Capítulo 2: Viviendo el sueño (+18)

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El aroma embriagador a panqueques, pastelitos, tostadas con mermelada, jugo fresco de naranja, huevos, tocino y café llegó hasta mí incluso antes de abrir los ojos. Mi olfato, siempre tan afinado, me hizo imaginar la escena que me esperaba: Moa en la cocina, preparando con amor ese desayuno que prometía ser un festín para los sentidos.

Sentí la suavidad de una sábana de seda sobre mi cuerpo desnudo. Moa había tenido la delicadeza de arroparme mientras dormía. ¿Cómo no derretirme con sus gestos dulces?

Me desperecé lentamente, dejando que el despertar fuera suave. Al destapar mi cuerpo, me senté en el borde de la cama, notando una pequeña notita rosada sobre la mesita de noche. La tomé con curiosidad, sonriendo antes de siquiera leerla.


Te espero con el desayuno listo.

En mi armario te dejé una bata,
tiene tu nombre bordado y un koalita en el pecho.

No tardes mucho, ¿sí?
Me muero de hambre... pero más de ganas de verte.

Siempre tuya,
Moa.


El corazón me dio un vuelco. Era tan tierna, tan considerada, que parecía sacada de un sueño. Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras acariciaba el papel como si fuera un pequeño tesoro.

Al levantarme, me dirigí al armario. Allí encontré la bata con facilidad, justo donde ella dijo que estaría. Era preciosa, de un delicado tono crema, con mi nombre y el pequeño koala bordado en el pecho. Detrás de ella, vi otras dos batas: una más pequeña, que claramente pertenecía a Moa, y otra un poco más larga, impregnada con un perfume que reconocí al instante.

Sonreí. No hacía falta verificar los nombres bordados, sabía perfectamente quiénes eran las dueñas de esas prendas.

De pie frente al espejo en la puerta del armario, me coloqué la bata. La seda era suave y ligera, deslizando su textura sobre mi piel desnuda como una caricia tentadora. Apenas cubría mis muslos y tenía una translucidez sutil que insinuaba más de lo que ocultaba.

Moa, siempre tan traviesa.

Me observé un momento, disfrutando de cómo resaltaba mis curvas y lo bien que me sentaba. Luego, peiné mi cabello con el peine de la mesita de noche, optando por dejarlo suelto. Sabía que a Moa le encantaba verme así.

Ya lista, comencé a recorrer el pasillo que llevaba a la cocina. Las paredes estaban adornadas con fotografías y cuadros que narraban la vida de Moa junto a sus compañeras: La Reina y Ella. Había imágenes de conciertos, momentos tras bambalinas, celebraciones, y fotos más espontáneas donde la alegría brillaba en sus rostros.

Me detuve unos segundos para contemplarlas. La conexión entre ellas era innegable, casi palpable en cada imagen. Su energía, su amor por lo que hacían y por estar juntas irradiaba magia.

Son realmente hermosas. Y no hablo solo de lo físico. Obviamente son preciosas físicamente, tanto así, que son sin dudas las mujeres más bellas que he visto en mi vida. Y por mucho. No hay mujeres más bellas que Moa, La Reina y Ella, tanto por fuera como por dentro. Talentosas, humildes, trabajadoras, adorables, especiales, mágicas.

No llegué a conocerla tanto a Ella salvo por algún que otro saludo en camarines al finalizar alguna de mis actuaciones durante mi época en Sakura Gakuin, pero sé muy bien que Ella es un amor de persona al igual que lo son mis adoradas Moa y La Reina.

Cuando La Chica Koala, La Reina y Ella estaban juntas, el mundo era un lugar mejor, un lugar más feliz. Solo espero poder estar logrando algo similar junto a Moa, La Reina, y mis hermanas Avengers en esta nueva etapa de la banda.

La Chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora