Poco a poco, los párpados de Finlandia comenzaron a abrirse, revelando un techo sobre él. Intentó levantarse, pero sintió dolores punzantes en las costillas y en la cabeza. Se sujetó la cabeza y notó una venda alrededor de ella. Bajó la mirada y examinó su cuerpo: solo llevaba puestos unos boxers y estaba completamente vendado, especialmente en el lado izquierdo.
Luego, dirigió la mirada hacia adelante y se percató de que estaba en una habitación bastante amplia que claramente no era la suya. No parecía ser una habitación de hospital; las paredes tenían un color granate con una decoración particular, y la cama en la que estaba era lo suficientemente grande como para acomodar a dos personas.
Continuó explorando su entorno hasta que notó que no estaba solo. Había otra persona acostada en una cama idéntica a la suya, pero estaba de espaldas y la habitación estaba sumida en la oscuridad. Dedujo que se había despertado muy temprano.
Finlandia se despojó de las cálidas y gruesas mantas, sintiendo una ráfaga de aire fresco que le erizó la piel. Era diciembre, por supuesto que haría mucho frío, razonó en su mente. Buscó con la mirada prendas o algo que pudiera ponerse y notó que había ropa interior y un uniforme militar en su mesita de noche.
Una vez listo, se levantó de la cama con cuidado, pero un intenso dolor se apoderó de su tobillo. Emitió un gemido de dolor, tratando de evitar despertar a la otra persona con un susto. Volvió a sentarse y comenzó a masajear la parte dolorida, intentando aliviar la molestia.
"Perkele..."
Una vez terminado el masaje, Finlandia contempló cómo podría caminar si su pierna seguía en tan mal estado. Fue entonces cuando notó que al lado de la mesita había dos muletas. "Vaya, esta casa parece tener todo lo que uno necesita", pensó. Tomó las muletas y reflexionó sobre cómo alguien o un grupo de personas lo habría encontrado tirado en la nieve y lo habría traído a este lugar para curarlo. Sintió una profunda gratitud hacia aquellos que lo habían ayudado.
Con las muletas en mano, se dirigió hacia la puerta y notó que había unas botas y unos zapatos colocados allí, pero parecían ser de una talla muy pequeña, probablemente para niños. Sin dudarlo, eligió las botas que parecían ser de su talla y se puso una de ellas, dejando la otra para cuando su tobillo estuviera completamente curado.
Ahora estaba listo. Solo quedaba girar el pomo y abrir la puerta.
Justo cuando Finlandia se disponía a abrir la puerta, alguien la abrió antes que él, revelando que era su mejor amigo, Estonia. Los dos se quedaron mirándose en silencio por un momento, hasta que Finlandia mostró una expresión de felicidad. Habían pasado cuatro años desde la última vez que había visto a Estonia, cuando intentó ayudarlo durante la invasión soviética a los países bálticos.
Sin pensarlo dos veces, atrajo a Estonia en un fuerte abrazo, emocionado al punto de que las lágrimas de felicidad amenazaban con brotar. Cuando finalmente se separaron y Finlandia volvió a mirar a Estonia, notó que su mejor amigo no compartía la misma alegría.
"¿Qué sucede, Viro? ¿No estás feliz de verme?" preguntó Finlandia, confundido por la reacción de su amigo.
"¡Claro que lo estoy! Pero..." Estonia titubeó, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "¿No recuerdas nada?"
Finlandia frunció el ceño. "Recuerdo... recuerdo que estaba camino a casa y luego tuve un extraño sueño donde Iván estaba en mi casa esperándome para secuestrarme. Parecía tan real... jeje, menos mal que solo fue una pesadilla."
Estonia permaneció en silencio, evitando el contacto visual con Finlandia. Este notó el repentino cambio de comportamiento en su amigo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para explicar algo.
"Mira, Fin..." Estonia habló con cierto nerviosismo, y Finlandia simplemente asintió para indicar que estaba prestando atención. "Sobre esa pesadilla que mencionaste... No fue solo una pesadilla."
"¿Eh? ¿Qué quieres decir, Eduard?" Finlandia preguntó, confundido.
"Finlandia, Rusia te ha traído aquí" Reveló Estonia.
El rostro de Finlandia se transformó en una mezcla de confusión y horror. "¿Q-Qué?"
"Tino, no estás en Finlandia, estás en San Petersburgo" Declaró solemnemente.
Después de eso, ninguno de los dos dijo nada más. Estonia bajó la mirada, esperando la reacción de su amigo, mientras que Finlandia se quedó en silencio, con la mente en blanco. No quería creer que todo esto fuera real. Esperaba que fuera una mala broma o incluso otra pesadilla, pero desafortunadamente, era la cruda realidad.
"Supongo... que sería mejor que vuelvas a descansar... Iván vendrá a verte a las ocho" Dijo Estonia, con tono resignado, antes de dirigirse hacia su propia habitación.
Cerró la puerta detrás de él, suspiró y se acercó a su cama para recostarse nuevamente. Pero de repente, escuchó algo.
"Påven..." (Papá...)
Miró en dirección a la voz, que provenía de la cama de al lado. "Esa voz me resulta familiar" pensó mientras se acercaba a su compañero de habitación.
Movió la manta que cubría a su compañero, revelando que era las Islas Åland. Estaba a punto de preguntar qué estaba haciendo allí, pero rápidamente comprendió que él también había sido llevado a este lugar.
"Påven..." Susurró Åland en medio de su sueño agitado. Finlandia notó que el pequeño archipiélago agarraba fuertemente la manta y su rostro reflejaba el tormento de una pesadilla.
Apartó suavemente al pequeño Åland para poder acomodarse en la cama. Lo cubrió con las mantas para asegurarse de que no pasara frío y luego lo atrajo hacia sí, abrazándolo con calidez. "Papá... ¿Dónde estás...?", murmuró Åland mientras Finlandia rodeaba al pequeño con sus brazos y acariciaba su cabello rubio.
...
Finalmente, la guerra había llegado a su fin y los Aliados estaban listos para celebrar su victoria. Los países nórdicos decidieron reunirse en casa de Suecia, el único país nórdico que había mantenido su neutralidad durante el conflicto.
Los cuatro estaban en la sala, cada uno con su cerveza en mano. Dinamarca tenía las mejillas totalmente rojas, ya que era conocido por ser el que más consumía cerveza. Noruega y Suecia también estaban disfrutando de la bebida, mientras que el más joven del grupo, Islandia, observaba a los tres escandinavos borrachos comportándose como tontos y se reía para sí mismo.
La familia estaba reunida de nuevo y se sentía una sensación de completitud en el aire. Sin embargo, a pesar de la aparente armonía. La guerra había dejado cicatrices emocionales y físicas que tomarían tiempo para sanar por completo. Pero en ese momento, en medio de la celebración, intentaban disfrutar de la compañía y encontrar consuelo en la unión de los nórdicos.
La familia estaba de vuelta y unida.
Bueno...
...no del todo.

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La caída de la libertad
FanfictionLa guerra de invierno a acabado y Finlandia desea desesperadamente volver a casa. Por desgracia la Unión Soviética vuelve para llevarse a el y su libertad. ¿Podrá Finlandia volver a acostumbrarse a la casa de Rusia?