Otra vez esos sueños volvían a atormentarlo. En aquellas pesadillas Mikoto se iba, lo abandonaba y lo cambiaba por alguien mucho mejor.
No, Minato no quería eso, no sería capaz de soportarlo, no lo soportaría de nuevo. No lo permitiría, Mikoto jamás podría dejarlo, nunca lo dejaría ir, no de nuevo.
Despertó y junto a él Mikoto también lo hizo. Las manos del mayor acunaron su rostro con delicadeza, sus lágrimas fueron secadas y remplazadas por suaves besos y palabras dulces.
Minato poco a poco fue calmando su llanto mientras era envuelto por los brazos de Mikoto, esos brazos le pertenecían, y dentro suyo se repito "mío"
Una vez los lamentos silenciosos del menor pararon este decidió hacer también algo por su novio. Se
levantó de la cama y corrió en busca del pequeño botiquín que mantenían en el baño; cuando lo encontró regresó a la cama junto a Mikoto.Comenzó a curar con cariño cada corte y herida de la espalda del mayor repartiendo besos de vez en cuando robándole risitas traviesas al mayor quien seguía recitando las líneas más dulces y cursis que alguna vez se encargó de interpretar en el taller de teatro de su antigua escuela.
- Y aunque me cueste la vida, juro jamás dejar de amarte, jamás dejar de quererte. Prefiero morir antes de decirte adiós, amor mío.
El mayor jugueteaba con sus dedos mientras recitaba aquellas palabras sin siquiera sospechar lo profundo que aquellas palabras calaban en la mente de su amado.
Prefiero que mueras antes de decir adiós.