ESPÍRITU

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Pasaron varios días luego de aquellos sucesos, si despertaba de noche, debía ir a pararme frente al espejo a ver un rostro vacío. Sin embargo, una noche en particular, desperté sediento así que fui de camino a la cocina en busca de agua Hasta que me di cuenta que, ¡alguien estaba ahí!

Al principio pensé que era mi madre pero

¿¡Qué hacía ella a la media noche, con las luces prendidas!?

Me asomé a la puerta, observé a una señora de espaldas preparando algo de comer, ya de una edad algo avanzada, con un aspecto oscuro algo dejado.

¡¡¡ESTABA YA MUY ASUSTADO Y YA SABÍA QUE NO ERA UN SUEÑO!!!

Pero no podía dejar de observarla, por alguna extraña razón me seguía llamando la atención, hasta que ella notó mi presencia - Lo que está en esta olla es exclusivo para ti, ¡ven pruébalo! Exclamó la señora con una voz suave, pero seguía de espaldas.

Accedí y entré lentamente, tomé asiento y guardé silencio por un momento. Hasta que decidí romper el hielo preguntando:

-¿Quién eres? - Ella de inmediato dejó lo que estaba haciendo, giró sin yo poder ver su rostro por la oscuridad, respondiendo

-Soy una persona tranquila ¡me encanta la paz y las mañanas tranquilas! – Respondió tranquila, hasta que se alteró y acercándose lentamente hacía mí, agregó – Dime tú ¿eres una persona tranquila? ¡Porqué lo único que noto es a unos intrusos en mi hogar, perturbando mi paz!

-¡Estaba tan asustado y mi corazón latía mil por horas! mientras ella se acercaba, iba diciendo – ¡¡¡Todo aquel que se atreva a acercar a mi hogar, estará condenado a sufrir lo mismo que yo!!!

¡¡¡ELLA NO TENÍA ROSTRO!!!

¡Cuando la tuve de frente, no tenía nada más que su cabellera! en ese momento salí corriendo del lugar y fui directo a despertar a mi madre, pero cuando lo hice, noté que ella ¡YA SE HABÍA QUEDADO SIN ROSTRO!

Igual que mis hermanas e incluso los perros, yo no entendía nada y de la desesperación, a media noche empecé a gritar de la desesperación, a golpear las paredes, a desquitarme con todo lo que encontraba en la pieza de mi madre. Hasta que en uno de los tantos golpes, hallé un descubrimiento.

De una pared noté que había un hueco, así que con un martillo decidí romperlo; En ella encontré unas siete fotos antiguas de la señora, con sus hijos y un señor, que supongo yo que sería el marido, en esta casa. También encontré unas flores muertas, una llave de color negro y un tótem.

La Maldición del Barrio SalinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora