La poción tardo en llegar, pero eso no importaba, ya tenían lo necesario para empezar la broma. Querían asegurarse de que James fuera lo primero que Snape pudiera ver luego de tomar la poción, y por supuesto que sea Snape quien tomara la poción.
Pero eso no fue difícil, prepararon galletitas con ayuda de los elfos y le echaron la poción, le pidieron al elfo que se encontraba más cerca que le llevará las galletitas a Snape diciendo que se las manda un admirador secreto.
Y con todo eso listo solo tenían que estar atentos para cuando el elfo le entregara las galletitas a Snape, y que por obra de magia James apareciera justo en frente del grasiento.
No importaban las quejas de Remus, ni las amenazas que este hacía para que dejarán la broma de lado, ya tenían todo en marcha.
Ese mismo día, se les presento la oportunidad perfecta, Snape estaba sentado a orillas del lago negro con Regulus, aunque por suerte ellos ni se miraban, tenían la vista fija en el lago.
Le dieron una especie de señal rara al elfo, parecido a un grito de una cabra suplicando ayuda para que le entregara a Snape las galletitas, y cuando vieron que la primera galletitas fue mordida, James fue hacia allá y se paró en frente de las dos serpientes.
Solo fueron suficientes tres segundos para que el grasiento lo sacará a patadas del lugar, dejando a James muy confundido.