CAPÍTULO 10 "El comienzo de un dolor eterno"

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Los habitantes se dirigieron con antorchas, cadenas, palas y demás, furiosos y temerosos.

Yo me despedí de mi gran amor, le di un beso para volver a la mansión, antes de adentrarme al bosque, la luna me regalo rayos de luz, dándome cuenta que mi piel era pálida, mis dedos eran más alargados, mis uñas habían crecido, dirigi rapidamente mis manos a mi boca, tenía unos colmillos puntiagudos, estaba tan desconsolada que no me habia dado cuenta antes. Eso era, yo era la mujer de mis sueños.

La advertencia era sobre Bridget, ella era la maldad que vivía,ahora era una vampira, no podía quedarme a pensar, tenía que ir pronto a la mansión a advertir de Bridget.

Llegue a la mansión, me paré a unos metros de la entrada a pensar que es lo que diría

— ¡monstruo! —me volví y vi a una gran turba, vi el ataúd, un miedo se apoderó de mí, no podía dejar que me llevaran, no poda dejar que me clavaran una estaca como en aquel sueño, todo el miedo, las imágenes de mis sueños se revolcaban en mi mente y no me dejaban pensar en paz

—Bridget me señalo—ella es, es una vampira, debemos de acabar con ella, como lo hizo con Oscar y Howard

—no, no yo no hice nada, fue ella, es una bruja, jamás les haría daño, creanme

—como creer en un monstruo, le creemos a quien vino a advertirnos del demonio que camina por las calles

—es un muerto caminante, gracias buen pueblo por creerme

Mis padres escucharon el ruido que se generaba y corrieron a ver, vieron que me colocaban cadenas, me resistía pero era en vano

—Maria

—padres ayudenme, no soy lo que dicen

Bridget tenía un trebejo del rey el cual simulaba ser uno de los que estaban en las torres de la mansión, era como una especie de muñeco vudú, lo tomó y lo destrozó, haciendo que les cayera a mis padres encima, matandolos inmediatamente, matandolos frente a mi. Eso me dejó sin fuerzas, me inque y sin respeto alguno me colocaron las cadenas, lloraba, quería ir con mis padres, pero mi cuerpo ya no respondía. Algunos con morbo se acercaron a donde los cuerpos, pero solo eso, solo veían.

Estando en el sarcofago, recuerdo que en mis pesadillas gritaba, era inútil no me hacían caso, pero tenía que intentarlo tal vez y en vida si me ayudarian. Escuché como el ataúd se llenaba de tierra, les gritaba, después ya no escuché nada. Había un silencio absoluto. Recuerdo ese silencio perfectamente, he intentado olvidarlo, pero es imposible.

Estando ahí, sabía que era el comienzo de un dolor eterno.

Bridget, por su parte, sabía que era el comienzo de una gran dicha.

Mientras tanto con Oscar.

Un hombre que se dio cuenta que su cuerpo aún tenía unos latidos de vida. Lo cargó en brazos, unas grandes alas de murciélago salieron de él, voló hacia el risco y entró a la cueva más grande. Dentro de ella había una enorme puerta camuflada. Un espectáculo se dejó ver, decenas de las misma criaturas, una comunidad.

—¡padre! un humano, está moribundo. Debemos transformarlo

—abran paso—un hombre se acercaba. Imponente, rasgos bien definidos, alto, espalda ancha, con una barba bien peinada y varonil, ojos azules grisáceos, cabellos castaño oscuro que le llegaba a los hombros, sobra decir, que este ser es muy atractivo ante los ojos de cualquier ser con vida que lo vea. — puede que funcione, apenas y tiene latidos—tomo su cuello y mordió la vena resaltante

Después de unos minutos, se movía con dolor, repitiendo una y otra vez "Maria"

—traigan sangre—tomó la copa y se la acercó a Oscar—vebe, la necesitas. Los demás, tomen sus cosas, debemos de irnos. Gisselle, cuida de él

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