🎻Venecio Gasten🎻
La joven bruja Dreal es, definitivamente, un bellezón.
Superaba con creces a la pálida y enfermiza Ingrid Dreal, su prima chiflada y chillona. Nunca había puesto mis ojos en la familia Dreal, en especial porque no me considero un macho de brujas, la mayoría de mis amantes son faes preciosas; altas, de ojos animales, cuerpo delgado y cabellos rubios y rojos. Tener que tratar con una brujita como Piper no es algo en lo que me preocupé a lo largo de mis años, en especial porque siempre creí que tendría mi ceremonia de apareamiento con otra fae, quizás alguien de mi misma especie, pero nunca creí que vendríamos hasta aquí en busca de una bruja.
Pero vaya que es la bruja.
Lo primero que me atrajo al verla hace un rato fue esa preciosa piel canela que centelló cuando el sol la acarició como un viejo amante. Luego estaba ese rizado cabello negro, largo hasta la cintura y en su cabeza una cinta celeste con un moño que me daban ganas de soltar para hundir mis dedos en esa mata de rizos. Su rostro en forma de corazón le daban un aire dulzón de niña que no rompe un plato, sus labios rellenos y pintados de un rosa brilloso me daban ganas de deslizar el pulgar por su labio inferior para ensuciar esa boca, las mejillas ligeramente regordetas ruborizadas con pequitas repartidas por su nariz y debajo de sus ojos le daban ese aire inocente e infantil ¿Pero sus ojos? Ah, nunca vi un color como ese en mi vida. Esos ojos ámbar que oscilaban entre el rojo y el amarillo me daba vuelta la cabeza, en especial con esas largas pestañas y ese delineado felino en sus párpados que hacían de su mirada una ardiente perversión para cualquier macho.
El vestido celeste y de rosa suave se apretaba en su cintura, enseñando los generosos pechos que brincaban con cada respiración de su parte.
A pesar de que esta hembra parecía haber sido creada por el infierno y escupida en estas tierras mortales, no pude evitar darme cuenta de la mirada vidriosa que trataba de ocultar deslizando sus manos enguantadas por su rostro, desviando la cara hacia fuera donde todavía mantenía una pierna colgando, haciendo de mi cuerpo un manojo de nervios.
No estará pensando en saltar ¿Cierto?
Miré de reojo a mi hermano, generalmente él es el buen conversador entre nosotros, a mi se me da fatal esto de consolar a la gente. Pero mi hermano parecía sumido en su propia nube de pensamientos y me obligué a darle un codazo para hacerlo despertar. Este dió un respingo, me lanzó una mirada malhumorada y volvió la vista a la joven bruja que seguía ignorando nuestra presencia como si fuéramos la peste misma.
-Disculpe, señorita -habló mi hermano adoptando un tono más suave -Mi hermano y yo nos preocupamos al verla salir corriendo... -dudó antes de continuar -¿Se encuentra bien?
Le lancé una mirada de ¿En serio?
Aún así, la bruja giró la cabeza, se echó los rizos al hombro y nos lanzó una mirada que habría congelado hasta al más duro de los machos.
-¿Los envió mi madre? -su voz salió regia y vacía, como una muñeca que comprabas en el mercado. Volvió a girar, dándonos la espalda como si no valiéramos ni un céntimo de su tiempo.
-No -mintió mi hermano, enderezando la espalda y avanzando con firmeza hacia ella, como lo dicta su general interno, y me obligué a seguirlo para no perderme de nada. Se detuvo a un metro conmigo a su lado -Vinimos por nuestra cuenta para saber cómo está.
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La bruja de Blackens | #0 |+18
FantasyUna bruja que carga con un poder maldito y un pasado doloroso, huye de su vida para buscar refugio en un lugar en el que no intenten cortarle la cabeza, y para eso termina en el único sitio donde nadie se atreve a meterse. Un rey oscuro, un general...