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—¡Ven aquí, pequeño mocoso!

Gritaba un pequeño chico de cabellos negros mientras se levantaba del césped donde antes ya hacía recostado al lado de su mejor amigo, que logró escapar bajo la felina mirada del chico mayor. El susodicho se levantó para correr tras el pequeño, el ambiente frío de aquel otoño del año 2010 abrazaba a ambos niños que jugaban bajo el cielo que comenzaba a nublarse dando aviso a la pronta llovizna que se avecinaba, pero a ninguno de los dos le importó.

Disfrutaban pasar tiempo el uno con el otro después de un largo día de jornada de clase, después de terminar sus deberes, se reunían en aquel parque frente al hogar del menor de cabellos castaños claros, solían salir simplemente para jugar o a veces simplemente disfrutaban de hablar acerca de su día, para el chico de cabellos negros, podría pasar horas y horas escuchando a su mejor amigo cuando le daba la gana por hablar, pues era más tímido que el resto de los niños de su edad.

El de ojos azules observaba con atención cada movimiento, cada respiro y suspiro del menor de ambos, habían ocasiones en las que sólo permanecía observando al de ojos zorrunos dibujar en silencio en el pequeño cuaderno que le había obsequiado su cumpleaños anterior. Otras veces, sólo observaba al de ojos verdosos acariciar a pequeños gatos que paseaban con tranquilidad por el parque donde pasaban la tarde.

Todos los días, durante varias horas y hasta que la noche estuviese por caer, iban a pasar el rato para tener la presencia del otro, pues tras haberse conocido hace varios años atrás, la presencia del contrario se había hecho indispensable para ellos. Y justo como ahora, y en la mayoría de las veces en las que al de cabellos castaños le gustaba molestar a su mayor, y huir de él para no recibir un golpe de su parte, pero sabía que no llegaría dicha agresión.

Pues el mayor adoraba con su alma a su pequeño mejor amigo, lo cuidaba como si de una delicada e inofensiva flor se tratase, pues aunque sólo fuese un par de años menor para él, era la luz de sus ojos y su motivo por cual seguir adelante.

—No puedes atraparme, anciano.

—¿Anciano? Esta vez te superaste, ven aquí antes de que sea peor, enano. — Gruñó el mayor corriendo tras el contrario que negaba burlándose pues pese a ser más pequeño, era mucho más rápido.

—No puedes atraparme~... — Se burlaba mirando por ocasiones hacia atrás mientras se escondía tras un árbol esperando que el mayor no lo encontrara.

Cubrió su boca con sus pequeñas manos tratando de contener su adorable risa mientras cerraba sus ojitos esperando a que el de cabellos oscuros se marchara a buscarlo en otra dirección, escuchó al más alto rondar por el lugar, que para ese entonces, fingía no ver al más pequeño para no dañar su orgullo de niño de diez años, caminando sin rumbo y dando vueltas sin dirección mientras metía sus manos a los bolsillos de sus pantalones mirando con una sonrisa la dirección en donde se encontraba el de ojos verdes.

—Oh, ¿Dónde te haz metido, enano?

Hablaba en voz alta para hacer al menor confiarse de su escondite, mientras comenzaba a fingir pasos alejarse para después escuchar la suave risa del menor tras el árbol. Quien abrió lentamente sus pequeños y rasgados ojos, retirando sus manos para darse la vuelta y apoyarlas en el gran roble ahora frente a él, frunciendo el ceño de su rostro tras no divisar a su mejor amigo por ninguna parte. Saliendo se su escondite mientras un pequeño puchero se formaba en sus labios tras estar confundido con paradero del más alto, comenzó a caminar a paso lento y desconfiado mirando en todas las direcciones posibles en donde pudo haberse metido el mayor de ambos.

—¿Uh? ¿A dónde se fue-...

—¿Me buscabas, enano? — Habló tras él mientras aprisionaba su cuerpo con sus antebrazos para envolverlo en un abrazo mientras sentía el cuerpo del castaño exaltarse un poco tras la repentina aparición.

𝐋𝐨𝐯𝐞𝐫 𝐎𝐟 𝐌𝐢𝐧𝐞 - 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora