𝟐.

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El despertador sonó, despertándome de golpe. Aún no me acostumbraba a esto.

Recordaba cuando venía mi madre a darme con una almohada, porque me quedaba dormida. O cuando mi hermana saltaba en mi cama mientras cantaba, esperando a que la llevase al cole.

En cambio, me encontraba en una habitación pintada de color blanco, con ventanas con barrotes. Una enfermera entró con una pastilla y un vaso de agua.
-Buenos días Natalie. Aquí tienes tu medicación, acuérdate que hoy tienes cita con el doctor a las diez.
-Gracias - respondí cortante.
Miré el reloj y me quedaba media hora para la cita.
Tomé la pastilla para las alucinaciones y fui a ducharme. Crucé el pasillo envuelta en una toalla hasta llegar al baño, donde me desnudé y abrí el grifo. Me duché tranquila, raramente a estas horas había alguien allí.
Salí de la ducha y seque mi cuerpo. Me vestí con prisa y fui directa a la consulta del doctor Michael.
Llamé a la puerta y no obtuve respuesta, así que entré extrañada.
Al entrar me encontré con una escena que me trajo recuerdos, y no necesariamente buenos. El doctor tenía un montón de apuñaladas en el pecho y un corte en el cuello. Comencé a gritar, pidiendo auxilio y me senté contra una columna. Agarré mi cabello y tiré de él estresada. Poco después entró una enfermera en la sala y aviso a sus compañeros. Me levantó de allí y comenzó a hacerme preguntas. Yo no escuchaba, estaba en mi mundo, volviendo a aquella noche.
-¡Papá, mamá!
No obtenía respuesta.
-¡Grace!
Seguía sin obtener respuesta.
Miré en su habitación, en la de mis padres.
Y nada.
No había nada.
Comencé a temblar y a sentirme mal.
-¡Papá, mamá! ¡Responder!
Bajé a la cocina y en el suelo había un rastro de sangre. Seguí el rastro y comencé a escuchar una respiración agitada.
-Natalie- susurró mi madre.
Tenía una puñalada en el estómago y un corte profundo en el brazo.
A su lado estaba mi padre, boca arriba, con un disparo en la sien.
-¡Mamá! ¿Qué ha pasado? ¡Buscaré ayuda!
-No, busca a tu hermana y ayudala a ella- cada palabra la decia en un tono más bajo y sus ojos se cerraban.
-Pero...
-Hazme caso.
Obedecí y fui en busca de mi hermana.
Era una noche de lluvia y era muy incomodo correr empapada, pero eso no me importaba.
Llegué al jardín y vi a mi hermana, tumbada en el suelo.
-¡Grace!
Corrí hacia ella y la vi, desangrándose y con su peluche en la mano.
-Hermanita, duele mucho.
-Lo sé cariño, lo sé.
-Tengo mucho sueño.
-No, aguanta despierta, llegarán pronto a ayudarnos.
Dije eso y parecía que el mundo iba en mi contra.
Su corazón dejó de latir y soltó el peluche.
No se destinguia la lluvia con mis lágrimas.
Verlos ahí, sin vida , me había matado viva.
-¡Natalie!- exclamó el inspector.
Volví a la realidad y fijé la mirada en él.
-Necesito hacerle unas preguntas.
-Adelante.
-¿Qué hacía usted aquí?
-Tenia cita a las diez con el señor Michael.
-¿Que pasó cuando entró?
-Lo encontré así.
-¿Viste a alguien en el pasillo antes, o en la propia consulta?
-No, o al menos no me acuerdo ahora mismo.
-Vale, gracias. Si sabe algo más o se le ocurre algo, llámenos.
El inspector marchó de allí y poco después llego Claire.
-¿Estás bien?
-No, me ha traído muchos recuerdos.
Ella me abrazó, sin decir nada más.
Estuvimos un rato así, hasta que nos separamos y fuimos juntas a la biblioteca.
No había nadie, o eso creía.
-Natalie- reconocía a la perfección la voz de Aiden.
-¿Qué quieres?- pregunté.
-Tranquila fiera. Me enteré de lo que pasó, y quería saber cómo estabas.
-Pues mal, ¿cómo crees que estoy?
-Entiendo, ¿tu quién eres?- le pregunto a Grace con cara de desaprobación.
-Grace, amiga de Natalie.
-Ah. Venía a deciros que si queréis venir hoy a la noche al lago, podéis venir sin problema. Van a organizar una fiesta, y no os vendría mal, en especial a Natalie.
-Nos lo pensaremos - dijo Grace tirando de mi.
Nos sentamos en la mesa y vimos que el chico ya se había ido.
-¿Te apetece ir?- le pregunté.
-Si, a lo mejor va Paul.
Paul era un chico que había conocido hace unas semanas en el comedor. Habían conectado bastante bien por lo que me contó ella, y me alegraba bastante verla feliz.
-Entonces te acompañaré.
-¿Enserio?
-Si, claro.
-Pues vamos a arreglarnos, venga- hizo el ademán de levantarse y yo agarré su mano para que no lo hiciera.
-¿Que vas a hacer? ¿Te pondrás tu uniforme más bonito, o que?
-Tienes razón, mucho no podemos hacer.
Seguimos hablando hasta que fueron horas de ir a las habitaciones. Llamaron a la puerta, era el momento de la pastilla para la ansiedad. La enfermera esperó a que la tomara y marchó. Cinco minutos después tenía a Claire llamando a mi puerta.
Fuimos con cuidado por el pasillo, con miedo de que nos descubrieran. Pasamos la puerta de la parte de atrás y comenzamos a correr hacia el bosque.
Ahí vimos una pandilla de gente y Claire fue hacia Paul. Yo busqué a Aiden con la mirada, hasta que lo encontré sentado solo en un tronco.
-Hola- saludé.
-Has venido.
-Me hacia falta.
-¿Necesitas hablar?
-¿Contigo? lo siento si te ofende pero deshaogarme de un asesinato con un asesino no me parece un buen intercambio de opiniones.
-No te preocupes, que lo entiendo.
-Vaya- dije sorprendida.
-No tengo tacto para estas cosas, es más estoy feliz que lo hayan asesinado.
-¿Por qué dices eso?
-Porque era un hombre que recetaba medicación que no era necesaria, para volverte más loco y no te fueras de aquí.
-¿Y tú qué sabes?
-La cantidad de pastillas que necesitas, no es la que se te está dando.
-¿Cómo sabes la cantidad que me dan?
-Tengo ojos por todas partes, ¿por qué crees que me acerqué a ti?
-Para atormentarme, supongo.
-No, no es mi intención, aunque tiente, me acerqué por otra cosa.
-¿Por cual?
-Porque me das curiosidad.
-Curiosidad- repetí sus palabras.
-Exacto.
-¿Y como llegaste a saber de mi?
-Me hablaron de una tal Natalie y investigué.
-¿Quién?
-Información privada, bonita.
-Como la que conseguiste de mi, ¿no es así?
-La diferencia es que esta la descubrirás por ti sola.
-Si tu lo dices.
Cada vez me entraba más ganas de resolver el enigma de Aiden, con cuidado de no caer en el intento.

Sólo tú y yo [EN REVISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora