Capítulo dos.

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Ya arreglada con el gran outfit que preparé para el día, tomé un smoothie de taro. Eran las 7:30 a.m por lo que tenía que ir hacia mi auto. Cuando me dirigí a tomar las llaves que se encontraban en mi buró, las tiré por accidente atrás de él, genial lo que me faltaba, pensé.

A pesar de ser un buró pequeño estaba lleno de recuerdos, era como un baúl de memorias, por lo que moverlo para conseguir mis llaves se podría transformar en toda una hazaña. Como pudé, después de 7 largos minutos lo logré, recogí las llaves y en el piso noté un pequeño destello. De cualquier modo ya iba tarde para la escuela, así que decidí investigar ese pequeño brillo.

Me agaché, y con una linterna chica alumbré la parte inferior trasera de mi gran baúl. Y lo vi, atorado en un pequeño clavo salido, mi collar de la infancia, mi collar favorito, ese collar que mi padre me regaló a los 10 años, por el cual el tuvo que gastar todos sus ahorros del momento, tanto qué cuando me estaban entregando los regalos en mi fiesta de cumpleaños, mi padre me lo entregó sin cajita, moños, en general ningún tipo de envoltura o aditamento, pero eso sí, con un gran abrazo, susurrandome al oído "por siempre serás mi ángel", como lo tenía grabado el collar en la parte de atrás, en francés, mon petit ange.

Empezó a caer una lágrima por mi mejilla, justo antes de que empezara a apretar mi puño con gran fuerza al recordar que el acto seguido de que mi padre me entregará el collar, el señor Byron se mofó de mi padre diciendo
-Oh vamos Cedric, ¿de verdad ese fue tu mayor esfuerzo? ja, al menos una envoltura para que la pequeña Catherina se entretuviera no habría estado mal.
A todos en la fiesta les pareció un comentario bastante cómico pero yo sólo pude notar una mirada con furia combinada con tristeza en los ojos de mi padre. Seguido, el señor Byron comentó
-¿Por qué no abres mi regalo Catherina? No es por arruinarte la sorpresa, pero te aseguro que este collar te encantará, este SI es de calidad y por supuesto el más caro para una bella niña como tú.- dijó remarcando el "si" con una sonrisa bastante cínica.
Yo no entendía mucho, lo único que entendí al ver a mi padre es que el realmente deseaba que yo lo rechazara.
-No gracias.- contesté amargamente.
-Vamos pequeña, se que te gustará, es swarovski.- insistió.
-Dije, no gracias.- repliqué y yo sólo podía ver la cara de felicidad de mi padre lo que me hacía sumamente felíz.
-Vamos angelito, aceptalo.- me pidió Byron en tono de súplica.
-Me llamo Catherina, y mis papás me enseñaron que no significa no.- esta vez me enojé, ya que el único que me podía decir así era mi padre. Byron se quedó perplejo por que al parecer era la primer mujer que le rechazaba un regalo. Y para mí, rechazarle los regalos también fue la primera vez, pero de muchas veces que lo rechazaría.

Miré mi reloj y faltaban cinco minutos para las ocho, me había quedado sentada en el piso recordando por un buen tiempo. Me limpié las lágrimas intentando no arruinar el maquillaje y me paré rápidamente corriendo hacía el garage. Ahí se encontraba Byron buscando algo en su coche, cuando volteó me vio abriendo el portón.
-Vaya, se te ha hecho un poco tarde ¿eh?- me preguntó, pero yo no tenía ganas de contestarle.
-Bueno, no importa, que tengas un buen día.- volvió a intentar Byron.
-No gracias.- contesté
-¿Cómo?- preguntó confundido, mientras yo arrancaba mi lindo mini cooper.
-Dije no gracias, señor Byron.- le grité desde la ventanilla mientras me alejaba y presionaba el botón del portón para cerrarlo en su cara.

Dulce pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora