Capítulo III.

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"-No tienes de que quejarte. -Le decía Úrsula a su marido. -Los hijos heredan las locuras de sus padres."

Gabriel García Márquez.

Giovanna.

-Buenos días. -Saludo.

-Hola, buenos días. -Rasca su nuca. -Te iba a decir que hoy no vinieras pero ayer te fuiste muy rápido y no tuve oportunidad, además no tengo como comunicarte, ayer no me dejaste tu número de teléfono.

¿Como... Tan rápido me despidió? . No lo puedo creer.

-Iker, dame otra oportunidad, por favor, necesito mucho este trabajo. -Ruego cerrando mis ojos y apretando mis manos pero el solo se ríe de mi.

-Tranquila, hoy voy a trabajar desde casa y puedo cuidar yo mismo de Laila, por eso te lo decía, no te voy a despedir, no aún.

Suelto una gran bocanada de aire.

-Que alivio. -Digo poniendo mis manos en mi pecho.

-¿En serio necesitas mucho este trabajo? . -Pregunta mirándome fijamente y de una manera muy amable.

-No sabes cuánto. -Lo miro directamente a sus ojos color café, es la primera vez que no me intimida ni me pongo nerviosa al mirarlo o establecer un tema de conversación con él. También puedo ver un lunar que no había visto antes a la altura de su labio, justo al lado de su nariz, en su cachete izquierdo, le queda jodidamente atractivo.

Seamos sinceros, si necesito este trabajo pero más lo necesito a él.

-Bueno, entonces quédate. -Aaah, me está invitando a quedarme cuando no me necesita, un gran paso Giovanna, punto a mí favor. -Cuida de Laila mientras yo trabajo en la terraza.

-Bien.

Me invita a pasar y lo sigo hasta la habitación de Laila.

-Cualquier cosas, ya sabes dónde estoy. -Aprieta mi hombro antes de marcharse y yo me quedo petrificada.

-Giovanna. -Una pequeña voz a mi lado me llama pero no soy capaz de moverme. -Giovanna.

Salgo de mi burbuja y veo que es Laila.

-Ah, si, hola. -Hablo.

Juro que no volveré a lavar mi hombro en mi vida.

-No sabía que hoy venías a cuidarme.

-Bueno, tenía hasta hoy para convencerte de quedarme y eso vine a hacer.

-Me alegra que no se te haya olvidado y ya que estás aquí hazme un jugo de naranja, tengo mucha sed y eso es lo que me apetece.

-¿Por que no te lo haces tú misma? .-Balbuceo.

-¿Dijiste algo? .

-No, nada cielo, ahora mismo voy a hacerlo.

Paciencia Giovanna, tienes que conseguir que esta niña te quiera y como único lo vas a lograr es con amor.

Me dirijo hacia la cocina, saco unas naranjas del refri y un exprimidor de la meseta, me pongo a exprimir cada una de las naranjas cuando veo a Iker entrar en la cocina, todavía no me puedo creer que haya apretado mi hombro y que se quedará todo el día en casa, lo que significa que puede que nos encontremos varias veces.

-Lo puedo ayudar en algo. -Pregunto "ingenuamente" .

-Creí que ya había quedado claro ese tema. -Dice echando cuatro cucharadas de polvo de café en la cafetera de goteo.

No sé si advertirle de que eso es demasiado café para una sola persona o dejar que continúe con lo que está haciendo.

-¿Como dice? .

Iker Turner. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora