007: los im

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―chicos ―exclama sorprendido el aludido. ―¿qué hacen aquí?

―teníamos ganas de verte, pequeño ―responde jeno, tratando de evitar contestar a la pregunta y alertando al castaño.

―¿boo? ¿quién llama a estas horas? ―la voz de una mujer se oye a las espaldas del castaño, quien se gira al escuchar a su madre. ―oh, ¿quiénes son estos apuestos chicos?

―mmm, mamá, te presento a jeno y mark lee ―pronuncia con nerviosismo ante la inesperada e incómoda situación en la que se acaba de ver envuelto. ―son compañeros de clase.

―es un auténtico placer conocerla, señora im ―la sonrisa encantadora que le dedica el más dulce de los hermanos a la aludida desarma a todos los presentes.

―oh, por favor, llámame hyeri, cielo ―le corrige, abriendo más la puerta para dejarles pasar. ―adelante, adelante, estábamos a punto de sentarnos a cenar. ¿tienen hambre?

sus palabras no dejan lugar a ninguna réplica por lo que, tras asentir con entusiasmo, se adentran en el interior de la casa, siguiendo los pasos de la mujer. depositan un beso fugaz en cada mejilla de un sonrojado, histérico y anonadado donghyuck, quien todavía no puede creerse que sus gemelos favoritos estén a punto de sentarse a cenar con su familia.

―¿boo? ―inquiere con sorna mark, sonriendo burlonamente en dirección a su gatito.

―es un estúpido mote que me puso de pequeño ―aclara haciendo una mueca. ―en realidad es boo bear.

quizás no debería haber dicho eso, pues sonoras carcajadas se hacen presentes en el recibidor al escucharle. sus mejillas se sonrojan a más no poder y debe esconder su rostro entre sus manos para evitar que la vergüenza bañe todavía más sus facciones. afortunadamente, el grito de hyeri llamándolos a la mesa lo saca de esa situación para nada deseada y los guía hacia el comedor.

los gemelos se sorprenden al descubrir a cuatro chicas de diferentes edades vestidas con sus pijamas, charlando a gritos y metiéndose las unas con las otras. callan enseguida al ver las dos personas recién llegadas que no se esperaban en absoluto.

―¡hyuck! ―exclama una de las mayores, la rubia, más concretamente. ―¿por qué no avisaste de que tendríamos visita? ¡me hubiera arreglado!

―¿y de qué habría servido eso, hyungseo? ―se burla la morena, sacándole la lengua.

―cierra el pico, yoorim ―le espeta ella, enfadada.

―basta, niñas ―ordena la mujer, terminando de colocar los platos repletos de comida delante de una de las más pequeñas.

jeno y mark se sorprenden al descubrir que las dos menores son gemelas y no tardan en reprocharle al castaño el habérselo ocultado. este simplemente se encoge de hombros, restándole importancia y sonríe de lado.

―supongo que tengo un imán para los gemelos ―los lee perciben el tono pícaro que tiñe sus palabras y sonríen ampliamente, mostrando sus adorables hoyuelos.

―parece ser que estábamos destinados a encontrarnos, pequeño ―ronronea jeno en su oído, estremeciéndole al echarle el aliento sobre la piel de su cuello.

las mejillas del ojimiel se sonrojan de nuevo por enésima vez en menos de quince minutos ante las palabras de uno de sus chicos, provocando las miradas burlonas de ambos de los lee. sus hermanas, ajenas a todo eso, siguen peleando y discutiendo entre sí, comenzando a sacar de sus casillas a hyeri.

―silencio, mocosas ―anuncia donghyuck alzando la voz y logrando que las cuatro obedezcan.

―yeri, muévete para acá ―dice su madre, haciendo un gesto hacia su sitio. ―hay que hacerles sitio a nuestros invitados.

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