Capítulo 18

47 6 0
                                    

— No sé como decírtelo... Sabes, llevo años pensando en ti, creía que era porque somos amigos desde bebés, pero es porque me gustas, creía que nunca me había enamorado de alguien, pero esque he estado casi toda mi vida enamorada de ti, no sé si sien.... — me cortó besándome, me tiró de la cadera hacia él.

— Me encantas, en todos los sentidos me encantas — me volvió a besar, estuvimos con mimos y abrazos un rato — ¿Tienes sueño pelirroja?

— Nah, solo un poco — le dije, él me abrazó y me hizo mimos hasta que me dormí.

Sé que si mi hermano se entera de esto, capaz que nos mate, aunque no le importe que nos hayamos besado, acostado o lo que fuese, pero eso no es lo mismo que una relación. Izan es muy protector, siempre lo ha sido. Le da miedo que lo pase mal, o que me hagan daño, pero todos sabemos que sé cuidarme sola.

— Alex, tengo hambre, ¿me puedes hacer el desayuno? — dijo Mario despertándome, le sonreí.

— Claro, vamos. No hagamos ruido, no quiero que Damián se despierte — dije flojito, mientras me levantaba de la cama, Valeria se unió a nosotros para desayunar.

— Mi hermano es un dormilón jajaja — dijo Valeria sentada en la encimera de la cocina. Decidimos hacer tortitas, a ellos les encantan las que yo hago. — me encantan tus tortitas. — dijo feliz.

— Me alegro enana, ya no te duele la barriga no? — le pregunté, no se había vuelto a quejar en toda la noche, ella negó con la cabeza mientras comía — pero igualmente te tienes que tomar los antibióticos.

Ellos siguieron comiendo en la cocina y yo subí a cambiarme de ropa, debía irme a casa para estudiar. Aunque es sábado, no tengo planes de salir, tengo trabajo y los exámenes pronto. Cuando entré escuché un quejido de Damián medio dormido.

— ¿Alex? ¿Dónde estabas? — dijo con una voz de recién despertado. Eso me dio ternura y le sonreí.

— Haciéndoles tortitas a tus hermanos, están abajo desayunando, ¿me has echado de menos? — dije mientras me sentaba a su lado.

— Siempre te echo de menos aunque estes cerca mío — dijo poniendo su mano en mi pierna, lo que hizo que tuviese escalofríos — Espera, ¿has dicho tortitas? — dijo despertándose.

— Si, te he escondido unas pocas para ti, oye me tengo que ir a casa a estudiar... — le dije

— Noo, quedate, aquí puedes estudiar — me dijo con pucheros — Sino, esperas a que nos vistamos y te llevamos.

— Mmmm, voy a llamar a casa, si necesitan mi ayuda me iré, ¿okey? — él asintió y llamé a mi padre. Últimamente le estaba ayudando a mi padre en la empresa, por lo menos así sabría cómo va si la heredo.

— Dime pequeña — dijo mi padre con un tono de felicidad — ¿Cómo están los hijos de Adrián?

— Muy bien, aunque anoche tuvimos que ir a urgencias por Valeria, tiene una infección, ya está mejor. Te llamaba por si necesitabas ayuda en la empresa, por si tengo que ir.

— No hace falta, tu madre dice que vengáis todos a casa, para comer, si eso que se queden a dormir. Mañana irás a la empresa conmigo y Damián. — dijo él y me colgó.

Le conté a Damián lo que me había dicho mi padre, así que nos vestimos, yo ayudé a los chicos a elegir su ropa, mientras Damián se duchaba y vestía. Cuando terminamos nos fuimos a mi casa. Mi padre nos recibió muy sonriente, Mario fue directo a Izan, para retarle a unos partidos de FIFA, Damián se unió a ellos. Valeria decidió venirse conmigo, mientras yo estudiaba, ella coloreaba unos dibujos que le había impreso. Por la tarde dejamos que Mario y Valeria viesen la tele, Izán se fue con sus amigos y mis padres se fueron a cenar.

— Tenemos que hablar sobre lo de anoche — dije mientras me sentaba en la encimera de la cocina y comía unos frutos secos, Damián me robaba unos pocos de vez en cuando.

— Lo sé, pero sé que no podemos tener nada, porque tú no te sientes como para algo así, tienes miedo a que salga mal, y tu hermano nos puede matar — dijo acercándose, terminando tocándome la mejilla. Tenía razón.

— Si que me da miedo, pero ya sabes como soy con el miedo, que me importa lo mismo que nada — dije mirándole a los ojos.

— ¿Me lo estás diciendo enserio? — preguntó con los ojos brillosos y sonriente.

La hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora