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A la mañana siguiente, Finlandia despertó sobresaltado por una voz, inicialmente pensó que era Aland, pero resultó ser Estonia.

"¡Soome, despierta!" exclamó Estonia mientras lo sacudía. "Debes estar listo para la ceremonia."

Finlandia gruñó y finalmente se despertó a regañadientes.

"Mira cómo tienes el pelo despeinado" se burló el estonio. "¿No has dormido bien?"

"Mmm... todavía estoy de muy mal humor con todo el asunto" respondió Finlandia, frotándose los ojos.

Estonia soltó un suspiro, recordando la actitud de Finlandia cuando fue llevado por primera vez a la casa de Rusia. Esta vez, el finlandés se había vuelto más orgulloso y terco, pero aún albergaba un profundo resentimiento hacia la nación más grande.

Finlandia dirigió su mirada hacia su mejor amigo, quien lucía un impecable uniforme militar de color marrón.

"Wow" Fue lo único que dijo el finlandés. "Te queda como un guante."

"Gracias, aqui esta el tuyo" Dijo Estonia mostrando el uniforme. 

Finlandia inspeccionó su uniforme meticulosamente, notando que era idéntico al de Estonia.

Mientras Finlandia se miraba en silencio en el espejo, Estonia lo ayudaba a ponerse el uniforme con amabilidad. Ambos mantenían un ambiente tranquilo mientras Estonia ajustaba los detalles del atuendo para asegurarse de que estuviera correctamente colocado.

"Oye, Estonia" dijo Finlandia mientras miraba a su amigo. "Durante la Gran Guerra, me enteré de que Ucrania animó a Alemania a invadir la Unión Soviética."

Estonia lo miró confundido, sin comprender completamente hacia dónde se dirigía la conversación. "Sí, eso es cierto, pero ¿a dónde quieres llegar con esto?"

Finlandia examinó su reflejo por última vez en el espejo y luego se giró hacia Estonia con una mirada intensa. "Cuando terminó la guerra, ¿Que hizo Rusia se enteró de eso."

La simple pregunta dejó a Estonia sin palabras. No esperaba que Finlandia le hiciera tal cuestionamiento, y sintió un nudo en la garganta que lo atenazaba. Mientras tanto, Finlandia mantenía su mirada fija en él, esperando una respuesta.

"¿Le hizo algo a Ucrania?" Siguió insistiendo poniendo aun mas incomodo al báltico.

Ante la mirada intensa de Finlandia, Estonia sintió una gran presión sobre sus hombros. Se sentía incómodo y nervioso, y sin poder sostener la mirada de su amigo, bajó la cabeza. Sus manos temblaban y jugueteaban nerviosamente entre sí, mientras el sudor frío comenzaba a recorrer su frente. Era evidente que hablar de aquel tema lo ponía en una situación delicada. 

Al notar la reacción de Estonia, Finlandia comprendió que no necesitaba más respuestas. Sus sospechas se confirmaron, y el peso de esa verdad lo conmovió profundamente.

Cuando empezó a conocer un poco mas al gigante país descubrió que no solo hacía daño a los bálticos y a los demás, si no que también a sus propias hermanas.

"Da igual, olvida lo que dije" Dijo Finlandia volviendo a mirarse en el espejo. 

El incómodo silencio se apoderó de los dos amigos llenando el espacio con una tensión palpable, hasta qué Finlandia volvió hablar.

"Rusia jamás va a cambiar, da igual que si su entorno cambie el seguira siendo asi." Comentó el finlandés mientras se echaba un vistazo. "Estoy cansado que siempre daña a las personas que mas amo..." 

La caída de la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora