0 8 (欲望)

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Eran alrededor de las 2 y 30 de la mañana, había llegado la hora en la que la mayoría de los adolescentes habían dejado de bailar y se dirigían a cualquier sitio a mantener relaciones, excepto un pequeño grupo limitado de personas como varios Hufflepuffs que no querían lanzarse y nadie les pidió rollo y gente que no quería directamente hacer nada. Entre ellas Mai, aun que, al final si terminaría con alguien aquella noche.

Como añadí en el anterior capítulo, Alya se había encontrado a los dos jóvenes pero, ¿como habrían terminado así? Lo averiguaríamos ahora mismo.
Sitiándonos en el momento en el que Draco se toma la pastilla todo se tornó en un ambiente raro. Ella, después de un rato recuperó algo el conocimiento y levantó su cabeza para ubicarse, sacó su móvil y miró la hora, 2:15 de la madrugada. Miró a su derecha, vio a un Draco observándola, sonriente. El estaba medio consciente, medio no.
—Draco—. Dijo la chica.
—Qué—. Dijo él mirándola.
—¿Por qué estamos en la misma cama?—. Dijo ella, mareada, tumbándose de nuevo.
—No se, que haces tú aquí, jaja—. Dijo Draco, acercándose a ella.
La chica se tumbó y se sonrojó, era el mayor contacto que tenía con él, aunque no fuera consciente, el en un movimiento. Se colocó encima suya.
—Sina, solo quería decirte que te quiero—. Dijo el muchacho de cabellos plateados.
—¿qué? ¿No solo éramos amigos?—. Contraatacó ella.
En un movimiento torpe, él se acercó a la cara de Sina, quedando a centímetros, para añadir;
—¿Los mejores amigos harían esto?—.

Y ahí, la besó. El primer beso de ambos. Ciertamente ellos nunca habían besado a nadie, eran demasiado "reservados", aunque en realidad nunca tuvieron pareja.
Empezó lento y suave, pero siguió rápido y apasionado, ambos comiéndose la boca, sus lenguas chocaban entre sí, cada uno dejándose llevar.
La puerta se abrió de golpe y Alya vio el panorama.
—¿Que cojones?—. Dijo la chica con la boca abierta.
Ambos la miraron, pero creyeron que era alguien irrelevante y siguieron a su rollo, el bajó su mano a la pierna derecha de la chica, ella, puso sus manos detrás de su cuello, profundizando el beso.
Alya cerró la puerta de golpe, volviendo abajo para ver a una Mai bailando, cuándo la vio se paró y se acercó a ella,
—¿los has encontrado?—. Dijo ella
—Sí—.
—¿qué hacían?—. Dijo ella acercándose.
—Mejor no lo sepas, cambiando de tema, ¿estás bien?—. Dijo la Slytherin mirando a la Gryffindor, bastante cerca.
—Bueno, mareada y medio borracha jaja, ¿y tú?—. Dijo ella abrazando a la Slytherin.
—Yo bien, gracias por preguntar, espérame un momento ¿si?—. Alya fue a por mas bebida (la poca que quedaba) y volvió, tambaleándose, pero volvió, después de lo que había visto quería lavarse los ojos con lejía.
—Oye Mai, ¿quieres?—. Le cedió de su bebida.
—Un poco, sí—. La tomó y dio un buen trago.
Mai se mareó y se sentó en el sofá de la sala, inesperadamente, tocando a la Slytherin de manera intencional, mirándola con otras intenciones.
—Oye Mai, ven, sígueme—.
—Bueno—.
Ambas jóvenes fueron escaleras arriba, y encontraron un cuarto libre, la Slytherin, entró y detrás de ella, Mai.
—Alya, siéntate—. Dijo la Gryffindor.
Ella obedeció y se sentó en la cama. Después de eso, la Gryffindor se puso encima suya, las copas le habían hecho mal, sí.
Mai empezó a quitarse la blusa, dejando a la vista su sujetador negro. La Slytherin se dejó llevar.
Todo había sucedido de la nada, todo por provocar. Ellas se llevaban mal, había que decirlo pero, esa noche había dado todo un giro de 360 grasos.

Dejando a nuestra Slytherin y a nuestra Gryffindor, volvemos a nuestros protagonistas. Ambos drogados hasta las cejas, mirando el techo, hasta que ella empezó a acercarse. Se puso encima suyo y el levantó la pierna, en acto reflejo. Ella empezó a jadear, razón por la que el pelirrubio empezó a calentarse, eran dos hormonas andantes, había que añadir, no eran conscientes de lo que estaban haciendo, sus instintos los hacían dejarse de llevar, ya que a la mañana siguiente no recordarían nada. Ni su confesión ni como se estaban besando y "tocando" tan exageradamente.
El la agarró del cuello, con el pelo desordenado y una potente mirada a lujuria, ella sólo le miraba, con una mirada deslumbrante. Se querían, y se necesitaban como el ying y el yang.
Al ser sábado aquel día no tenían nada que hacer el fin de semana, así que podían levantarse a la hora que quisieran, eso si, a partir de las 10 no habría desayuno, aunque eso no le importara mucho a nuestros protagonistas ahora mismo.
Siguieron besándose creyendo que era un sueño, uno muy bueno para ambos.
Pasaron varias horas y ella se despertó con la vista borrosa y muy mareada, al ver que era de noche se quedó dormida ahí.
A la mañana siguiente se despertó por los gritos de una chica asiática de Ravenclaw por estar en su cama, la ignoró y se levantó y fue camino a la sala común, encontró a todo el mundo moribundo. No sabía como había acabado en ese cama pero tampoco le gustaría recordarlo seguro, sólo recuerda que estuvo con un chico pero ¿quién sería?
Pobre Sina, no recordaba que su primer beso era con la persona que salía en su amortentia.
¿Que pasaría cuándo se vieran esa mañana siguiente? ¿Alguno lo recordaría? O solo sería un simple recuerdo efímero de ambos que quedaría en el olvido.

The last chance. DLM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora