009: de fiesta

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las cosas entre los lee y su pequeño amante van de maravilla. no hay quién lograra separarles y, prácticamente, los gemelos viven en casa de los im. hyeri los ha integrado como si fueran parte de la familia, sobre todo al conocer la situación que viven con sus padres, así que no le supone ningún problema que se pasen las tardes en su casa. incluso se lo agradece, pues echan una mano con las gemelas y así la mujer puede tomarse las cosas con más tranquilidad.

obviamente no están tanto tiempo solos como les gustaría, pero siempre encuentran la manera de poder enredarse entre las sábanas y disfrutar de varias horas juntos. cuando eso no es posible, se contentan con simplemente poder pasar el tiempo juntos, viendo alguna película o charlando tranquilamente, incluso organizan sesiones de estudio cuando se acerca la época de exámenes.

al finalizar el periodo evaluativo, donghyuck solo quiere salir a algún bar o discoteca y celebrar. no tiene un motivo en específico, tan solo desea despejarse después de tanto estrés. no le ha costado demasiado convencer a los gemelos, pues siempre están dispuestos a complacer al menor. además, hace mucho que no salen de fiesta y no les vendría nada mal.

el castaño está vistiéndose en su dormitorio, con los lee acomodados en su cama observándole fijamente, ya que han ellos ya están completamente arreglados y listos para partir. tras colocarse unas bragas de encaje negras, rebusca entre sus pantalones hasta que encuentra unos vaqueros ajustados del mismo color que su ropa interior ligeramente desgastados.

―por mí podemos hacer nuestra propia fiesta, gatito ―murmura mark con la vista fija en su perfecto cuerpo. ―no hace falta que te pongas nada más, lo único que tienes que hacer es venir aquí con nosotros.

―vamos, markie ―hace un puchero aunque sonríe, divertido por las palabras del mayor. ―me apetece mucho salir, y bailar, y beber, y seducirlos con mis movimientos pélvicos ―hace una pobre imitación de a lo que se refiere, ganándose ligeras risitas por parte de los hermanos.

―está bien, pero solo porque tengo mucha curiosidad sobre cómo vas a seducirnos ―acepta, intentando no fijarse demasiado en sus redondeadas nalgas adornadas con esa pieza de lencería tan sexy.

―tengo mis trucos, cariño ―responde, haciéndose el misterioso y guiñándole un ojo.

una vez se ha abrochado el botón de los pantalones, elige una de sus camisetas de manga corta blanca con un estampado en el centro. termina el atuendo colocándose una chaqueta vaquera miel claro y sus típicas y preciadas vans. lo que más le cuesta es acomodarse el cabello como a él le gusta, pues tarda más de treinta minutos en conseguir que esté en perfectas condiciones.

―pequeño, no tienes que impresionarnos más ―le dice jeno, aburrido ya de esperar a que termine de alistarse. ―ya nos tienes a tus pies.

―tengo una reputación que mantener, hombre ―dramatiza el aludido, provocando que sus acompañantes pongan los ojos en blanco. ―ya estoy listo, quejicas.

soltando un gritito de júbilo, los hermanos se levantan de un salto del colchón y se apresuran a dirigirse hacia el coche, despidiéndose de hyeri con un beso en su mejilla y revolviendo el cabello de las niñas, riendo al escuchar sus reproches. después de prometer a la mujer que cuidarían de su pequeño y que lo mantendrían a salvo durante la noche, pues luego se quedarían en casa de los lee, salieron del hogar de los im y se montaron al vehículo.

―dios, no sabéis cómo me apetece esto, chicos ―exclama emocionado el ojimiel, saltando sobre el asiento trasero y dando palmaditas como si fuera un niño pequeño.

los aludidos simplemente sonrieron y se observaron entre sí, felices de poder satisfacer a su pequeño. después de un ameno trayecto hacia uno de los bares con mejor reputación de la ciudad, los tres se dirigen hacia el interior del local. todavía no hay demasiada gente y el ambiente es muy calmado, el ideal para comenzar con la velada de manera tranquila.

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