04.

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Yoko organizaba sus labiales sobre el pequeño estante de plástico que tenía sobre su escritorio, sin embargo su atención estaba totalmente puesta en la historia que su novia le contaba, ambas eran sin duda demasiado chismosas.

La vampira miró de reojo hacía el otro lado de la habitación viendo a Enid acostada de espalda, llevaba bastantes horas así y realmente ya no estaba segura de si se encontraba dormida en aquel punto, se giró para mirar a Divina y ambas levantaron los hombros.

–¿Sigue dormida?– Susurró la sirena lo más bajo posible para no ser oída, Yoko volvió a mirar hacia la rubia y negó con la cabeza.

–Lo dudo, ella nunca toma siestas–

Lentamente se fue acercando a la cama donde la chica supuestamente dormía, sentándose con cuidado para no asustarla.

–Enid, sé que no estás durmiendo– Le avisó, pero la contraria solo se movió un poco quejándose por su presencia. –Entiendo que la discusión con Merlina te haya deprimido, pero no puedes estar así todo el tiempo, necesitas alegrarte un poco–

Sinclair se movió hasta quedar mirando al techo, tenía unas ojeras bastante notables, había estado gran parte de la noche pensando mientras escuchaba música triste, siempre hacía eso.

–No me siento así por eso– Musitó llamando la atención de Yoko, quien se sentó un poco más cerca para oír bien lo que diría.

–¿Entonces? ¿qué es lo que sucede?– Preguntó bastante interesada, no era común en Enid esas actitudes.

–Lo que me deprime es que solo pienso en ella, Yoko... y cada vez que lo hago siento como si mi corazón volviera a latir pero con más fuerza– Lloriqueó cubriendo su rostro con la almohada que tenía a su lado, la mas alta sonrió bastante sorprendida por lo dicho.

La vampira acarició las manos de su amiga para que se sintiera un poco mejor, Divina se había unido a ellas por la preocupación, ver a Enid sin sonreír era algo completamente desconocido.

–Cielo, está bien sentir ese amor en tu corazón, no deberías deprimirte por eso– Explicó tratando de hacer que la rubia se sintiera comprendida, pero ella no dejaba de ocultar su rostro, hasta que quitó la almohada con fuerza.

–Se sentiría bien, pero creo... que me gusta Merlina Addams, una chica que no pone otra cosa como prioridad que no sean sus propios intereses y no le importaría dejarme en el bosque absolutamente sola con un asesino en serie ¿por qué debería alegrarme? ni en un millón de años me correspondería, yo creo que preferiría matarse– Bufó alejando unos mechones de cabello rubio que se habían colocado sobre su rostro al quejarse, vió a sus dos amigas riéndose en voz baja y fingió un llanto, todo era tan difícil ahora que lo había pensado durante horas en la madrugada.

–Bueno, tienes razón en casi todo. Casi, porque tu eres una chica preciosa con un corazón lleno de amor para dar, si no aprecia eso ni en lo más profundo de su ser, no vale la pena. Deberías volver y arreglar las cosas con ella aunque digas que solo fue una pelea mínima, quizás lo aprecie aún si no lo demuestra– Recomendó Divina con los brazos cruzados, se encontraba orgullosa de lo que había salido de su boca, sin duda era una genia para dar discursos motivacionales.

–Lo haré solo porque me cansé de ser la tercera rueda entre ustedes dos– Se quejó nuevamente, fingiendo estar completamente ofendida, se pararía de esa cama y volvería a la habitación junto a Merlina, estaba cien porciento segura.

Caminaba lentamente hacía la habitación que compartía con Addams, en su cabeza solo se reproducían pequeños momentos que habían tenido juntas y que para Enid habían sido mucho más especiales de lo que se imaginó.

Había intentado practicar el baile del rave'n con sus amigas, pero siempre le tocaba esperar mucho tiempo a que ellas se desocuparan bailando y cuando por fin podía hacerlo con una de ellas, no se sentía bien, era incómodo y no experimentaba la misma conexión que con su amiga, eso hacia sus sentimientos explotar aún más.

Nunca se imaginó que estar afuera de aquella puerta de madera con la mano estirada y una pesada mochila en el hombro sería el momento en el que estaría más asustada, pero allí se encontraba, sin poder tomar el pomo de la puerta por los nervios que sentía los cuales lentamente se convertían en náuseas incontenibles.

Bajó el brazo para acomodar su cabello y respirar profundamente, debía hacerlo, debía volver aún si ella misma había hecho la pelea más tonta del mundo, no podía dejar que sus sentimientos arruinaran la amistad que tenía con Merlina, aún si llegara a ser solo eso, una amiga del montón. Esta vez estaba decidida, acomodó el bolso en su hombro y suspiró una vez más, no sabía como le explicaría la razón por la que estaba de vuelta, pero de seguro no debía ser tan complicado.

Colocó su mano sobre el objeto apunto de girarlo, pero la puerta se abrió dejando ver a la pelinegra quien estaba por salir de la habitación, paró rápidamente y miró sin expresión a la rubia, solo tragó en seco y le dió el espacio para entrar a la habitación.

–¿Se te quedó algo otra vez?– Preguntó tratando de no hacer que el ambiente fuera tan incómodo, no podía negar que los días que estuvo sin Enid en la habitación fueron raros, al ocupar su máquina de escribir constantemente se encontraba mirando hacía atrás y de vez en cuando extrañaba sus pequeñas risitas al mandar mensajes de texto, había podido avanzar bastante con su escritura pero sus letras no tenían sentido cuando ella no estaba, verla parada frente suyo con rastros de no haber estado durmiendo ni comiendo bien era algo que le costaba asimilar al observarla con atención, parecía como si la Enid que sonreía todo el tiempo se hubiera ido de vacaciones y se preguntaba en su mente cuando volvería, porque quizás no era tan insoportable como decía que lo era.

–No, yo... estoy de vuelta, dije que solo me iría unos días, pero si quieres regreso y me quedo allí para siempre– Bromeó sonriendo débilmente, Merlina la miró de reojo y se mantuvo con la mano pegada a la puerta, por alguna razón ya no quería salir.

–No es necesario, a veces el silencio vacío es molesto– Musitó, respirando de forma lenta y con dificultad, no habían entablado una conversación desde la pequeña pelea.

–Eso es tierno, Mer– Sonrió de una forma más sincera, mirando a Addams a los ojos aún si estaba lejos, al dejar sus cosas sobre la cama se acercó a ella. –¿Ibas a salir?–

–Si, iba al taller de Xavier–

Enid inconscientemente borró su sonrisa y eso no pasó desapercibido por la pelinegra. Quién sabía cuanto se habían visto cuando ella no estaba, eso la lastimó un poco pero solo desvió la mirada y asintió con la cabeza.

–Ve, no quería interrumpirte– Se disculpó y se dió la vuelta para colocar todas sus cosas en su lugar, Merlina la miró unos segundos antes de dar unos pasos más y cerrar la puerta detrás de ella. Al estar del otro lado sintió una gran brisa de aire golpeando su rostro con suavidad, todo con Enid había cambiado bastante desde hacia unas semanas pero no de una mala forma, solo era una difícil de describir.

Sinclair se dejó caer sobre la cama y formó un puchero con sus labios, jugando con sus manos tratando de no exteriorizar sus sentimientos. Miró su oso de peluche y lo tomó entre sus manos para abrazarlo con fuerza, dejando algunas lágrimas caer sobre el. Yoko no tenía razón, el amor no era bueno para ella y tendría que olvidarse de todo lo que sentía.

dance classes ⋆ wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora