CAPITULO 4

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El Dr. Gulf Kanawut se veía más cómodo en un bar and grill de lo que Mew pudo anticipar. Había considerado algunas opciones para la cena, pero al final había elegido su lugar favorito en Haiya, meramente para dejar claro, exactamente el tipo de persona que era. La mesera coqueteó con ellos dos, pero tomó sus órdenes con una pequeña bulla y desapareció. Ella regresó con soda para los dos y se fue otra vez antes de que hubieran terminado de desenvolver su pajilla.

Grace Martin me dijo que tú te saboteas a ti mismo, — Gulf dijo y sonrió abiertamente. — Ella también me dijo que debería esperar un desaire y que te haces de rogar.

Mew suspiró. — Debería haberme quedado en el armario. Quiero decir que todos sabían que era gay, pero, cuando estaba en el armario fueron lo suficientemente educados para no hablar de mí.

Pienso que eres un hombre muy afortunado, — Gulf dijo de su lado de la cabina. — Tienes una familia cariñosa, que te apoya y un pueblo entero lleno de entrometidos que solo quieren que seas feliz. Muchos hombres en nuestra posición no tienen nada de eso y honestamente no tienen esperanzas de tener eso alguna vez. No digo que el pueblo sea perfecto, y sé que hay un buen número de personas que evitarán mi práctica, porque soy gay y no estoy inclinado a ocultarlo.

Probablemente no tantos como se podría pensar, — Mew admitió.

A la mayoría de la gente por aquí, honestamente no le importa con quién duermes, con tal de que seas una persona decente, en que puedan confiar para que haga lo correcto. Podrías percibir alguna disensión si tuvieras orgías en tu casa.

Señor, no he estado en una orgía desde universidad, — Mew dijo. — Aunque se de muy buena tinta que tu hermano es al que debo ir, si estoy tan inclinado a una. Él aparentemente sabe dónde todas las buenas fiestas sexuales tienen lugar en el condado.

Él es una amenaza, — Mew masculló. — Pero sabes que Grace está en lo correcto acerca de una cosa.

No me siento desdeñado, — Gulf respondió.

Eres demasiado atractivo para restarte importancia, — Mew admitió. — Es que no soy uno de tener relaciones ocasionales o sexo casual. No llevo a cada hombre con que salgo a la cama. Lejos de eso, de hecho. Hubo un tiempo en mi vida cuando eso habría puesto en peligro mi carrera, pero ahora es más acerca de mis preferencias, en lo que se refiere al sexo.

Gulf se mordió el labio. — Si me dices que eres exclusivo en la parte inferior, romperás mi corazón.

Mew estalló de risa. — No, nada eso. Se encogió de hombros. Prefiero estar arriba, pero no me opongo en absoluto a tomarlo de la persona debida. Hay un asunto de confianza a considerar, en lo que se refiere a relaciones sexuales con penetración.

Estoy de acuerdo. — Gulf comenzó a decir más, pero una mujer se acercó a la mesa en ese momento diciendo su nombre. Se sorprendió y comenzó a levantarse. — Dra. Keerati.

Oh, no, no se levante, — la mujer dijo con una amplia sonrisa para los dos. — Te vi y tuve que venir a hablar. Quería disculparme por no estar a la mano esta tarde cuando viniste a terminar el papeleo para el hospital.

No fue un problema. El Dr. Mallory fue genial. — Gulf se relajó en el asiento. — Dra. Gypsy Keerati, éste es Mew Suppasit.

El sheriff, — dijo la Dra. Keerati con una sonrisa. — Sí, le recuerdo de la última elección. Sus vallas publicitarias fueron las más calientes en ese entonces, por supuesto, voté por usted.

LA LEY DE LA MANADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora