Su historia comenzó siendo un desastre; desde que se conocieron en la residencia de orientación de la universidad nunca habían dejado de tener un sin fin de peleas para demostrar sus capacidades y superioridad, incluso después, cuando su rivalidad comenzó a teñírse de amor.
La peor parte de ser compañeros de habitación era el no poder jamás escapar del conflicto. Mikoto había considerado muchas veces en pasar las noches como esas en la habitación de alguno
de sus amigos pero eso solo haría peor su castigo.Cambiar de habitación nunca sería opción. Aunque eso significara aguantar los ataques de menor.
Entró a la habitación despacio, procurando de no perturbar más al menor quien se encontraba sentado a los pies de su cama con un libro que Mikoto le había regalado.
"La calma tan solo es efímera, cuando menos lo esperes caerá la tormenta". Era un poco de lo que hablaba el libro.
Se acercó a su propia cama con la intención de acomodarla para poder descansar un momento. Tan solo un momento para respirar.
El primer golpe que impactó contra su espalda lo dejó sin aliento, el libro que hasta hacía un momento había estado leyendo Minato ahora estaba a sus pies luego de haber sido lanzado con violencia.
Luego otro golpe y otro y otro, dejaron a Mikoto en el suelo, indefenso, tan sólo protegiendo su cabeza. No se defendía, no se quejaba, él simplemente no hacía nada más que soportar todo aquello.
Siempre soportaba todo sin chistar.
Todo terminó en el momento en que aquel portarretratos golpeó su espalda; los vidrios saltaron por todas partes, no sin antes cortar terriblemente gran parte de la espalda del muchacho.
-Lo siento tanto, Minato..
Siempre era el quien debía pedir perdón.