『❛isse❜』

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((🌓))

La mañana llegó y con ella más llanto proveniente de Jake, Felix y la madre de ambos.

—No, Felixie, dile que no vas a ir— Jake no quería despegarse de su hermano, sentía que ya lo extrañaba y aún no se había ido.

—Jake-ah, dile a noona que la amo ¿Sí? Y recuerda que voy a estar extrañándote siempre— Jake asintió aun triste.

En ese preciso momento llegó la carroza, de madera fina y lo que parecían ser adornos hechos de oro; iba jalada por caballos blancos y hermosos. De ella bajó el alfa que Felix tanto habia maldecido toda la noche.

—Buen día, familia Lee— aquella sonrisa solo hizo enfurecer más al rubio— Es hora de irnos, Felix.

El nombrado asintió, dio un beso a cada uno de sus padres, además de muchos besitos en el rostro de su pequeño alfa. En cuanto tomó la caja de madera en la que llevaba algunas de sus ropas Chan lo detuvo.

—No lo necesitarás, yo te daré todo. Sube— el alfa se hizo a un lado, permitiéndole el paso a Felix y cuando éste estuvo acomodado él también ingresó y cerró la puerta— Vámonos ya.

La carroza comenzó a avanzar y pronto la casa de Felix se perdió de vista. Ambas personas estaban frente a la otra. Felix con la mirada en el suelo y Chan con la mirada en Felix, el olor a tristeza seguía en él.
Para eso, el pelinegro intentó algo: intensificar su aroma. El aroma a alfa tranquiliza a los omegas ¿No?

Fue entonces que Felix se enfocó en el aroma del otro: chocolate, cuero y un toque de café. El aroma se estaba haciendo cada vez más y más fuerte, lo que mareó al rubio y por consiguiente miró amenazadoramente al alfa.

—¿Puedes dejar de hacer eso?— Chan carraspeó incómodo y asintió.

—Lo siento, te vi desanimado y yo quise...

—No impota— Felix miraba por la ventanilla, intentando distraerse de la incomodidad en la carroza y del dolor en su pecho.

—Mira, Felix, sé que esto es difícil para ti pero prometo hacer todo lo posible para que te sientas mejor— se deslizó un poco en el asiento de su carroza, quedando más cerca de su futuro esposo.

—Debe serte fácil decirlo. Soy yo quien se está sacrificando, soy yo quien perdió a su alfa y soy yo quien será obligado a casarme contigo— traviesas lágrimas se resbalaron por las gorditas mejillas del omega, dándole una puñalada en el pecho a Chan.

—Ya veo... Ya tenías una alfa.

—Y la amo, solo a ella— Felix sollozó, recordando a Tzuyu, de verdad estaba enamorado, planeaba casarse y darle todos los cachorros que ella quisiera

—Pero... Eso podría cambiar ¿No?— Felix lo miró con lo que parecia ser odio en esos lindos ojos miel— Puedes aprender a amarme, como yo lo haré.

—¿Amor? ¿¡Amor!?— de nuevo estaba gritando— ¡El amor entre dos hombres no existe! ¡Usted y yo somos hombres!

—¿Y por qué no? Tú eres un omega, yo un alfa. No importa si ambos somos hombres.

Una cruel risita salió de los labios de Felix al mismo tiempo que negaba con la cabeza. Se mantuvo callado, por lo que Chan decidió terminar la conversación y también callar. Así continuó y culminó el viaje, con un silencio abrumadoramente incómodo.

Al llegar a la hacienda Chan bajó, ofreció su mano para ayudar al omega pero este la rechazó como si hubiera visto nada. Felix al bajar cubrió sus ojitos del sol con su mano para permitirse ver. La gran propiedad lo dejó atónito.

Era una enorme casa de tonos rojizos y diseño asombroso, rodeada de un gran campo verde con árboles que parecían ser de manzanas y al lado de estos un estanque medianamente grande.

—Sígueme— habló por fin el alfa, caminando rápidamente, la carroza se marchó y Felix no tuvo otra opción más que seguir al hombre. Yendo detrás de él tuvo tiempo de analizarlo. Era un poco más alto que él, no más de diez centímetros; Tzuyu era quince centímetros más alta que él. Su cabello azabache estaba perfectamente recortado de las patillas y por detrás, no como el suyo; la pálida piel de su cuello parecía resplandecer con el reflejo del sol; su cuerpo era fornido y estilizado, no como el suyo pues Felix era más corpulento, de caderas anchas y cintura estrecha, en eso se notaba que eran de jerarquías distintas.
Las prendas de Chan eran finas, incluso se notaba que la tela de su camisa blanca de manga larga y el chaleco azul marino sobre esta eran de seda, al igual que los pantalones negros que vestía. Felix no supo identificar que zapatos llevaba pues nunca los había visto en su vida.

Continuaron andando por el camino de piedra que dirigía a la hacienda, el omega iba tan concentrado analizandoa Chan que cuando este se detuvo chocó con él; inmediatamente se apartó ruborizado pero con una mueca llena de ira en el rostro y esperó a que el alfa abriera la enorme puerta de madera.

Al abrirla Chan entró, se quitó el chaleco y lo puso sobre la mesa de cristal que estaba al avanzar un poco por el salón principal. Felix paseó su mirada por la casa, por fuera se veía algo humilde pero por dentro casi parecía un palacio de cuento de hadas; del techo colgaba un candelabro de cristal que iluminaba el salón; el piso, de color rojizo también estaba tan perfectamente limpio que incluso parecía ver su propio reflejo en este; los muebles eran de madera que seguramente era costosa; las paredes, con tapiz de color café y adornos le daban a todo el lugar un toque más hogareño, aunque la casa pareciera estar desierta y sin aroma alguno, ni siquiera al alfa y, finalmente, las escaleras eran anchas y con un barandal también de madera elegante, los escalones del mismo color que el piso y a donde conducían parecía ser un pasillo, quizá era donde estaban las habitaciones o algo así.

—¡Daesuk!— llamó el alfa, el grito sacó de sus pensamientos a Felix quien parpadeó varias veces y enfocó su mirada en Chan.
Pronto, el mismo hombre que estaba con Chan cuando fue a la casa del rubio apareció por una puerta al lado de las escaleras.

—¿Sí, señor?— el beta hizo una reverencia frente a Chan y volvió a pararse rígido.

—Lleva a Felix con Sunye y las demás, ellas ya tienen órdenes— ¿las demás? ¿Chan tenía amantes? ¿Entonces, para qué lo quería? Se preguntaba Felix, no sabía si sentirse nervioso o más molesto.

—Pero la comida está lista, señor. ¿No deberían comer primero?

—Llévalo con Sunye, iré al campo y después al pueblo. Cuando llegue quiero la comida servida y a ti— apuntó al omega, mirándole a los ojos— En la mesa, Felix.

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Espero que hayan disfrutado la lectura, gracias por leer

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Espero que hayan disfrutado la lectura, gracias por leer.

Not Yours •||ChanLix||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora