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— ¿Terminaste?

La voz gélida y arisca del hombre de cabellos castaños que caminaba a paso lento por aquella gran sala oscura y pulcramente cubierta con periódicos en los ventanales tenuemente iluminados por la luz exterior que lograba filtrarse a través de los cristales que terminaban por obstruir el paso de la luz, pequeños jadeos y la respiración errática debido al cansancio en el cuerpo de más pequeño, la mirada oceánica afilada cortaba como daga en dirección al cuello del adulto frente a él.

Con suerte sus piernas lograban sostener su propio peso, temblando por el frío que recorría dicho lugar, la sangre del azabache fluía desde el costado de su rostro, había recibido un par de golpes del hombre intensamente alto frente a él, sus labios temblaban debido a la baja temperatura, la delgada mano pasó por su nariz limpiando el resto de sangre que bajaba de ella, no había logrado darle ni un sólo golpe.

— Lograste comprender el idioma más rápido de lo que pensaba, te tomaba por idiota. — El tono fuerte y grabe del ruso era algo que sin problema lograba intimidar al menor frente al de cabello largos atados en una coleta.

Fue de esa forma en cuando nuevamente trató de acertar un golpe, siendo totalmente distinto que a los torpes del inicio, pues se deslizó por el suelo bajo la mirada atenta del mayor, que no se percató del momento en el pálido tomó un trozo de cristal del suelo, para después lanzarlo en dirección al hombre de cabellos castaños frente a él, que no le tomó nada esquivar dicho cristal, soltó una risa cansina y sin gracia, dando un paso hacia atrás para esquivar otro que se dirigió a su rostro observando los fallos, pero repentinamente, el primer y único golpe por parte del menor fue recibido por él, no era realmente fuerte, pues su abdomen no dolió mucho, debido a lo débil que se encontraba el menor.

El azabache volvió a su posición principal alejándose del mayor a una distancia prudente para poder tomar un respiro, que no duró mucho debido a que comenzó a esquivar golpes proporcionados por Nikolay, para forjar sus reflejos y que para su lamento, hubo algunos que no pudo evitar.

— Ojos sobre mí. — Soltó en ruso de forma severa el hombre frente a él que lo observó al menor dejar caer su mirada al suelo por un par de segundos en busca de recuperarse y volver a dirigir sus zafiros hacia el contrario como había indicado. — Por nada del mundo te atrevas a volver a apartar la mirada del enemigo, es tu primera condena de muerte.

El pelinegro observó al contrario bajar la guardia y continuar caminando al rededor de aquella habitación, escuchó un par de alarmas provenientes del exterior de la sala de entrenamiento de Nikolay, especializada en combate cuerpo a cuerpo y técnicas de pelea básica, así como también más compleja.

— Te has resistido a hablar hasta ahora, no me sorprende. — Comentó retirando los guantes de cuero de sus manos para después observarlo caer sobre una de sus rodillas carente de fuerza y sin una correcta respiración. — ¿Sabes por qué estás aquí?

Pero se abstuvo a responder.

— Responde.

— No lo sé...

— Vaya, al fin te dignas a hablar. — Soltó de forma cansina mientras se dirigía hacia la mesa de metal frente a él, tomando un pañuelo blanco para limpiar las gotas de sudor en su frente. — Sabes que ahora ya no eres un chico normal, ¿cierto?

— ¿C-Conoce a mi padre?

— Preferiría no hacerlo, pero sí, es un colega algo... Particular, por no decir de mentalidad bastante anticuada, demasiado retrógrada para la velocidad con la que evoluciona el mundo.

— ¿Por qué hizo esto? — Cuestionó con cierto dolor en sus palabras pues en su cabeza no entendía cómo fue que terminó vagando en aquel lugar que posiblemente fuera su futura morgue sin dichos buenos tratos a los cadáveres, simplemente el encargado de cremar su mente y alma hasta el punto de volverlas irreconocibles.

𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫 𝐎𝐟 𝐌𝐢𝐧𝐞 - 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora