Ha sido llegar al campamento y recordar todos los buenos momentos que he vivido aquí: La primera vez que me emborraché, fue en la playa, que está a unos 10 minutos andando del campamento. Era sábado, el cumpleaños de un colega, Jorge. Antes le he dicho a mi madre que los sábados podíamos salir del campamento, pero no es verdad. Pues bien, ese día decidimos salir a celebrarlo a la playa. Fue un lío el comprar las botellas, porque no sabíamos dónde estaba nada en este pueblo. Pero bueno, después de llegar a la playa, estuvimos jugando a atrevimiento y verdad y al yo nunca, y así acabé borracho. Luego tuvimos que saltar la valla del campamento, pero como estaba tan mal, me doblé el pie y estuve con una escayola todo el verano. A pesar de eso no me arrepiento, porque ese día conocí a Massimo y a Laia. Massimo fue el que convenció a un vagabundo para que nos comprara las botellas, pues con 17 años no nos las vendían. Desde entonces, hemos sido mejores amigos. Laia fue la chica con la que perdí la virginidad poco después de que me tocara darle un beso en el juego. La verdad que me llevé colgado de ella todo el verano, pero nunca quiso algo serio conmigo. Como esas, miles de anécdotas más. Me encantaría que Alma cree recuerdos como los míos aquí.
Al año siguiente, Massimo y yo nos hicimos monitores junto a otros más y desde entonces hemos sido fieles al Hawaii Blue. Nuestra rutina es sencilla: nos levantamos, preparamos las actividades para los demás, las hacemos, almorzamos, descansamos y esperamos a las veladas de por la noche... aunque nos pasamos la semana pensando en el sábado.
–¡Ahí está mi chulo!-- Ese es Massimo. Este italiano de metro noventa vuelve loca a todas, y él no desaprovecha ninguna oportunidad. Me acuerdo de la primera vez que lo ví: estaba peleándose con la que esa semana era su lío, Nuria.
–¡No me mientas más! Sé que anoche te fuistes a dormir con la zorra esa.
–¡Pero cómo voy a salir de mi habitación si nos tienen vigilados!-- Sus ojos verdes clavados en Nuria parecían que decían la verdad, pero era obvio que cuando una mujer afirma algo con tanta certeza, es porque está segura de lo que dice.
–Anoche estuvo conmigo, estuvimos viendo La casa de papel en mi portátil– Tuve que salvarlo. Hoy por ti, mañana por mí. Me miró sorprendido y dijo:
–Ves– Y ahí acabó su pelea. Era gracioso ver como un tío que impone tanto físicamente (por sus tatuajes de pies a cabeza y sus piercings), casi suplicaba perdón. Es una red flag andante, pero quiero con el alma a este cabrón. Ha estado muy pendiente de mí este año, desde que Alma empezó a estar así. Obviamente eso me afecta, porque yo conozco a Alma desde pequeña y sé que no es así. Ojalá algún día me explique qué le pasa para poder ayudarla.
Este año, hay una cabaña de monitores y otra de monitoras. Massimo y yo estamos juntos y nuestros compañeros son Fabián y Lucas. Fabián era muy divertido, pero no por nada, si no por su torpeza y sus gafas que hacían duplicar el tamaño de sus ojos. Tartamudea un poco cuando está nervioso. Es el típico prototipo de friki. Se le ve una buena persona. Lucas sin embargo, es un chulo y un prepotente, pero es el amigo que te defiende de todo y todos. Estuvo el año pasado de monitor con nosotros también, al principio no nos llevamos bien porque íbamos a por la misma. Luego nos enteramos que era lesbiana y encajamos de puta madre. Su apodo es "el canario", obviamente porque es canario; su piel dorada y sus mechones en plan surfero lo delatan.
–¿Qué haremos en nuestro primer sábado?-- Preguntó Lucas con entusiasmo. El primer sábado es el más importante, es cuando hay que demostrarles a los del campamento del pueblo del lado, el Karibe, quienes son los mejores. El primer año, teníamos que colarnos en el otro campamento y robar la mascota del campamento rival. Todo esto después del botellón, por lo que es más divertido. Solo hay una regla: solamente puedes participar si el alcohol en tu sangre supera los 0,9 g/l. El padre de Gustavo, uno del otro campamento, es policía y podía conseguir fácilmente las pruebas que les hacen a los conductores. Por esto mismo, los grupos se deciden en el último momento. Deben ser seis personas para intentar llevarse la figura de la mascota. El primero que vuelva con ella y la eche en la hoguera, gana. Nuestra mascota es algo parecido a una foca monje de Hawaii. Nos dividimos en tres: dos chicas y otro chico, se quedaron vigilándola; Saray (la ex de Massimo), Massimo y yo, intentábamos ir a por la mascota del Karibe, que es un guacamayo rojo. Ellos fueron menos inteligentes y se dedicaron a ir los seis a por nuestra foca. Error. Fue fácil para nosotros ganarles ese año. El año pasado, teníamos que hacer una carrera de relevos nadando hasta la boya, con la misma regla y el mismo número de integrantes. Ahí nos ganaron ellos, porque al canario se lo tuvo que llevar la ambulancia.
– No lo sé, todavía estamos a lunes– dije– Normalmente lo decidimos el día de antes o el mismo sábado.
– ¿Qué hay el sábado?-- Preguntó tímidamente Fabián. El canario me miró en plan: no vayas a decir nada, pero no le podíamos dejar de lado. Massimo se lo explicó todo y añadió:
– ¿Te vienes?
– Su-supongo– contestó subiéndose las gafas. El canario respiró y cuando Fabian entró al baño para lavarse los brackets, nos dijo:
– Si viene, perdemos
– Solo participará si cumple la regla, no hay porqué preocuparse.-- Me estaba sorprendiendo lo empático que estaba siendo este año. Desde lo de Alma, intento ver más allá de las personas, no me gustaría que a mi hermana la discriminaran por tonterías.
– Vale pero si Gustavo ve a un friki como este, se crecerá de momento y creerá que nos va a ganar.
– Cállate, Lucas, solo estás haciendo suposiciones. Vete a la mierda– Massimo siempre me apoyaba en todo. Dicho esto, nos dedicamos el resto de la mañana a deshacer las maletas... y bueno, un poco a fumar.
–¡Joder, Massimo! ¡Abre la ventana! ¡Huele un montón a porro!-- Estos últimos meses no había fumado mucho, pero con estos cabrones no hay quien se resista.
Escuchamos que se abría la puerta y el canario se guardó rápidamente lo que quedaba del gramo en sus partes.
– ¡Vamos chicos! Está todo listo para la presentación– Era Susana, la que llevaba el campamento. Es la puta ama, aunque con los campistas a veces es un poco dura.
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Tú, yo y el mar
Teen FictionMis padres me han enviado a un campamento de verano para que supere mis miedos e inseguridades. Mi hermano Dani, es uno de los monitores, junto a sus amigos. No sé qué esperar de esta experiencia, más aun cuando soy un poco antisocial. Gracias a Dio...