Mew se estremeció y pasó sus dedos por el pelo de Gulf. Él no había estado yendo a la pesca de sexo, cuando había sugerido que se acostaran temprano. Había sido un día largo, exasperante para ambos, y él había creído que necesitaban el sueño. Pero su doctor increíblemente ardiente había llegado a la cama con una agenda completamente diferente, y Mew nunca había sido el tipo de hombre que rechazara una mamada. Él flexionó sus caderas, y Gulf gimió a cambio. Él lo hizo nuevamente, follando la boca del doctor con un movimiento lento. El placer bajó por su columna, y sus bolas se apretaron contra su cuerpo mientras él luchaba contra las ganas de venirse.
— Joder, voy a venirme sino... — Se calló con un estremecimiento cuando Gulf le succionó más duro, sus mejillas ahuecándose mientras oscilaba de arriba abajo, de arriba abajo. Los dedos de Mew se apretaron en un puño, y se vino temblando.
Gulf presionó un beso suave, cariñoso en la saliente del hueso de la cadera de Mew, mientras levantaba cabeza. — Nunca he hecho esto en alguien incircunciso antes.
— ¿Experimentando en mí, Dr. Kanawut? — Mew preguntó mientras descansaba sobre la cama.
Gulf se rió. — No realmente, pero tengo que admitir soy curioso. He visto porno, por supuesto. —Gateó hacia arriba y se deslizó a horcajadas sobre los muslos del hombre lobo. — Eres bastante grande por todos lados. Eso terrible.
— Hago trial, lo admito, — Mew murmuró mientras ahuecaba las caderas de Gulf. Frotó sus pulgares a lo largo de la línea de músculo entre el estómago del doctor y la ingle, trazando la V pensativo. — Estas sumamente en forma para un tipo con un trabajo de cuello blanco.
— La cirugía es a menudo una prueba de resistencia. Tengo que permanecer en forma si quiero pasar diez horas sobre mis pies, sin sufrir por ello. Tengo un Bowflex en alguna parte de esta casa. Estoy pensando en pagarle a los gemelos para que lo desempaquen por mí.
— Traerían a sus amigos y lo harían por comida y una oportunidad para lucirse con las chicas, las traerían solamente para mirar. Los adolescentes son tan fáciles como eso. — Mew sonrió cuando Gulf se rió.
— Me gustas demasiado para mi propio bien. — Arrastró los dedos a lo largo de los abdominales de Gulf, dejándolos engancharse en el ombligo del hombre. — ¿Perforación?
— Traté de ser rebelde, — Gulf admitió y suspiró. — Mi madre solo me compró algunos anillos más bonitos y me dijo que no llevara puesto esa mierda barata.
Mew se echó a reír. — Pienso que ella me va a gustar mucho. La cicatriz se ve curada.
— Lo saqué en la Escuela de Medicina. Realmente no encajaba con la imagen que quería proyectar. — Él respiro bien profundo, cuando Mew envolvió una gran y cálida mano alrededor de su pene. — ¿Qué tipo de período refractario tienes?
— Simplemente unos minutos, — Mew masturbaba al médico tan lentamente como podía. Frotó un pulgar sobre la cabeza, frotando el líquido preseminal suavemente en la piel. — ¿Por qué? ¿Quiere que te folle?
— Diablos, sí, — Gulf susurró mientras se mecía en la mano de Mew.
Mew soltó la polla de Gulf y trató de alcanzar el lubricante. — Vamos a prepararte entonces. — Él le dio un golpecito para abrir la tapa. — ¿Estás seguro que no estás demasiado adolorido para esto?
Gulf inclinó su cabeza. — No tengo dolor para nada, Mew.
Mew frunció el ceño. — Hmm, ¿estabas con dolor ayer por la anoche después de haber terminado? No fui tan suave como tenía la intención de ser, y nos anudamos. Dijiste que habían pasado meses.
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LA LEY DE LA MANADA
LobisomemEl Dr. Gulf Kanawut salió de Bangkok y se trasladó a un pequeño pueblo de Chiang Mai después de heredar la casa de su tío. Por desgracia, una parte inquietante de su pasado lo persigue. La última cosa para la que el Sheriff Mew Suppasit realmente t...