Capítulo 4

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Después de horas hablando habían quedado dormidos en el sofá. Marinette se descubrió encima de él cuando despertó, con las piernas enredadas de tal manera que tuvo problemas para levantarse sin despertarlo.

Al final lo logró, aunque no pudo evitar pegarse un culetazo contra el suelo que la hizo soltar un quejido. Agradeció que el durmiera para que no la viera haciendo aquel ridículo.

A pesar de todo, se quedó en la misma posición mirándolo dormir. Adrien estaba tan calmado que la imagen era agradable, algo muy diferente de cómo lo había encontrado la noche anterior. Aunque no había sido ninguna sorpresa, ella había estado a su lado cada vez que tenía un problema con su padre.

Quería creer en las buenas intenciones de Gabriel, pero también temía que Adrien saliera herido de aquella situación. Ya se sentía bastante impotente sabiendo que no podía hacer gran cosa por ayudarlo a recuperarse del pasado.

Adrien comenzó a despertar en ese momento. Lo hizo en medio de un ronroneo que la hizo reír.

—Sigue durmiendo, aun es temprano —le pidió ella.

Él no abrió los ojos, pero mostró una débil sonrisa.

—No puedo dormir sabiendo que estás aquí. Es perder el tiempo.

—Adrien... —suspiró.

—¿Y si me das un beso de buenos días? Puedo fingir que sigo soñando.

Marinette puso los ojos en blanco, pero accedió a darle un beso en la mejilla. Estuvo tentada a darle otro beso en la otra cuando lo escuchó soltar un lamento, pero se contuvo. Adrien finalmente abrió los ojos y la miró.

—¿Qué haces en el suelo? —le preguntó con curiosidad.

Se levantó de un salto al darse cuenta de que no se había movido ni un centímetro. Todo por haberse quedado mirándolo como una idiota. Se sacudió los pantalones y lo miró como si su pregunta no tuviera sentido.

—Comprobaba la temperatura de la habitación, el suelo es ideal para saber los grados —dijo como excusa—. Da igual, tú no lo entenderías. Deberíamos pedir el desayuno, tu cafetera hace un café horrible.

—Me estabas viendo dormir, ¿verdad? —dijo él a modo de burla. Se incorporó en el sofá sin dejar de mirarla sonriente—. Tranquila, sé que soy adorable. Seguramente te parezco un peluche al que abrazar.

—Tu ego no lo es tanto. Además, ¿por qué haría yo eso? Ni siquiera hablas en sueños, eres aburridísimo.

—¿Cómo sabes si hablo o no en sueños si no me has mirado dormir?

Abrió la boca para protestar, pero la cerró al instante. Negó con la cabeza, no caería en su juego.

—Voy a pedir dos chocolates con croissants para desayunar —dijo para cambiar de tema—. ¿Te parece bien o prefieres otra cosa? Puedo pedir tortitas o donuts. Aunque quizá sea mejor que me vaya ya, hoy es Nochebuena y tengo que comprar algunas cosas para llevar a casa... Aunque sin desayuno no recibiríamos las proteínas adecuadas y el día sería un completo desastre porque nadie puede vivir feliz sin desayunar.

Calló de golpe cuando se dio cuenta de que estaba empezando a divagar, como cada vez que se ponía nerviosa.

—Marinette, lo único que necesito para ser feliz es que te quedes conmigo —dijo Adrien. Ella tuvo que contener una sonrisa—. Me parece bien cualquier cosa que pidas. Pero antes quiero que vuelvas a mi lado.

Haciendo un esfuerzo por controlar sus nervios se sentó en el hueco libre que había en el sofá. Sintió una gran calidez en el corazón cuando Adrien la abrazó por la cintura para acercarla a él y devolverle el beso en la mejilla.

Normas para una relación falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora