|| Cuatro ||

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Cuando conoció a Tom lo primero que pudo hacer fue cuestionarlo, ¿por qué alguien quisiera a un recién graduado con tanto esmero para ocupar un puesto tan importante en el ministerio? Más cuando él ni había mandado la solicitud correspondiente, estaba seguro que habría personas más capacitadas que él.

Aún con eso, no le importó trabajar con él, le daba libertad de horario para su maestría mientras que concluyera con todas las tareas que le pusiera. Sumando al hecho de que, desde la primera vez, fue muy comprensible y dispuesto a apoyarlo.

Había sido sigiloso desde la muerte de sus padres en su último año de Hogwarts, muchas personas se acercaban a él después de enterarse que ya había recibido su herencia y, sobre todo, por su título de Lord. Aún con eso, no entendía porqué, de todas las personas, el Ministro se interesaría en eso.

Harry sólo era un chico que siempre había hecho lo que quería cuando quería, no conocía lo imposible ni las negaciones y siempre cuestionaba todo a favor del conocimiento. Era algo irritante a veces, debía de ser honesto, por lo mismo, sus conexiones y relaciones eran considerablemente pequeñas de las que un Lord debería tener, era inútil en el ministerio.

Y, claro, decir que no le costó hacer todos sus trabajos sería mentir, pero siempre los entregó de la mejor manera posible y un poco antes del tiempo establecido, sonriendo como si eso no hubiera sido nada. Si lo piensa, tal vez también fue la primera persona en alzarle la voz al Ministro y, sobre todo, la primera y última en sobrevivir después de eso.

No entendía todas las consideraciones que el mayor le tenía y le molestaba el hecho de cómo eso le gustaba. Le gustaba tanto que prefería irse a hacer su tesis en la oficina del Ministro porque sabía que, si se iba a saltar una comida, Marvolo ya se encontraba ahí para traerle un almuerzo nutritivo. Debía admitir, después de la muerte de sus padres, no se había sentido tan cuidado como hasta ese momento.

—Harry, —el nombrado levantó su mirada hacia el Ministro, quien se encontraba frente su escritorio (que fue colocado después de que le quitó un día entero el escritorio a Marvolo en pro de hacer su trabajo y su tesis al mismo tiempo) agarrando una hoja de papel en sus manos, leyéndola como si comprobara el contenido de ésta y, al estar satisfecho, levantó sus ojos al menor— hoy tendré que salir al medio día, iré a una junta con el ministro de Escocia.

—Oh. —Según la agenda de Tom, no había nada para esas horas, por lo cual deba ser urgente. Aún con eso, sabía a qué quería llegar, así que sólo sonrió y asintió— No se preocupe, no olvidaré mi hora del almuerzo, me podré recordatorio justo a la una para no olvidarlo —comentó agarrando su varita para hacer un conjuro de alarma, pero, justo antes de que eso pasara, Marvolo agarró su muñeca con suavidad.

—Si puedes esperar a las tres, entonces podríamos ir a un restaurante —comentó el mayor sonriendo.

Trató de no mostrar su sorpresa, pero estaba seguro de que sus facciones lo delataban con facilidad. Siempre habían mantenido sus interacciones dentro del trabajo, aunque el almuerzo solía sentirse más íntimo que sólo estar acompañado con algún compañero.

—Está bien —comentó sonriendo, aceptando la cita discreta que había soltado su jefe.

♣♣♣♣

Sonrió al ver su escritorio lleno de pequeños regalos y un gran pastel en el centro. Marvolo se encontraba sentado con indiferencia en el suyo, dejando que sus compañeros hicieran el ruido que quisieran dentro de su oficina, casi como si fuera lo más normal del mundo y no le molestara.

—¡Felicidades, Harry! —Melissa, una de sus compañeras dentro del equipo de Marvolo, fue la primera en acercarse a él para abrazarlo. Había culminado su maestría con honores y ahora estaba en la espera de que el Departamento de Misterios aceptara su solicitud, por más muecas y ojos en blanco que su actual novio le pusiera para tratar de convencerlo de quedarse como su secretario.

Agradeció todos y cada uno de los regalos que sus compañeros le trajeron, partiendo también el pastel que le habían mandado a hacer con pequeños panqueques en forma de libros flotando a su alrededor. Repartió rebanadas entre sus compañeros y, cuando solo quedaron él y cierta persona más, se separó del grupo para irse al escritorio de su novio, colocando el plato con una pequeña rebanada encima del papel en el que el Ministro centraba su atención.

—¿No hay regalo para tu novio? —cuestionó cuando Marvolo levantó su mirada hacia él— Podría considerar como regalo que les hayas permitido hacer todo esto, pero, ya sabes, soy algo ambicioso.

—Caprichoso, querrás decir —respondió el contrario levantándose de su silla para prestarle atención a su pareja, abriendo los brazos para recibirle entre ellos.

Harry reconoció rápido la señal y se abalanzó hacia su hombre, enterrando su rostro en el pecho del contrario.

—Tienes toda la culpa —se rió, disfrutando de la compañía de su pareja unos momentos antes de separarse—... Entonces, ¿eso quiere decir que sí tengo un regalo de tu parte?

El Ministro solo sonrió, señalando con sus ojos la esquina de su escritorio. Harry siguió la mirada y frunció el ceño, no tardó mucho en abrir la carta a su nombre que se encontraba ahí, leyendo con rapidez todo el contenido de ésta.

—No...

—Felicidades, cariño. —No necesitó más para que volviera a arrojarse a los brazos de su novio, feliz por más de las buenas noticias que estaba recibiendo— Quiero decir que yo no moví nada ahí dentro, el Departamento de Misterios es una pequeña mafia independiente al ministerio...

—Bien, pero no lo tomaré como un regalo —comentó Harry después de separarse de los brazos de Marvolo—. Esto me lo gané con esfuerzo...

—Necesitas encontrar tu regalo —dijo Marvolo sonriendo—, para encontrarlo, necesitas ir al Departamento de Misterios y seguir avanzando en tu tesis.

—Salí de estudiar para estudiar más, qué felicidad —se quejó sin desaparecer su sonrisa.

—Estoy seguro que no será tan malo, verás que será divertido —contestó sonriendo, una sonrisa que era más una burla interna, pero Harry simplemente lo ignoró.

Entonces, según lo mencionando, su regalo estaba perdido en algún año en el pasado. Suponía, porque conocía a Marvolo lo suficientemente bien, que era algo que se encontraba sólo en un tiempo determinado, si lo buscaba en el año actual, estaba seguro que no lo encontraría.

Sonrió de la emoción de aquello que consideraba un nuevo reto. Al final, si termina logrando ir al pasado el suficiente tiempo para buscar algo y regresar cuando él quisiera, sería un nuevo descubrimiento que podría hacerlo ganar algunos premios.

Y premios significaban ser mimado por su novio, así que no se lo perdería por nada.

Primeras veces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora