Capítulo 4: Él es mío

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Axel duerme plácidamente aunque algunos rayos de sol se filtran por la ventana, la manta cubre desde sus caderas hasta sus pies, pero deja ver el torso desnudo, en especial los tonificados músculos de su abdomen y los de sus brazos, uno de ellos tapa el rostro y el otro está estirado en la gran cama. La respiración es lenta y de vez en cuando sale algún ronquido.

Marina lo observa detenidamente y aunque esta no es la primera vez en que entra en la habitación para verlo dormir, si es la primera vez en que planea despertarlo. Ella ya se encuentra bañada y vestida, ha elegido ropa formal conformada por una falta de tubo gris que termina antes de sus rodillas, una camisa blanca de manga larga y tacones negros, se ha peinado haciéndose una cola baja que cae al lado izquierdo de su pecho, dejando ver su ondulado y largo cabello, también se ha maquillado, aunque de forma recatada, pero resaltando sus ojos, los cuales ahora se ven más grandes y sensuales de lo habitual.

—Me gustaría saltar en tu cama, qué digo en tu cama, quiero saltar encima de ti querido tío —susurra, llevando su mano sobre el rostro cubierto de Axel, a pocos centímetros de su piel y delineando con su dedo índice los contornos de la cara, el cuello, bajando por los pectorales y deteniéndose en el ombligo. Él aún dormido no se da cuenta de lo que sucede, pero está siendo escaneado y deseado en demasía.

Ella cierra su mano, apretándola en un puño, para luego retirarla, respira profundo e intenta desviar esos pensamientos que la corroen, pero que le aseguran mucha satisfacción sexual.

—Tío —lo llama suavemente—, tío Axel —repite con un tono de voz moderado, pero él no se despierta, parece estar en lo más profundo de sus sueños—. Vaya, que sueño pesado tienes. —Se sienta en el borde de la cama y toca el brazo con el que Axel cubre el rostro, lo mueve ligeramente hasta que el brazo cae y repite —Tío, despierta.

Axel empieza a mover su cuerpo, llevando una mano a sus ojos para frotarlos, al abrirlos se sorprende al ver a Marina a su lado y más al verla vestir diferente de lo habitual.

— ¿Qué haces aquí? —cuestiona alarmado para luego sentarse y apoyar su espalda en la cabecera de la cama.

—Estoy despertándote, pero al parecer es una tarea difícil — afirma sonriendo.

Axel ahora frota su rostro con ambas manos intentando despertar por completo — ¿Por qué estás vestida así?

— ¿Te gusta?

—Sí, te ves atractiva —reacciona de inmediato y se reprende mentalmente por decirle que se veía atractiva—, quiero decir que te queda bien... pero no me has respondido, además si tenías que hablar conmigo debiste esperar a que saliera de mi habitación. No debes estar aquí.

—No te enojes, es muy temprano para que empieces a ser un ogro —explica burlándose de él.

Axel contrae su entrecejo y frunce los labios. También atrae la manta para cubrir mejor su cuerpo, en especial la erección mañanera que por suerte ella parece no notar.

—Bueno, lo que quería decirte o más bien pedirte es que me dejes acompañarte a la empresa, me gustaría ser tu aprendiz.

Axel se sorprende — ¿Por qué quieres ser mi aprendiz?

—La verdad es que la idea se le ocurrió a João, porque aún no he hecho mi elección profesional y ya debo pensar en la elección de una universidad, y pues, siempre me ha gustado lo que se relaciona con comercio internacional, así que él sugirió que si tú tienes una gran compañía que trabaja con importaciones y exportaciones podrías aceptarme como una aprendiz para que me ayude en mi elección y también para aprender sobre el funcionamiento de una empresa.

Tío eres mi obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora