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Charles

—Charles

—Dime, linda.

—Sácame de aquí, por favor.—Me pidió soltando un sollozo, no era la Audrey que había conocido hace unos días, ella era una Audrey totalmente distinta, la pequeñez que mostraba hacia que mi corazón se me encojiera, además que a veces las personas tenemos problemas reales que a los demás no les importa, no podía dejarla sola, no ahora.

—Ven.—La ayude a levantarse del suelo, los ojos seguían rojos, sus manos ya habían parado de temblar, lo difícil ahora sería sacarla de aquí sin que los de la prensa nos vieran, o más bien la vieran en ese estado.—¿Traes tu auto?

Ella solo asintió se mordía levemente el labio mostrando que aún estaba asimilando lo que había pasado.

—¿Quieres que le hable a tus padres? —Ella negó y mire como sus ojos de nuevo parecían ponerse vidriosos. —Tranquila, yo te llevare a tu casa, ¿esta bien? —Ella volvió a asentir, parecía que las palabras nada más no salían, me sentía mal por verla en ese estado, en definitiva no era aquella que no paraba de hablar de la emoción cuando corrió en aquel circuito. —Espérame aquí.

Salí del baño cuidando que nadie me viera, por que además era un baño de mujeres, visualice rápidamente a Vettel y me acerque a él.—Vettel, ¿te puedo pedir un favor?

—Leclerc, por supuesto. ¿Que pasa?

—Necesito que cuando te vayas te lleves mi auto, tengo que salir pero no me puedo llevar el mio.

—Esta bien, pero seguro que todo esta bien.

—Si, te veo mañana. Gracias Sebas.—Regrese al baño y ella seguía igual como la había dejado. —Ven aquí, vamos a salir por detrás del hotel.

La tome de la mano mientras la guiaba, ya conocía el camino ya que en ocasiones anteriores ya había estado en este hotel, salimos siendo los más discretos, en el estacionamiento enseguida estaba su auto, la subí en la parte del copiloto y me dirigí al asiento del piloto, le pedí la dirección de su casa, ella me dio el teléfono con el GPS.

Al llegar a su casa, me baje del auto para rodearlo para abrir la puerta del copiloto, la ayude a bajar tomándola de la mano, quien de inmediato me guió a la casa, al entrar ella seguía sin decirme alguna palabra, ella parecía ahora estar apenada por la situación más cuando aún seguíamos tomados de las manos, quito lentamente su mano de la mía.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —Pregunte cuidando el tono para que no pensara que la forzaria a contarme.

—Yo..yo quiero cambiarme y te contare. ¿Me esperas?

—Por supuesto.

En ese instante subió por las escaleras me acerque a lo que es la sala tomé asiento mientras la esperaba, saqué mi teléfono para asegurarme de que no nos hayan tomado fotos y las hayan filtrado, pero afortunadamente no había nada, enseguida escuché que bajaba las escaleras y se acercaba a mi, tomó asiento al otro extremo del sillón en el que yo estaba sentado.

—Bien.—Suspiro mientras movía sus manos nerviosa.

—Tranquila, si no quieres no hay problema.—Sus ojos se ponían de nuevo vidriosos.

—Es que, siento que voy a colapsar si no lo digo, hace algún tiempo empecé con ataques de pánico, de los cuales nadie sabe, solo algunos, al principio tomé medicamentos para controlarlos, pero debía aprender a controlarlos sin los medicamentos pero como ves no lo puedo hacer, mis papás son quienes me ayudan por lo regular ellos siempre están a excepción de una ocasión que estuvo mi ex novio.—Su voz se le entrecortada sus lagrimas comenzaron a salir.—Todo iba bien, excelente creo yo. Pero solo que en las entrevistas empezaron a hacer preguntas que para mi ser no debían ni siquiera ser preguntadas, acerca de como me he sentido en mi ruptura pero era claro que no lo iba a decir como me sentia por que es algo que aun estoy superando, en como la presencia de mi padre influye en mis proyectos y que prácticamente todo lo que he hecho ha sido gracias a él. —Suspiro y limpio las lágrimas que aún seguian saliendo.

Afterglow, Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora