertenecía.
Solo necesitaba unir las piezas de aquel desastre e idear un plan, una propuesta, algo, para cuando se concediera la audiencia con los Verdes. Estaba seguro de que pronto tendría su oportunidad.
Solo debía descubrir cómo usarla correctamente.
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Ya era pasado el mediodía, ambos jóvenes caminaban sobre la arena de la costa, contemplando el océano embravecido. No habían hablado demasiado, simplemente se limitaban a disfrutar la compañía el uno del otro.
Aemond se veía abstraído en sus pensamientos, e incluso algo irritado. Aunque no decía nada.
-¿Qué sucede? - Inquiere finalmente Lucerys, cuando Aemond pateó violentamente una roca por tercera vez en menos de diez minutos.
Si, Aemond no podía decir que "simplemente no era nada". Luke podía leerlo como a un libro, la mayor parte del tiempo al menos.
-Solo... Mi familia está esperándome en Desembarco del Rey.
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Un corazón Para Mi Lord Strong (Lucemond)
أدب الهواةAemond trae para Lucerys un peculiar regalo, capaz de probar el amor entre ambos jóvenes.