Ajeno a la muchedumbre a su alrededor, el azabache de ojos azules grisáceos se encontraba mirando a la risueña castaña de ojos almendrados que yacía junto a su mejor amiga al otro extremo del gimnasio.
Se había percatado de que siempre se encontraba mirándola ya sea inconscientemente o no. Le gustaría evitarlo para evitar parecer un acosador, pero lo era imposible apartar sus ojos de ella cada vez que sus iris la encontraban.
—Para los estudiantes que decidan presentar un acto de baile o canto, podrán usar los tres gimnasios para ensayar sus presentaciones. Las únicas condiciones son; solicitar el uso de estos con anticipación, entregar el gimnasio limpio cuando terminen y procurar no tener accidentes en medio de sus ensayos. —La voz del director Shadis sobresalió entre el bullicio de los estudiantes, ocasionando que ahora se escucharan simples murmullos por el reciente aviso, y entonces el hombre mayor, procedió para acallarlos en su totalidad—. Una semana antes del show, podrán usar el auditorio para que puedan organizarse bien y logren dar una presentación aceptable.
Una vez más, Levi rueda los ojos, cansado de escuchar sobre el show de talentos que tanto revuelo a causado. No es algo que le interese y preferiría ignorarlo, pero no puede hacerlo cuando todos los días alguien está hablando de ello.
Incluso Freya se lo ha mencionado una vez.
Dijo estar emocionada por ver a sus compañeros en el show, a pesar de que ella no sería partícipe de este.
Realmente no le interesaba saber mucho sobre el tema, pero si era ella quien hablaba, estaba dispuesto a escucharla.
—¿No vendrás a la casa de Mike esta tarde? Realmente es más cómodo ensayar ahí que en el gimnasio.
—No tengo porqué ir. No participaré.
Erwin no insiste más con el tema, ya era consciente de que recibiría esa respuesta, pero no estaba demás intentar convencerlo una última vez.
—Bueno... Si cambias de opinión, sabes que puedes venir.
El azabache no está conforme con eso, pero de todas formas asiente con la cabeza, solo por cortesía.
Aprecia que siempre lo tengan en consideración a pesar de que él suele ser muy arisco y ajeno a sus ideas.
—¿Cómo vas con Freya? —pregunta el rubio. La asamblea había terminado, y, por ende, ambos estaban caminando en dirección a su salón.
—Bien... creo... —vacila un poco, pero después responde con firmeza—: Hoy la llevaré a la cafetería que abrió hace poco.
—¿La que queda en la plaza de Trost?
—Sí. Descubrí que ahí venden un postre que le gusta, así que dije; ¿por qué no?
Su amigo sonríe, está feliz por él. Ha notado que, desde que empezó a "salir" con la castaña, está más tranquilo y genuinamente feliz.
Habló con Freya sobre ello, y ahora él es consciente de los sentimientos de la castaña hacia su mejor amigo, pero este último es demasiado ciego como para darse cuenta.
No está dispuesto a entrometerse en ello, prefiere que ambos vayan a su ritmo y disfruten de las cosas simples como lo son sus salidas.
Cuando anuncien que oficialmente son pareja, él estará listo para molestar al azabache por haber sido tan ciego durante tanto tiempo.
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