CAPÍTULO 9 B "Una traición disfrazada de familia"

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30 de mayo de 1782

—estás lista, Maria

—claro, te parece si esta vez vamos al risco

—te pediria lo mismo, el risco me da paz, mis nervios y mi felicidad chocan a toda hora con mi cuerpo

Bajo el sepulcro

—Entonces, hoy es la gran noche, ¿qué es lo que piensas hacer?

—a Oscar lo mataré y a Maria... la mataré en vida, me tengo que ir, compermiso

Estábamos en el risco

—Maria, me hace tan feliz, pronto nos uniremos en matrimonio y—el grito al viento—espero la felicidad no me mate antes de casarnos

—o un susto— el rió sarcásticamente

Bridget grito—Maria

—Bridget ¿qué sucede?

—sucede, que te arruinare la vida, como tu me lo haz hecho a mi—Oscar me acerco a él y se puso frente a mi, dejándome detrás de él, como barrera—Oscar, te amo, no sabes cuanto te deseo, ¿tu error? estar enamorado de Maria—ella se acercó, su fuerza era impresionante de un golpe me tiró al suelo, tomó a Oscar y lo llevó a la orilla del risco

—¡no! Bridget, te lo suplico, no lo hagas

—quiero que veas esto—movió sus mano e hizo que Oscar levitara

Bridget, sentía una gran fascinación, le gustaba lo que se sentía tener poder, disfrutar de lo que recorría su cuerpo. Yo, temía por lo que estaba haciendo Bridget, no era posible que Bridget llegara a tanto, eso creía en ese tiempo. Oscar, estaba fuera del risco, flotando, tenía miedo, su miedo se disparaba al pensar en lo que Bridget nos podría hacer.

—me vengare por todo lo infeliz que he sido y todo y todo lo que tu tienes, lo que yo merezco. Me arrebataste el amor de Oscar, lo único me podria hacer feliz, pero tenias que entrometerte, quiero que veas. Oscar, te amo pero tu a mi no y eso es tu condena a muerte— bajo sus manos, dejando de hacer el movimiento que sostenía a Oscar y lo hizo caer más de 40 metros.

Lo último que vi de él, en vida, fue como una lágrima rodaba por su mejillas mientras me miraba y después, nada. Mis piernas temblaban, me levanté y me acerqué a ella. Bridget por su parte no sentía arrepentimiento, no sentía nada, era la primera vez que hacía algo así y, era como si hubiese apagado sus emociones.

—¡Estás consciente de lo que acabas de hacer!

—si, y ahora es tu turno, adiós primita—me arrojo al risco, caí un par de metros lejos de Oscar—sanguis refert hac vi non morieris tu dolebis cum seculis et dolore dolores lamia nasciturum

La caída debió matarme, no lo hizo, fui a donde estaba Oscar y le lloré. Bridget ya se había ido, iba en camino a ver al señor Howard.

—me da tanta lastima el matar al padre de Oscar

—Bridget, no digas barbaridades

—verdades, querrá decir—en el establo había varios objetos puntiagudos, los tomó y con ese movimiento de levitación, que había dominado tan bien, le quitó la vida al señor Howard. Estando moribundo se acercó a él y le dijo—quiero que muera sabiendo, que yo maté a su hijo— salió desapercibida de los establos tomó una carreta para llegar al pueblo

Les mintió sobre mi, los convenció tan fácil, un hombre entre la turba fue pieza clave para que el pueblo se volviera contra mí —vamos a la mansión Timberlake, démosle fin a esa criminal. 

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