La conversación con mi hermano me había hecho reflexionar. Quería saber cómo empezó todo. Me sentía triste, pero según la psicóloga de la seguridad social, no era depresión, solo decía que a veces tenía episodios de ansiedad. El último que tuve fue antes de los exámenes finales. Bueno, siempre me decía que tenía distorsiones cognitivas: que solo me fijaba en las partes que no me gustaban de mi cuerpo y las comparaba con las de otros; que minimizaba las cosas que me gustaban de mi y/o que me parecían atractivas; que me hacía autocríticas muy duras constantemente; que las eventualidades en nuestra vida son culpa de mi apariencia, que tiendo a pensar que todos actúan conmigo por como me ven, que tengo una predisposición de que ocurrirán cosas negativas por mi peso... Y miles de cosas así más. En realidad sí que me pasaba todo eso, y quería superarlo. Es difícil cuando toda tu vida has sido demasiado gorda para las delgadas, que te criticaban, y demasiado delgada para las gordas, que minimizan tus sentimientos; al igual que mis amigos y la típica frase de "no estás gorda", que aunque lo hagan con buena intención, es falso. Es difícil cuando tu padre toda la vida te haya estado recalcando lo gorda que estás, aunque él sea el primer gordo; que cada vez que te pusieras algo un poco corto o con lo que se viera algo de la piel, te dijera: "Hay ropa que no son para todos los cuerpos". Es difícil que aunque todos tengamos espejos, te recalquen todos tus fallos. Hay una cosa que tengo grabada en la mente, y es que cuando era pequeña, estaba en el recreo, sola, para variar, y tenía un zumo en la espalda a modo de apoyo contra la pared. Pues bien, se me acercó una niña y me dijo: "¡Qué gorda estás!". Tenía como 5 años, no es justo que me siga acordando. No es justo que haya recibido comentarios así toda mi puta vida.
Luego llega la adolescencia, cuando empiezas a echarte tus primeros novios. ¿Adivinad quién nunca ha tenido novio? y, ¿adivinad por qué? Es justo lo que le estaba diciendo a mi hermano: yo le puedo gustar a alguien, partiendo de la base de que el círculo de personas a las que les puedo gustar es muy reducido, y entonces, ¿qué pasa? Pues que queda muy feo hoy en día admitir que te puede llegar a gustar una persona como yo. No lo voy a negar, yo he tenido mis cosas, y he hecho lo que tenía que hacer y lo que me apetecía en el momento, pero los chicos con los que quedaba o no se lo decían a nadie o eran bastantes pocas personas a las que se lo contaban. Imagínate estar con un chico quedando dos años, sin ser nada porque se supone que no quiere nada serio, no está preparado para algo así, y al mes de dejar de hablar, se echa una novia delgada. Imagínate ahora que estás ilusionada con un chico, que empiezas a pensar que podéis llegar a algo. Pero un día, de un momento a otro, te habla una chica diciendo que esa persona es su novio. Es triste ver que para un calentón sirves pero para algo más no, para que te quieran de verdad, no. Como estas historias, podría contar unas pocas más.
Estas cosas, hacen que empieces a mirarte al espejo y odiar todo lo que ves, hasta el punto en el que evitas mirarte en él, o incluso en los escaparates y el reflejo de los coches cuando vas por la calle. Siento que por culpa de esto, nadie me va a querer jamás, que nadie va a morir en el mar congelado por dejarme a mí en una tabla para que sobreviva, que nadie va a dibujar un graffiti poniendo: Tú y yo, a 3m sobre el cielo... Nadie me va a elegir a mí primero. Y todavía me siento más culpable por no cambiarlo, pero es que por una extraña razón, por más ejercicio que haga y más sano que coma, no veo resultado y me acabo rindiendo.
Escuché que llegaron las demás, y menos mal, porque me estaba hundiendo en mis pensamientos. Me estaba haciendo la dormida, pero Mar saltó sobre mi cama:
– ¡Adivina qué, adivina qué!
–¿Ha venido Rauw Alejandro al campamento?-- Mar se rio.
– Joel nos ha preguntado por ti.
– Sí, seguro.-- África y Coral se sentaron en mi cama. Vaya, ahora mi litera se había convertido en una sala de reuniones.
– ¡Que te lo juro! Nos ha dicho que te tenía que decir algo, y por más que le insistimos para que nos lo dijera, no ha soltado nada.-- Esa era Coral.
–Yo si fuera tú, iba a su cabaña.-- añadió África.
– Y una mierda. No es la cura contra el cáncer, seguro puede esperar a mañana.
–¿Por qué eres así?-- Me preguntó Mar. Yo solo me encogí de hombros– Bueno, hay un cotilleo más: hemos visto a Pamela tirándole la caña al monitor ese... ¿Cómo se llama...? El amigo de tu hermano...
– ¿Massimo?
–¡Sí, ese!-- Solo me pude reír, que patética, ni que alguien como Massimo se fuera a ir con ella. Y no lo digo por el físico, si no por la personalidad. Aunque bueno, visto lo visto me espero cualquier cosa de cualquier hombre– Pero él ha estado ligando con una chica así rubita.
– Sí, Cara. Estaba en mi instituto. Creo que los he visto yéndose juntos– dijo Coral. Pues, bueno, ya sabemos quien era la misteriosa chica.
–Madre mía, ¡qué suerte!, ¡quién cogiera al Massimo ese! Está para mojar pan– no sabía que África era tan atrevida– Te tiene que dejar...
–¡Para! Por dios, es como un hermano para mi.-- Joder, no me podía imaginar a Massimo así.
– Cuánto más hermano, más me arrimo
–Coral, así no era el dicho– menos mal que Mar se lo dijo.-- Además, a ella le gusta más Lucas.-- me miró con cara de pillina. Lo decía porque cuando estuvieron en mi casa, no paraba de decirle lo buenos que estaban los dos. Dejé de ver a Massimo con esos ojos cuando me empezó a tratar igual que mi hermano y cuando me enteré de lo fuckboy que era. Lucas, sin embargo, estaba siempre más pendiente mía, y de vez en cuando me lanzaba indirectas... Pero él también se va con todas, así que no me interesa. Es falso eso de que los hombres maduran con la edad, estos dos tienen 22 años y siguen con mentalidad de niños de 5 años.
– Sabes que no.
– Oye pues Lucas tampoco está mal...
–Madre mía, Coral, ¿tú también eres una salida?-- Se lo zampé. Todas nos reímos.
– En realidad, a mí el que más me gusta es tu hermano, Alma.-- Ves, si yo ya sabía que a África le había molado mi hermano.
–Tienes suerte, eres la única a la que aceptaría como cuñada.
Estuvimos hablando un rato más y nos acostamos. Fin del primer día... había sido bastante intensito.
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Tú, yo y el mar
Teen FictionMis padres me han enviado a un campamento de verano para que supere mis miedos e inseguridades. Mi hermano Dani, es uno de los monitores, junto a sus amigos. No sé qué esperar de esta experiencia, más aun cuando soy un poco antisocial. Gracias a Dio...