『❛odec❜』

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(( 🌔 ))

Tercer y último día en celo y la pesada chaqueta de Chan ya no tenía impregnado el característico olor del alfa. Felix recorrió con su naricita cada centímetro del trozo de tela intentando encontrar un lugar que oliera al pelinegro; no lo logró pues, de tanto olfatear y frotarse en la prenda, esta olía más a omega que nada.

—Alfa...— una fuerte punzada de dolor directo al vientre.

Felix suspiró, tendría que hacer algo para conseguir aunque sea un poco del aroma de Chan mientras seguía siendo él quien mandaba sobre su cuerpo. Entonces se levantó de su suave cama, se puso su bata y con cuidado salió de su habitación.

—Buenos días, Felixie— le sonrió gentil una de las betas del personal que llevaba en sus manos algunas sábanas y cortinas— ¿No sigues en celo? La señora Min dijo que no deberías salir.

—Ah, noona...– el rubio soltó una risita nerviosa— Yo... Estaba un poco sofocado allá adentro.

—Ya lo creo. ¿Quieres desayunar ya?

—No, no, tengo algo que hacer— Felix llevó su mano hasta su estómago, queriendo detener los suaves calambres que nacían en esa área y se extendían hasta sus muslos— ¿Puedes decirme dónde está la habitación de Bang? No preguntes.

La chica sonrió con los ojos entrecerrados, sin embargo calló y enseguida apuntó a una de las tantas puertas del segundo piso. El omega asintió murmurando un "Gracias" y casi corriendo se dirigió a la habitación que le fue indicada; en cuanto entró al espacioso cuarto creyó derretirse ahí mismo.

El potente olor del alfa y sus feromonas eran tan fuertes que, sin darse cuenta, Felix ya estaba lubricando incluso más que cuando pasaba sus celos con Tzuyu. Al mirar a su alrededor, el omega pudo notar que todo en esa habitación era hogareño y de colores cálidos, nada comparado al resto de la casa.

—Ah... Chan.

Repentinamente sintió a sus piernas flaquear ya su entrepierna dar un emocionado respingo; su lobo estaba tan entuciasmado que se adueñó completamente del rubio, quien sin perder tiempo se arrojó a la enorme cama matrimonial.

Abrazó una de las cuatro almohadas que estaban perfectamente acomodadas, acercando su nariz poco a poco hasta enterrarla completamente en la suave superficie; de un momento a otro, las feromonas del rubio habían aumentado tanto que una exquisita mezcla de ambos aromas reinaba en la habitación.

—Mañana a primera hora tengo que visitar a los campesinos. Los sembradios necesitan más abono— Daesuk asintió a las palabras del alfa que había llegado hace algunos minutos— ¿Y Felix?

—Al parecer está en su habitación, mi señor.

—¿Mi habitación?

Escaleras arriba, Chan recordó que el bonito omega estaba en celo, por lo que con cierto temor se detuvo frente a la entrada de costosa madera. Llenó de aire sus pulmones y con las manos temblorosas giró el pomo de la puerta.
Sus pupilas se dilataron y sus manos hormiguearon cuando el ya conocido olor a omega en celo lo golpeó con fuerza, aun así no podía ver donde estaba Felix.

Al cerrar los ojos y siguiendo a sus instintos, el alfa terminó frente a su armario, justo en la parte en que guardaba su ropa sucia; abrió la puertita y los brillantes ojos verdes del lindo rubio lo escuadriñaron antes de formular cualquier frase coherente.

—¡Alfa! ¡Alfa!

Felix saltó con todas sus fuerzas al cuerpo más grande, enredó sus bracitos en el cuello de Chan y sin más comenzó a besar y lamer esa sensible zona mientras gemía bajito.

—¿Qué haces aquí?— quizá su voz salió un poquito -mucho- más ronca de lo que le hubiera gustado.

El omega no detuvo sus desesperados movimientos, seguía gimiendo y su nariz buscaba estar más cerca de la glándula de olor del pelinegro. Chan posó sus temblorosas manos en la cadera del chico; la situación era tan comprometedora para su lobo que, por poco, toda la sangre de su cuerpo parecía estarse dirigiendo a su miembro.

—¿Felix?— el nombrado levantó la cabeza para mirar fijamente a Cha , los ojos que lo miraron lagrimeaban y se veían tan bellos que lo ponían aun más nervioso.

—A-Alfa...

—¿Cómo se supone que soporte esto, Felixie?

—Alfa...—Chan besó con devoción el lechoso cuello ajeno, ronroneando cuando las manos enredadas en su cintura acariciaron delicadamente la zona, los azabaches cabellos del mayor haciéndole cosquillas en la mejilla.

—Sería lindo que fueras así siempre.

De alguna manera, Chan levantó el rellenito cuerpo de su amado y se dirigió hasta la cama, se dejaron caer en la misma y entre sonrisas, risitas y miradas melosas continuaron abrazándose. Felix seguía queriendo fundirse en el cuerpo del alfa y Chan deseaba que todos los días fueran como esos.

Por la noche, cuando su celo había terminado definitivamente, Felix abrió sus ojitos al sentir una pesada respiración chocar contra su cuello; Chan estaba sumido en un profundo sueño y tenía el rostro en el pecho del rubio.

—Ah, este bastardo, en serio...— pero eso salió como un murmullo. Felix continuó sin moverse para no arruinar el momento que se sentía extrañamente cómodo y agradable; en lugar de reaccionar negativamente como siempre, llevó su mano libre a los negros mechones de cabello y enterró sus dedos ahí, sonriendo al notar lo suave que este era.

—¿Estoy incomodándote? Puedes irte a tu alcoba si quieres.

La profunda voz de Chan recién levantado lo hizo temblar, y ya no estaba en celo. Felix se descubrió a sí mismo admirando el tranquilo rostro de su mayor y con un suspiro volvió a pasar su dedo índice desde la frente hasta la barbilla del alfa, terminando el tortuoso recorrido en sus delgados labios.

—Me quedaré aquí esta noche solo porque mi habitación huele mucho a mí.

Y Chan no podía estar más feliz.

(( 🌔 ))

Espero que hayan disfrutado la lectura, gracias por leer

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Espero que hayan disfrutado la lectura, gracias por leer.

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