Disparos sentimentales y el incendio en Hudsonville

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En los últimos días me he sentido mejor de lo que pensé que me sentiría, por razones que no le contaré a todo el mundo, mi pareja y yo terminamos, lo que generó cierto vacío que imaginé sería pseudo-sempiterno, pero no fue así, fue corto, a los dos días estuve regular y apto para continuar con la vida que me queda. No me dolió/no me duele tanto porque no me encariñé demasiado con ella - afortunadamente, de lo contrario estaría en mi cama comiendo helado y diciendo qué clase de palabras hacia el mundo cuando no es la culpa del mismo -, y teniendo en cuenta que me he encariñado y dejado de hablar con las personas en cuestión antes, o sea, no es nada nuevo para mí, Oliver Custer.

No tengo tiempo de sobra para ponerme a recordar las cosas que viví con Virginia, vienen a mí como si nada, como siempre, y no me hieren demasiado, porque estoy herido fatalmente por otras cosas, que sí duelen en la médula. No había escrito antes porque estaba padeciendo ciertas vibraciones musculares, tampoco me había afeitado, recuerdo haber intentado hacerlo hace dos días y mi mano parecía un celular vibrando, lo mismo pasó cuando intenté colocar mis manos encima del teclado, justo como están ahora, reposando entre tecla y tecla, a la vez no.

No les mentiré, soy muy sincero, me dolió haber sido tratado como Norman Bates en Bates Motel. Para los que no saben de qué hablo, salten este párrafo. Tampoco es que fui acusado de monstruo, bestia, etcétera, pero sí sentí la clásica soledad de siempre, la notable diferencia fue el grado de mi tristeza general en cuanto a todos los eventos que día a día buscan cómo volverme un asesino y que pierda mi mente que en una parte del día siempre es mi verdugo y evita que sonría, pero hay tiempo para todo en un día. No hay ira hacia Virginia, entiendo su punto de vista, por los próximos meses no la odiaré, no conozco el futuro, pero puedo intuir hasta cierto punto, unos meses, después no sé qué pase, puedo equivocarme.

¿Qué sería de la vida sin estos "fallos sentimentales" que nos dicen que no todos son para nosotros? Sería una mofa. Me aburriría, nos suicidaríamos de tanta perfección, mataríamos, todo sería como muchas películas de violencia sin sentido. Virginia ha sido una época fantásticamente efímera porque descubrí que puedo estar estable, para mí eso ha sido como encontrar un gran tesoro sentimental. Mis conceptos de ella no cambiarán fácilmente, sigo queriéndola con locura aunque me ahogue con alcohol y con cigarro en las tardes calurosas.

Mi mayor descubrimiento no fue la estabilidad, sino que la inhumanidad está como opción...de nuevo. El hecho de más importancia fue la quema de Hudsonville. Hudsonville es algo que le escribí a Virginia mientras éramos novios, junto con Nashville y Bellville. Hudsonville, es un sitio no-físico en donde nos reuníamos, estábamos, según el libro homónimo. Aún no escribo cómo ocurrió la destrucción del sitio por vías físicas, aún no sé si continúe el libro y los demás, me estoy planteando algunas ideas porque el concepto de cada uno merece ser salvado, más allá de los hechos ocurridos entre mi ex-pareja y mi persona.

Oh, el incendio. Cabe destacar que todo puede ser quemado, incluso el cariño, que es un fuego en sí, sabias palabras de mi otro ser, Bjorg Klasburg. Llevándolo a lo literario de Hudsonville, desperté en la tarde, apestaba a alcohol, en ropa interior, con mareos que deben competir con los de una embarazada, la casa estaba vacía y una botella de cerveza a medias reposaba en la mesita, la tomé junto con los fósforos, las ideas no llegaban como siempre, era una resaca alimentada con más alcohol.

- ¿Por qué sigo conservando esta mierda que es un cascarón vacío desde que se fue? ¿Para qué mantener y traer comida a un lugar solitario en donde me hundo con mis propias ideas negativas y auto-destructivas?

Lancé un fósforo, me eché en la cama oliéndola, aún era Virginia, maldije todo y lloré. Me quedé unos segundos hasta que decidí que Hudsonville me había quedado pequeño. Corrí y fue entonces cuando la vi en la puerta, no me dejaba pasar, la que hacía horas había sido mi pareja. Se estaba quemando, pero se veía su rostro, tenía que moverla y lo hice: me quemé las manos. Virginia fue apartada por mis manos ardientes, curiosamente no dolía, acto seguido, salí de la casa y encendí el vehículo. Todo mi cuerpo estaba en llamas, pero no ardía, conducía así, Hudsonville se estaba quemando conmigo, yo era Hudsonville, para ser más preciso. La salida quedaba a unos metros hasta que vi una llave rojiza guindando de mi cuello, ¿hacía cuánto estaba allí? ¿Para qué servía?

Salí de golpe y el carro desapareció junto con las llamas, caí en mi universidad, la llave sí había pasado conmigo: era la llave a Hudsonville. No había terminado, Hudsonville nunca terminaría.

Hudsonville en su versión Virginia fue solo el comienzo de algo más grande que nosotros juntos, que ella y yo pegados, que el universo más otro.



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