Dio un par de golpecitos en la puerta y retrocedió, ya no había vuelta atrás. La puerta se abrió y reveló a Rusia con una bata, quien sonrió al ver al finlandés frente a él.
"Así que reconsideraste la idea" comentó Rusia.
"Solo vine porque el último tren al final no iba a llegar" admitió Finlandia a regañadientes.
"Ven, pasa" dijo Rusia mientras se apartaba para dejar entrar a Finlandia. El finlandés ingresó y fue recibido por el cálido ambiente de la casa.
"Qué agradable... ¡Achu!" Finlandia comenzó a temblar y estornudar.
"Parece que has cogido un resfriado. Y yo que pensaba que podrías soportar mi temperatura" bromeó Rusia. "Ve y toma una ducha caliente, buscaré ropa de tu talla."
El finlandés asintió, todavía tiritando ligeramente, y siguió las instrucciones de Rusia para tomar una ducha reconfortante. Mientras Finlandia se dirigía al baño, Rusia se ocupó de buscar ropa adecuada para él, queriendo asegurarse de que se sintiera cómodo y abrigado después de un día tan tumultuoso.
...
"¿Te sientes mejor?" preguntó Rusia mientras colocaba dos platos de sopa en la mesa.
Finlandia asintió, abrazándose a sí mismo debido al frío. El ruso le había proporcionado un pijama y una bata, aunque claramente no eran de su talla.
"Te sentirás aún mejor con esta sopa" comentó Rusia mientras los dos comenzaban a comer.
Con voz suave, Rusia continuó la conversación. "Dime, ¿a qué hora piensas irte?"
Finlandia respondió sin apartar la vista de la sopa. "A las nueve. Debo regresar temprano, seguro que Åland estará preocupado."
"Te preocupas mucho por él, se nota que lo quieres" Comento Rusia.
"Es como un hijo para mí. No permitiría que nadie le toque ni un solo pelo" respondió con firmeza.
"Todos queremos proteger a nuestros seres queridos a toda costa" agregó Rusia. "Queremos lo mejor para ellos, incluso si están enojados con nosotros."
Ambos compartieron un momento de comprensión mutua, reconociendo la profundidad de sus vínculos personales y los desafíos que conlleva cuidar de aquellos a quienes aman, incluso en circunstancias complicadas.
"¿Por qué no dejas que tus hermanas sean independientes?" preguntó Finlandia. "Son adultas, pueden vivir sus propias vidas."
"Verás, Fin, para nuestros líderes es una manera de demostrar a otras naciones nuestra fortaleza. Pero para mí, es una forma de sentirme amado teniendo a mi familia a mi lado" explicó Rusia.
"No deberías hacer eso. ¿Has considerado cómo se sienten al respecto?" cuestionó Finlandia.
"Sí, soy consciente de eso. Bielorrusia no le importa, quiere estar a mi lado sin importar qué. Y Ucrania, sé que ella anhela ser un país independiente" respondió Rusia.
"Pero al hacerlo, estás siendo egoísta. Quieres que estén a tu lado para no sentirte solo, pero luego no les permites ser felices y perseguir lo que desean" señaló Finlandia.
"Entonces, tú también eres un egoísta" declaró Rusia de manera contundente, dejando a Finlandia sin palabras. "Haces lo mismo con Åland. Lo necesitabas para no sentirte solo, pero le niegas su deseo de volver con Suecia."
Finlandia quedó completamente atónito, sin palabras para refutar la conclusión del ruso. Las palabras de Rusia habían tocado una verdad incómoda y profunda, una que Finlandia había estado evitando enfrentar. En ese momento, se encontró sin respuesta, reflexionando sobre su propia actitud y sus motivaciones en relación con Åland. La conversación había alcanzado un nivel de honestidad que lo dejó sin más argumentos.
Ambos dejaron de hablar y se concentraron en terminar sus sopas. Para Finlandia, esta conversación había sido única, recordándole de manera vívida que no había tenido un diálogo tan sincero con Rusia desde los tiempos en que aún era el Gran Ducado de Finlandia.
Y ahí estaba, en la casa de la nación que más despreciaba en el mundo, después de haberle dado la bienvenida, ofrecerle una ducha caliente, comida y ropa. Mientras tanto, él había respondido con rudeza y desconfianza. La ironía y el contraste de la situación no pasaron desapercibidos para Finlandia mientras continuaba comiendo en silencio, reflexionando sobre la complejidad de las relaciones internacionales y las emociones personales involucradas.
"Supongo que tienes razón" murmuró Finlandia en voz baja mientras continuaba pensando en sus propios pensamientos.
"¿Que dijiste?" Rusia levantó una ceja, un poco sorprendido por la respuesta del finlandés.
"Dije que tienes razón..." Finlandia repitió, esta vez un poco más en voz alta, como si estuviera hablando tanto para sí mismo como para Rusia.
El ruso sonrió, pero esta vez era una sonrisa genuina, llena de alegría y esperanza. Había captado el matiz en las palabras de Finlandia y sentía que había logrado un avance en la comprensión entre ellos. Era un pequeño paso hacia la reconciliación y la posibilidad de una relación más sincera en el futuro.
"No te sientas tan mal, los dos tenemos tantas cosas en común, que ni nos damos cuenta" Rusia comentó suavemente.
Finlandia permaneció en silencio, sumido en sus pensamientos mientras saboreaba la sopa. Las palabras de Rusia habían resonado en su mente de una manera inesperada. Se dio cuenta de que, en su enfoque constante en las acciones y motivaciones de Rusia, había descuidado examinar sus propias acciones y actitudes. Se había preocupado tanto por protegerse de lo que veía como las intenciones ocultas de Rusia que se había vuelto ciego ante sus propias áreas de mejora y sus prejuicios.
Mientras tomaba otro bocado de sopa, Finlandia comenzó a reflexionar sobre cómo había contribuido a las tensiones entre ellos y cómo podría cambiar su propia perspectiva para lograr una relación más equilibrada y comprensiva con las islas Åland. La conversación con Rusia lo estaba llevando a cuestionarse a sí mismo de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.

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La caída de la libertad
FanfictionLa guerra de invierno a acabado y Finlandia desea desesperadamente volver a casa. Por desgracia la Unión Soviética vuelve para llevarse a el y su libertad. ¿Podrá Finlandia volver a acostumbrarse a la casa de Rusia?