Capítulo 3

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Marinette todavía dormía cuando Adrien despertó, así que se levantó de la cama tratando de no hacer ruido. Había sido noche de muchas emociones, no quería despertarla. Por su parte, él estaba mucho más tranquilo. Aún no había procesado del todo la boda secreta de su padre, pero al menos ya no se sentía tan enfadado.

Dio un beso en la frente a la chica durmiente y fue a la cocina para preparar algo de café y pelar un par de piezas de fruta.

Sabía que Marinette se despertaba temprano los domingos, así que no se sorprendió cuando escuchó su voz al cabo de un rato.

—Buenos días —dijo ella en medio de un bostezo—. ¿Eso que huelo es café? Y también hay fruta. Eres un novio falso muy aplicado.

Adrien hizo un gesto parecido a una reverencia y sonrió.

—Buenos días —la saludó—. ¿Quiere la dama desayunar ya?

—Me encantaría.

Repartió la fruta en dos cuencos y sirvió el café en las tazas. Después lo llevó a la mesa, donde Marinette ya esperaba impaciente. Hacía tiempo que no se paraba a pensar en lo adorable que estaba recién levantada, con el cabello desordenado y la desesperación por un poco de cafeína. Tenía muchos momentos favoritos de Marinette, ese era de uno de ellos.

—He estado pensando en ir a hablar con mi padre hoy mismo —dijo Adrien—. Es una conversación que no puedo ignorar mucho más.

Marinette paró de comer para mirarlo con atención. Estiró una de sus manos para colocarla sobre la de Adrien y darle así apoyo moral. Él la miró agradecido.

—Sé que es difícil, pero es lo mejor, en serio. No por él, por ti. Tienes que quitarte ese peso de encima y aclarar algunas cosas.

—Sigo sin entender por qué ha decidido casarse en secreto tan repentinamente, pero está bien. Tampoco es que me deba explicaciones de su vida privada. Y ni siquiera es la boda lo que me duele. Es que... no lo entiendo.

Esa era su mayor frustración, no entender nada.

—No tienes que intentar explicarme nada, es con tu padre con quien tienes que aclarar las cosas. —Adrien sintió un poco de frío en la mano cuando Marinette apartó la suya para volver a centrarse en su desayuno—. ¿Quieres quedarte un rato más y hacer yoga conmigo? Puede que te relaje antes del gran momento.

—Me encantaría quedarme más tiempo por aquí, pero quiero enfrentar a mi padre cuanto antes. Si no lo hago ahora, me acobardaré.

—Está bien, como tú prefieras. De todas formas, sospecho que hoy haré poco yoga —suspiró—. Voy a tener que llamar a Alya.

Adrien la miró con curiosidad.

—Imagino que ya se ha enterado de lo nuestro.

—Exacto. La quiero, de verdad. Pero odio cuando me interroga. Me he despertado con veinte mensajes y cinco llamadas perdidas suyas. Y, para mi desgracia, hoy somos portada de revistas del mundo entero. Tu padre y Nathalie se han llevado el primer plano, está claro, pero a nosotros no nos dejan atrás. —Adrien la observó divagar con una sonrisa—. A Nathalie y a mí ahora nos llaman "las nuevas conquistas Agreste". ¿Te lo puedes creer? —Soltó un bufido.

—En su defensa, es extraño que padre e hijo hayan encontrado el amor al mismo tiempo. Y que alguien como mi padre se haya casado en secreto, lo es más todavía. Se les pasará en cuanto encuentren otro cotilleo, te lo prometo —dijo a modo de consuelo—. Será mejor alejarnos de las redes sociales por ahora para dejar de alimentar los rumores.

—Demasiado tarde. Estoy pensando en contarle a Alya que todo es falso.

Adrien tuvo que soltar su taza de café para evitar derramársela encima.

Normas para una relación falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora