Tercer relato

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—¡Hice galletas!

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—¡Hice galletas!

Seis y cuarenta y cinco de la mañana.

Kuroo Tetsuro, su mejor amigo, está parado en su puerta con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo un recipiente con tapa lleno de galletas con formas de pino, renos y el gorro de papá Noel.

Siete años al lado de Kuroo son suficientes para acostumbrarse a su manera de ser. Intrépido ante todo, arrogante y divertido. Un chico tan energético a su lado logra cansarlo fácilmente, pero hace lo que puede para no matarlo conforme pasan los días. Aún así hay semanas que quiere ahorcarlo y hay otras en las cuales quiere casarse con él.

No le gusta admitir que está enamorado de él a pesar de que todo su círculo cercano lo sabe. Padres, amigos y hasta el padre de Kuroo. Cree que todo el maldito mundo es consciente de sus sentimientos hacia su mejor amigo, excepto él.

Kuroo es un chico increíble. No hay detalle de él que no lo enamore; a pesar de tener una personalidad y un carácter naturalmente irritable, lo ama y cree que el sentimiento no se desvanecerá tan fácilmente.  Aprendió a vivir con ello y se acostumbró a las estúpidas mariposas en el estómago cada vez que lo veía o a las increíbles ganas de besarlo al verlo tan concentrado en sus tareas, en los entrenamientos o en hacer alguna estupidez. Kuroo lo conquista día y a día y este no es consciente.

Pero hoy... esa bendita mañana, quiere ahorcarlo.

¡Son las seis, casi siete! ¿Cómo se supone que puede no querer matarlo si el idiota golpea su puerta tan temprano?

—¿Que acaso no tienes una vida que vienes a molestarme?

—Sabes la respuesta a eso.

Kuroo entró a la casa, robándole un suspiro a Kenma.

—¡Mamá! —alzó la voz desganado—. ¡Kuro está aquí!

—¡Cariño!

Con el pasar del tiempo, también ha entendido que su mamá ama más a su mejor amigo que a él, que es su propio hijo.

—¡Traje galletas, señora Kozume!

—¡Ven a la cocina!

Kuroo le dedicó esa típica sonrisa detestable que tanto lo caracteriza. Decidió ignorar los sentimientos inconscientes y solo le dedicó una mala mirada, dirigiéndose a las escaleras.

—Iré a bañarme.

—Al fin.

Kuroo molestó más.

La ducha no duró ni más de quince minutos. Necesitaba bañarse porque la noche anterior no lo había hecho y necesitaba, seriamente, limpiar su cabello. Parecía grasoso y a pesar de que Kuroo y toda su familia estaban acostumbrados a verlo así, ahora le daba vergüenza.

Cuando bajó, se encontró con su mejor amigo desayunando en la cocina junto a sus padres.

—Kenma, ven —Su madre lo llamó—. Tetsuro me estaba diciendo que pasará la navidad con nosotros.

5 Relatos Navideños | Haikyuu!! 2022 🎄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora