xxi. Hylla

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capítulo veintiuno: hylla

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capítulo veintiuno: hylla.

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CONFISCARON LA DAGA DE FIONA, por lo que ella no estaba contenta. Marchando por los tantos tramos de escaleras, miró a las espaldas de las amazonas con la esperanza de algún poder de Plutón que las hiciera estallar en llamas negras, como cada vez que mataba monstruos. Pero no, no sucedió, lo que empeoró su estado de ánimo. Emergieron en una caverna tan grande que habían podido caer cinco campamentos Júpiter. Luces fluorescentes brillaban desde el techo de la roca, cintas transportadoras serpenteaban a través de la habitación como toboganes de agua que transportaban cajas en todas direcciones, junto con pasillos de estantes de metal que se extendían para siempre, todos apilados en cajas de mercancías. Las grúas zumbaban, los brazos robóticos zumbaban, todo lo cual plegaba cajas de cartón, empaquetaba envíos y subía y bajaba cosas de las cintas. Algunos estantes eran tan altos que solo se podía acceder a ellos mediante escaleras que atravesaban el techo como las luces del escenario en el teatro. Los únicos seres humanos alrededor que Fiona podía ver, eran mujeres con trajes de seguridad negros que patrullaban las escaleras y algunos hombres con trajes naranjas, como uniformes de prisión, que conducían carretillas elevadoras por los pasillos, entregando más cajas. Los hombres llevaban collares de hierro alrededor del cuello.

Hazel estaba furiosa.—¿Tienen esclavos?

—¿Los hombres?—Kinzie resopló.—No son esclavos. Simplemente conocen el lugar. Ahora, muévanse.

Cuando Fiona recuperara su daga, Kinzie sería la primera a la que apuñalaría. Caminaron tanto que sus pies comenzaron a doler, y luego Kinzie simplemente abrió un segundo juego de grandes puertas dobles y los condujo a otra caverna, tan grande como la primera.

—¿Qué demonios?—Fiona frunció el ceño.—Está bien, estoy segura de que ni siquiera el Inframundo es tan grande.

Kinzie sonrió, engreída.—¿Admiras nuestra base de operaciones?—Fiona fue a decir que no, que solo estaba haciendo un comentario, pero fue interrumpida.—Sí, nuestros sistemas de distribución mundial. Tomó muchos años y la mayor parte de nuestra fortuna construirlo. Ahora, finalmente, estamos obteniendo ganancias. Los mortales no se dan cuenta de que están financiando el reino de las Amazonas. Pronto, seremos más ricas que cualquier nación mortal. Entonces, cuando los débiles mortales dependan de nosotras para todo, ¡la revolución comenzará!

—¿Qué van a hacer?—Frank gruñó.—¿Cancelar los envíos gratis?

Una guardia golpeó la empuñadora de su espada contra su estómago. Percy trató de ayudarlo, pero dos guardias más lo empujaron hacia atrás a punta de espada.

—Aprenderán a respetar.—dijo Kinzie.—Son hombres como tú los que han arruinado el mundo de los mortales. La única sociedad armoniosa es dirigida por las mujeres. Somos más fuertes, más sabias——

wreak havoc ━ percy jackson. (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora