Epílogo

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Si bien Nochebuena la habían pasado separados, acordaron que Nochevieja debía ser para ellos.

Adrien le había preparado una sorpresa para esa noche, por lo que, en compensación, Marinette había preparado la cena. Optó por una merluza gratinada acompañada por un postre de tarta de limón y merengue, algo que hizo que Adrien se chupara los dedos.

-Estoy enamorado de que hayas heredado el talento culinario de tu padre -dijo Adrien tras la cena, acariciándose el estómago con gesto satisfecho.

-Empiezo a pensar que solo me quieres por la comida -dijo Marinette fingiendo sentirse ofendida.

-No es verdad. Sabes que me encanta cada parte de ti, incluso tus defectos. Pero la cocina me tiene totalmente enamorado.

-Es bueno saberlo. Significa que no te alejarás de mí mientras te ofrezca platos deliciosos.

-Exacto, vas a tener que aguantarme mucho, mucho tiempo -dijo Adrien con un tono de voz que pretendía ser terrorífico.

Marinette rio, pues se sentía demasiado feliz por ello, tanto que no podía expresarlo con palabras. Haber formalizado su relación, y saber que no tenía que ocultar más sus sentimientos, la había liberado de un gran peso.

Recordó entonces que ella había cumplido con su parte de la cena. Pero él no.

-¿Y cuándo me vas a dar tu sorpresa? -preguntó Marinette-. Aún la estoy esperando.

-Y vas a tener que esperar un poco más. Yo te avisaré cuando llegue el momento. -Le guiñó un ojo.

-¿Y cómo quieres que pasemos el rato mientras tanto?

-Se me ocurre una gran idea relacionada con un muérdago.

Adrien tomó su mano y tiró de ella para acercarla a su cuerpo.

-Estás hecho un pervertido -dijo ella. No pudo evitar sonrojarse al recordar el buen uso que le habían dado a la planta-. Empiezo a pensar que hice bien al poner esa norma en la lista. Y aun así la hemos roto.

-¿De verdad tenías fe en que la respetáramos? -Adrien rio-. Yo no tenía ninguna. Pero prefería que tú dieras el paso.

Marinette se mordió el labio cuando las manos de Adrien comenzaron a recorrer sus piernas con lentitud.

-¿Sabes? Creo que yo tampoco tenía demasiada fe en esa norma -reconoció ella. Resistiéndose a la tentación, se apartó de su abrazo e hizo un esfuerzo por recomponerse. Era demasiado temprano para irse a la cama, ni siquiera había comenzado el año nuevo-. Pero, ahora mismo no pienso permitir que me desnudes o me despeines. Me ha costado mucho prepararme para esta noche. Y pienso recibir el año dignamente.

El moño alto con el que se había recogido el pelo le había costado mucho tiempo de ensayo, y un total de una hora para que le quedara bien esa noche. Y el vestido, un diseño suyo de palabra de honor de color negro y dorado, era demasiado hermoso como para quitárselo tan pronto.

-Mantendré las manos quietas -aceptó Adrien levantándolas en alto en señal de paz-. Pero no prometo que lo hagas tú después de mí sorpresa.

-Cuidado con generarme expectativas demasiado grandes, Agreste. Podría resultarme poca cosa.

A decir verdad, cualquier sorpresa que Adrien le tuviera preparada iba a gustarle. Porque se trataba de él, y amaba todo lo que hacía por ella. Pero chincharle un poco nunca estaba de más.

Él soltó un grito ahogado.

-Acabas de herir mi ego masculino.

Marinette rio. Se dejó caer a su lado en el sofá y le dio un beso en los labios.

Normas para una relación falsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora