Capítulo 5: La Cita (Parte 2)

220 17 18
                                    

Era un día hermoso de otoño, pero aún así no tan hermoso como Moa.

La temperatura era perfecta, ni demasiado calor ni demasiado frío. Un día ideal para tener una cita al aire libre. Si Moa pensaba que yo lucía hermosa, ¡yo pensaba lo mismo de ella, pero multiplicado por un millón!

Mi amada Moa era la perfecta combinación entre kawaii y femme fatale. Bonita y sensual en una medida tan exacta que parecía irreal.

¡Qué mujer, por dios!

No podía dejar de mirarla mientras caminábamos con los brazos entrelazados hacia la plaza. Su sonrisa, su andar, el leve aroma que desprendía... todo en ella me tenía completamente hechizada. Definitivamente estaba viviendo el sueño de mi vida.

Cuando llegamos, la plaza estaba abarrotada por el festival. Un mar de colores, aromas y risas nos rodeaba, prometiendo una tarde inolvidable, y vaya que lo fue.

Primero nos lanzamos a explorar los puestos de comida, cada uno más tentador que el anterior. Entre bolitas de dango, brochetas de yakitori, okonomiyaki, tortitas taiyaki y el irresistible pollo frito karaage, no dejamos nada sin probar. Algunos puestos incluso los visitamos más de una vez, riendo a carcajadas como niñas traviesas mientras nos mirábamos cómplices.

Ambas éramos dos barriles sin fondo. ¡El apodo que nos había puesto La Reina nos quedaba perfecto!

Luego, nos dedicamos a los juegos típicos del festival. Desde pescar pececitos y globos de agua hasta intentar voltear latas con una pelota. Cuando jugamos a este último, Moa me dejó impresionada con su puntería impecable. Con una precisión casi mágica, derribó todas y cada una de las latas, ganando el premio mayor: un enorme peluche.

Sin embargo, no nos quedamos con el peluchote. Moa, siendo la persona increíble que es, decidió regalárselo a una niña pequeña cuyo padre no había podido ganar en el mismo juego poco después de nosotras. El hombre agradeció profundamente el gesto de mi novia, incluso ofreciendo dinero, pero ella, por supuesto, lo rechazó con una sonrisa cálida. El peluche era más grande que la niña misma, pero eso no le importó. La pequeña lo abrazaba con tanto entusiasmo que su felicidad iluminaba el lugar, y todo gracias a Moa.

A veces pienso que la misión de Moa en esta vida es hacer feliz a las personas. Y lo cumple con creces.

Es mágica, realmente.

A donde Moa va, reparte alegría y deja a todos un poco más felices de lo que estaban antes. Yo, que tengo el privilegio de ser su pareja, sé mejor que nadie que ella es un imán para la felicidad. A su lado, no puedo sentirme de otra manera.

Después de los juegos, nos dirigimos a los puestos de artesanías y souvenirs, donde compramos regalos para nosotras y también para La Reina, Riho y Momoko. Yo le regalé a Moa un adorable llaverito con forma de hamburguesa.

—¡Es súper kawaii! Me encanta, bebé. Muchas gracias —dijo emocionada mientras lo sostenía frente a ella.

—Jeje, sabía que te iba a encantar —respondí, encantada con su reacción.

Ella, por su parte, me regaló un llaverito con forma de koala.

—Para que siempre pienses en mí cuando no estemos juntas —me dijo, dedicándome una mirada dulce.

Sonreí, tocada por su detalle.

—Moa, me la paso pensando en ti. No necesito un llaverito tierno para recordarte, pero, de todas formas, gracias. Lo llevaré siempre conmigo.

Ella me miró con esos ojos llenos de ternura que solo ella tiene y murmuró:

—Eres tan dulce, bebé...

La Chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora