Epílogo.

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El azul y el verde de la mirada inocente de Cossimo sobre mí, me hace sonreír con demasiada ternura. Él me da lentamente la espalda y se va con pasos tambaleantes en dirección a su hermana mayor. Puedo ver a Eliza sonriendo detrás de unas mariposas monarcas muy cerca de dónde estamos nosotras y nuestro hijo pronto la alcanza, queriendo disfrutar un poco más de la compañía de su hermana, porque Cossimo, definitivamente es el mayor admirador de su hermana y Kara y yo, amamos que nuestros hijos se lleven tan bien y sobre todo, que se amen tanto.

Nuestro hijo nació hace casi tres años, en medio de una cálida noche italiana y fue la mayor alegría de nuestra pequeña familia y el mejor regalo para su hermana mayor, al compartir la misma fecha de nacimiento con ella. Él es toda una linda copia mía, lleno de la alegría y brillantez de su hermosa madre y mi esposa. Nuestros hijos son definitivamente el mayor regalo que el amor entre Kara y yo nos pudo dar. Y no puedo dejar de recordar cuándo nos dimos cuenta del cambio de color en los ojos verdes de nuestro hijo al cumplir su primer año, y Kara y yo nos asustamos muchísimo creyendo que le estaba pasando algo grave a nuestro pequeño Coss, pero el médico nos aseguró fervientemente que la heterocromía del iris que él padece, no le causa ningún mal y que nuestro hijo crecerá para convertirse en un hombre completamente sano, y fue un total alivio para ambas saberlo, porque cómo madres no queremos ningún mal para nuestros hijos, y después de ese gran susto, nos dimos cuenta de que sí él tiene un ojo con ambos colores de ojos que los de sus madres, sólo lo hace un niño más especial para nosotras y para su hermosa hermana mayor. Porque Eliza, es su mejor amiga y ella le ha enseñado todo lo que es ser un niño, bajo el atento cuidado de nosotras sus madres, y cómo nuestros pequeños también son los menores de toda la familia, eso los hace los consentidos de todas sus tías y de sus tiernos primos.

Yo jamás me imaginé teniendo una familia propia y menos una tan amorosa cómo la que construí junto a mi hermosa rubia y no puedo dejar de agradecer a la vida por dármela; porque sin ella, nada de esto estaría pasando y nunca me cansaré de agradecerle a Kara por llegar a mí y enseñarme lo que es el amor y todo lo que significa amarla a ella.

Es increíble pensar que hoy hace cinco años uní mi vida oficialmente a Kara y con dos preciosos hijos juntas y todo el amor del mundo en medio de nuestros demandantes trabajos y una vida divertidamente familiar, sorteando cada uno de los imprevistos que se nos han presentado a lo largo del tiempo, son la muestra de que todo puede ser posible, y de que todos merecemos un amor bonito, una pareja y toda una vida que recordar y eso es lo que me ha dado toda la vida mi preciosa Kara.

La cálida brisa veraniega de una hermosa tarde en medio de nuestra villa en Piamonte, justo dónde toda nuestra historia empezó, acaricia con suavidad todo mi rostro. Estoy vestida cómodamente, tumbada sobre una suave tela en medio de los hermosos viñedos que volvieron a crecer después de tantos años y a mi lado tengo la mujer más hermosa del mundo, y la veo observar con cuidado a nuestra Eliza, nuestra tierna princesa de ojos azules y de larga melena rubia, que juega con nuestro príncipe pelinegro a pocos pasos de nosotras. Juro que es la vista más perfecta qué puedo tener y me llena de alegría poder disfrutar de esto, y no existe una mejor manera de celebrar nuestro aniversario de matrimonio, que cerca de nuestros lindos hijos, en medio del tranquilo y maravilloso lugar que nos vió crecer cómo pareja, rompernos con tanto dolor y volver a resurgir con más fuerza por nuestro amor.

- ¿En qué tanto piensas, mi amor?- me pregunta con diversión, girando su mirada hacia mí. Sonrío ampliamente a ella, viéndome atrapada por sus penetrantes ojos azules. - Pienso que te amo y que no estaría aquí de no ser por ti, Kara.- le digo sinceramente. - Y yo te amo a ti, Lena, porque tú me diste un amor que nunca busqué y multiplicaste nuestro amor con nuestros dos hijos, mi amor.-  me confiesa en un susurro. - Tú me diste una familia en tus brazos, unos hijos que son la unión perfecta de ambas, y a los que amo incansablemente, Kara, y yo jamás me cansaré de agradecerte por amarme tanto cómo yo te amo a ti, mi amor.- le prometo y ella asiente suavemente de acuerdo.

Su mano busca la mía y atrapo sus dedos entrelazándolos con sumo cuidado. La risa de nuestros pequeños, llama nuestra atención alejándonos cortamente de nuestro momento. Lizzy y Coss, están tumbados sobre la tierra viendo las mariposas monarcas volar sobre ellos y mi pecho se llena de tanto amor por nuestros hijos, que son nuestra más grande bendición y aprieto el agarre de nuestras manos, para confirmar que todo es real y para mi suerte lo es.

Siento un casto beso sobre el dorso de mi mano, que deja una sensación cálida en mi piel y enseguida aparto mi vista de nuestros hijos, sólo para verla a ella, a mi hermosa esposa, a la mujer de mi vida y a mi amor por siempre, y encuentro su atenta mirada tan azul sobre mí. Sus labios se apartan de mí mano y ella suelta suavemente mi agarre, guiando sus manos a mis mejillas y me dejo atrapar gustosamente por ella, y pronto nuestros labios se funden en un precioso beso. Ambas sonreímos llenas de felicidad en medio de nuestros labios entrelazados y ese es el broche perfecto, con sus labios suaves sobre mí, que sellan todo nuestro camino a la eternidad.

FIN.


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