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Originalmente esta historia iba a ser un one-shot, pero gracias a Carmen Isabel Triana , que me dió una idea en el grupo de Facebook, donde comencé a subir la historia originalmente, es que puedo continuar escribiendo. Muchas gracias a ella  ♡
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Las palabras parecían resonar en el aire.
“Para tí, mi Lord Strong”.
¿Aemond había arrancado un corazón para obsequiarle? No era el acto en sí lo que sorprendía a Lucerys -ya sabía lo peculiar que podía ser su novio, lo cual le encantaba en cierta manera-; si no la implicancia del mismo.
La verdadera intriga rondaba sobre de quién era ese corazón, y qué lo había hecho ser considerado digno de un regalo por parte de su amado.
Ambos jóvenes continuaron caminando por la playa, poniéndose al tanto sobre las cosas que sucedieron en ese tiempo que no estuvieron en contacto, riendo juntos, intercambiando miradas y tiernos besos; pero por sobretodo, evitando las dos grandes sombras que revoloteaban la mente del más joven: La posible guerra por la usurpación de su cuñado al trono, y las incógnitas sobre aquel regalo.
-Te ves algo más pálido de lo usual, ¿Te sientes bien? - Lucerys apartó el cabello que el viento había desacomodado del rostro de su amado, apoyó suavemente el dorso de su mano en la frente, como tratando de detectar algún cambio en la temperatura corporal.
Aemond solo rió por lo bajo y le sonrió. Si, era consciente de que su aspecto probablemente había cambiado un poco luego del viaje, tan solo había esperado que no lo suficiente como para que Lucerys lo note.
-Estoy bien, de verdad no te preocupes.
Acarició con ternura el rostro de Lucerys. Realmente lo había extrañado, y estar allí con él lo hacía sentirse el más afortunado del mundo.
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-¡Que no! De ninguna manera eso va a suceder. - Daemon golpeó la mesa con el puño. - ¡Y esto no se discute más, Lucerys Velaryon!
-Padre, piénsalo, por favor. - No quería sonar a súplica y desesperación, pero no podía evitarlo. -Si dejamos que se quede y le brindamos hospedaje, ¿No crees que eso nos favorecerá en el conflicto contra los Verdes? Estaríamos siendo amables con el príncipe del bando contrario y…
-Luke tiene razón. - Sentenció firmemente Rhaenyra. - Daemon, él tiene razón. Un acto de cordialidad y amabilidad podría ser conveniente frente a los Hightower.
Rhaenyra sostuvo firmemente la mirada de su esposo. No aceptaría que la cuestionen.
-Felicidades .- Su padrastro sonrió irónico. - Dile a tu asqueroso y usurpador novio que puede quedarse.
La Reina hizo una señal con la mano al guardia que custodiaba la entrada de aquel gran salón donde se debatía el destino del joven príncipe Aemond aquella noche. Los guardias entraron ante las órdenes de la Reina.
-Escolten al príncipe Aemond Targaryen a una recámara y brinden un lugar cómodo en el cual pasar la noche. A él y su dragona Vhagar.
Los caballeros asintieron y se retiraron.
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La última vez que una cena se había sentido tan incómoda fue la que compartieron con el rey Viserys en la Fortaleza Roja.
Luke recordaba esa cena con algo de amargura y a la vez ¿Felicidad? No sabía si describir así ese sentimiento, porque a pesar de que aquella había sido una noche peculiar e incómoda, fue cuando terminó de aceptar lo que realmente sentía por su tío Aemond.
La tensión en el aire era palpable, se podía cortar con un cuchillo.
Su madre Rhaenyra, su padrastro Aemond y sus hermanos Jacaerys y Joffrey se encontraban a un lado de la mesa, dejando a Aemond y Lucerys solos del otro lado.
El sonido de los cubiertos y las copas era lo único que llenaba el silencio de aquella noche.
-¿Y bien? Luke nos comentó que estás exhausto luego de un muy largo viaje, ¿Por dónde has estado? - El intento de Daemon por incentivar una conversación sonaba más a un interrogatorio. O tal vez realmente era lo segundo, quién sabe.
Aemond sonrió jactante.
-Por varios lugares, en realidad. Con Vhagar nos tomamos la libertad de recorrer algunos destinos de interés personal.
- O sea que, con una usurpación en marcha y una guerra a punto de estallar, el príncipe estaba… Paseando en su dragón. - El padrastro rió burlonamente.
Nuevamente silencio. Hasta que Jacaerys habló.
-Y… ¿Tienes idea de cuánto tiempo planeas quedarte aquí?
Lucerys se hundió en su asiento al escuchar la pregunta de su hermano. Comprendía que no era sencillo para el resto de su familia tener sentado en su mesa al hermano del usurpador; aunque realmente le gustaría hacer de aquella situación algo más llevadera.
-Ya mejor dime que me estás echando, querido cuñado. - Respondió con burla Aemond.
-No te queríamos aquí en primer lugar. - Jacaerys parecía dispuesto a querer seguir avivando el fuego. -¿O es que acaso también vienes por la corona de mi madre…?
-¡Suficiente! - Exclamó Nyra. - Por favor, ¿Podríamos terminar de comer en paz? Solo por esta noche. - Vaya que comprendía a su padre en aquella en última cena.
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El menor lo miró algo desilusionado. Pensó que tras el largo viaje de su pareja y la incómoda cena con su familia, podrían al menos disfrutar de un momento relajante, juntos y a solas, tomando un baño tranquilos. Pero Aemond había rechazado la oferta.
-De verdad que apesto y apreciaría tomar el baño a solas. - Acarició el rostro de Luke con suavidad. - Te veré en tu recámara, ¿Está bien?
Luke por su parte, hubiera preferido tomar el baño juntos, pero no iba a insistir si Aemond no lo deseaba así.
-Sabes dónde está, ¿Verdad?
-Por supuesto.
Se sonrieron y se dieron un corto beso en los labios.
- Allí te espero.
El castaño se alejó por el pasillo, en dirección a su recámara, con intencu8de acomodarla un poco para cuando su amado saliera del baño. Aunque primero quería detallar más con sus padres sobre la estadía de su pareja en el lugar.
Por su lado, Aemond se tomó su tiempo en el cuarto de baño. Se quitó las prendas con cuidado, soltó completamente su cabello y por último el parche.
Se observó detenidamente en el enorme espejo de la habitación y soltó un largo suspiro.
Realmente estaba allí, vivo, en la propiedad de una familia que seguramente lo detestaba, pasando la noche con una persona por la que jamás pensó sentir algo más que no fuera odio y rencor.
Repasó en su mente todas las veces que había peleado con Luke, la noche en la que este lo marcó de por vida al quitarle un ojo, las veces que acusó a Luke de ser un bastardo, y no menos importante: la usurpación de la que estaba siendo cómplice. Se sentía miserablemente culpable, porque a pesar de aquello, Luke lo amaba. Y lo sabía, Luke correspondía a su amor.
Prosiguió el aseo sintiéndose como en un sueño, no del todo crédulo, pero aún así agradecido de cada segundo allí.
Una vez terminó, se dirigió rápidamente a la recámara del castaño. Pensaba en lo mucho que deseaba el contacto físico más intenso aquella noche, además de pensar también en la excusa que tendría que poner para no hacerlo. No quería que Lucerys viera por debajo de su ropa; comenzaría a hacer preguntas que no deseaba responder, por ahora.

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Al terminar de bañarse y dirigirse a la habitación de Lucerys, un murmullo atrajo su atención.
-Rhaenyra, sabes lo que ese hijo de puta ha hecho, ¿Verdad? - La voz de Daemon captó la atención de Aemond, que iba por el pasillo, completamente a oscuras.
-Si, se lo que ha hecho. - La Reina sonaba angustiada. -Simplemente no puedo entender por qué.
¿Acaso hablaban de él? Sintió curiosidad por saber más de aquella conversación. Rhaenyra y Daemon estaban en un patio de aquel castillo. Se resguardó en la oscuridad para seguir oyendo.
-Lo peor del caso es que sigue vivo, lo que significa que… - Rhaenyra interrumpió a su esposo.
-Lo suponía. - Hizo una pausa para recuperar la compostura. -Lucerys realmente lo ama, Daemon.
-Odio tener que admitirlo, pero tienes razón. Sorprendentemente, ese mal nacido ama a nuestro pequeño. - Daemon suspiró, resignado. - Realmente no puedo creerlo.
Aemond se puso nervioso. ¿Qué tanto sabrían ellos sobre lo que había hecho en su viaje?
-¿Crees que esto nos dé una oportunidad de una tregua contra los Verdes? - Inquirio Daemon tras una breve pausa.
-No veo cómo esto podrá ayudarnos, el trono ya fue usurpado. No querrán una tregua si ya tienen lo que querían.
Otra pausa.
-Hay que casarlos. - Daemon sopesó sus palabras. - Solo una unión entre ellos nos dará una oportunidad de reclamar lo que por derecho te pertenece.
El padrastro de Luke detestaba lo que acababa de proponer, pero la realidad frente a sus ojos no podía negarse. Lucerys realmente amaba a ese maldito hijo de puta, hermano del usurpador. Cada segundo que Aemond pasaba vivo lo confirmaba. De no ser así, hubiera muerto hace un par de horas atrás.
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Ambos príncipes se encontraban en la cama, recostados, con Luke recargando su cabeza en el pecho de Aemond mientras este le narraba algunas cosas de su último viaje, a la vez que acariciaba sus suaves mechones oscuros.
Luke amaba cada segundo con Aemond. Adoraba el contacto físico entre ellos, y la manera en que el mayor hablaba de lo que fuera, simplemente le gustaba oír su voz, compartr aquel momento.
Se besaron suavemente, y luego Luke aumentó un poco la intensidad al morder el labio del mayor. Se acomodos sobre Aemond.
-Sí que me has extrañado. - Aemond rió algo nervioso por la repentina iniciativa del más joven. Deseaba aquello, pero debía detenerlo.
El menor intentó retirar sugestivamente la bata de seda que cubría el cuerpo del contrario, pero este le detuvo la mano antes de que pudiera descubrirle el torso. Luke solo lo miró, asintiendo en silencio, captando la respuesta negativa a lo que intentaba tácitamente proponer.
-Yo también te he extrañado, Lucerys, pero realmente creo que deberíamos esperar.
-Todos aquí lo saben, y no es la primera vez que lo fuéramos a hacer. - Luego de decirlo, se dio cuenta de lo mucho que eso había sonado a reproche, y se sintió fatal. -Lo siento, no quise que sonara de esa manera.
- No pasa nada. -El mayor solo rió y le dio un corto beso en la frente. - Dime, ¿Qué has hecho con el regalo que te traje?
Lucerys lo miró algo desconcertado por lo repentino de la pregunta y del cambio en la conversación, pero solo se encogió de hombros.
-Lo dejé allá- Señaló el mueble que estaba justo frente a la cama, debajo de la gran ventana. -Pensaba llevarlo mañana que lo recubran con resina o algo, para que se conserve mejor, ¿Por qué la pregunta?
-Por nada. - Le dió otro beso, esta vez en los labios y lo retiró de encima suyo con suavidad. - La resina no será necesaria, así como está se conservará bien.
Nuevamente el muchacho castaño no entendía las palabras de su pareja, pero no insistió más.
Retomaron las caricias en el cabello, los besos suaves y las charlas triviales hasta que ambos quedaron dormidos, el castaño con su cabeza sobre el pecho ajeno, escuchando fuerte y claramente los latidos de su corazón.

Un corazón Para Mi Lord Strong (Lucemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora