Aquel día de Agosto

8. Dead end relapse.

Capítulo ocho.

17 de Enero del 2020.

El sentimiento de soledad me consume de nuevo. Recaí en aquello que me costó tanto dejar, volví a querer dejar de sentir, volví a querer lastimarme, volví a morir pero está será la última vez. Todo se siente mejor cuando estamos con alguien afrontando una mala situación, nos sentimos tristes pero con menos intensidad, sentimos el apoyo de alguien más, sentimos que todo va a estar bien en algún otro momento, dejamos de pensar tanto, no estamos solos con nosotros mismos, nos sentimos basura pero con alguien que puede decirte lo contrario hasta que tú comiences a mirarlo de la misma forma que antes, pero estando solos nadie puede sacarte de la realidad que tu mente comienza a crear para castigarte por las cosas que te pasan, nadie puede decirte que las cosas mejorarán o cambiaran de cierta manera, nadie puede apoyarte ni mucho menos puede evitar que sigas lastimandote.

Me sentí mejor porque Andrew estuvo para mí en ese momento difícil con Bianca, pero ahora estoy sola y ya nada se siente seguro y reconfortante. Paso lo que evitaba a toda costa y esto tiene consecuencias poco agradables para mí.

Las personas tenemos la dicha de ver al enemigo que te acecha para lastimarte, al verlo tenemos la seguridad de que existe porque los seres humanos mayormente necesitan ver las cosas con ojos propios para ser creyentes de eso, algunos se hacen ciegos a su amenaza permitiendo que sea lo que sea pase, otros evitan cruzarlo por su camino para evitar cualquier tipo de desgracia y luego están los valientes que simplemente afrontan el problema y buscan soluciones... ¿Pero que pasa cuando el enemigo eres tú mismo? ¿Que pasa cuando no lo miras? ¿Acaso no existe? Casi nunca nadie se da cuenta del mal que se causa, casi nadie nota que se está matando, casi nadie puede salvarse de sí mismo por no saber cómo hacerlo o por no entender que estás causandote daños que nadie podrá reparar luego. Tu mente suele ser tu mejor amiga pero tú peor enemiga a la vez, te ayuda pero también te daña, es la única que conoce absolutamente todo de ti incluyendo tus debilidades, pero tambien es la única en la que puedes confiar verdaderamente, saber que tu mismo te estás destruyendo, darte cuenta de eso y seguir permitiendo que suceda cuando quiera porque no eres lo suficientemente fuerte para ayudarte a ti mismo es lo deprimente y difícil de ese rollo.

No siempre se espera salir con éxito de alguna enfermedad, no siempre se sabe que se tiene una enfermedad, no siempre se puede lograr salir de eso que te carcome negativamente, pero cuando salimos de ello que conocemos bien pero no sabíamos cómo accionar, nos acostumbramos a lo sano que se siente estar bien, enamorarse de la felicidad que te da la paz hace mucho más difícil aceptar la realidad cuando esa paz se acaba. Los estúpidos como yo pensamos que todo siempre estará bien, que una vez que las cosas marchan bien toda la vida será así, me hice a mente cerrada las posibilidades de que mi vida tomara rumbos negativos y nisiquiera fui lo suficientemente fuerte para darle cara a la situación en la que me encontraba.

Las recaídas son más difíciles de superar que la propia raíz de todo tu problema, alivias el dolor por poco tiempo con lo que ya conoces y cuando ese alivio se va no sesa más hasta que consigas una solución rápida con más dolor, o puedas volver a salir de ese abismo. Recaer en un vicio es aún más peligroso que caer por primera vez... Caes de nuevo en algo que ya conocías y ya sabes cómo salir pero se te resulta aún más difícil ahora que ya conoces lo que hay luego de eso, quieres volver pero no quieres acostumbrarte de nuevo a la felicidad por miedo a volver a caer en la miseria, comienzas a cuestionarte y a volver a encerrarte en el dolor que te hace ver la realidad o lo que tú crees que es TÚ REALIDAD.

Mi dolor solo se incrementa más, no disminuye ni un poco y eso me está llevando al borde de la desesperación, está rebozando los límites que temía volver a conocer.