Capítulo 24

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*Alex*

Me desperté. Estaba en una habitación blanca. Enchufada a un montón de cables, sueros y oxígeno. Estaba en el hospital. ¿Voy a volver a casa? Vi como entraban unos chicos con una enfermera, eran Damián e Izan.

— Buenos días, Alex. ¿Cómo te encuentras? — Me preguntó la enfermera

— Cansada y dolorida. — Intenté ponerme derecha para ver mejor, pero me entró mareo.

— Con cuidado — vino Damián a ayudarme, vi que tenía el brazo, costillas y abdomen vendados.

— Te dispararon el el brazo, te hemos sacado la bala, por suerte no vas a tener daños graves para mover el brazo, en unas semanas estará perfecto. Tenías una costilla rota, así que tienes que estar en reposo durante un tiempo, y tienes todo el cuerpo lleno de hematomas, pero no han llegado a nada grave. — me informó la enfermera.

— ¿Cuánto tiempo he estado aquí? ¿Podré entrenar a mis niñas? — pregunté.

— Llevas dos semanas en coma. Tienes que tener mucho cuidado y no hacer esfuerzo, si allí podrás estar sentada sin moverte podrás entrenarlas, pero te recomiendo que no lo hagas en dos semanas al menos. Por suerte en un futuro podrás tener hijos, ha sido suerte que no tuvimos que extriparte el útero. — me informó. — Te daremos el alta mañana en la mañana, descansa. Con permiso, me voy — dijo antes de salir.

Mi hermano se acercó a mí y me dió un abrazo, me quejé por el dolor. Damián sólo acariciaba mi mano, no decía nada, ni me miraba, estaba muy mal.

— Voy a por comida, ¿Queréis algo? — nos preguntó mi hermano, yo negué con la cabeza, Damián no contestó — Hermano deberías de comer un poco — dijo tocando su hombro, no hubo respuesta y se fue.

— Oye, ¿qué te pasa? ya estoy de nuevo contigo — le dije con una pequeña sonrisa

— Estás así por mi culpa. Si yo te hubiese recogido, si no nos hubiésemos acostado, besado, todo es por mi culpa. Le prometí a tu hermano que te iba a cuidar, mira como has acabado. — dijo con lágrimas en los ojos.

— Pequeño, no ha sido tu culpa, él es un psicópata, está mal de la cabeza. No me arrepiento de haber hecho nada contigo, de verdad — le dije apretándole la mano, él me sonrió y se acercó para darme un beso. Cuando tocó mis labios, algo en mi mente me recordó a Nico, cuando abusaba de mi. Me aparté y empecé a llorar.

— ¿Qué te pasa? — me preguntó muy preocupado.

— No puedo, lo siento. Todo me recuerda a él, a él cuando... — no podía decirlo. Él se tensó.

— ¿Te han tocado? — preguntó cabreado

— Si te han tocado juro que ellos no salen vivos de allí. — dijo mi hermano muy furioso cuando entró a la habitación. — Te juro que no te van a volver a hacer daño hermanita, te ayudaremos a superar todo eso.

— Te prometo que te vamos a cuidar como nunca, mi niña — dijo Damián acariciándome el pelo. 

La hija de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora