𝑷𝑹𝑶́𝑳𝑶𝑮𝑶

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Park dejó un beso sobre la frente de su lindo omega, los azulados ojos de Jungwon lo miraron con súplica.

─ Volveré antes de lo que crees, cachorro. ─ el castaño se inclinó hacia él, juntando sus frentes y frotando sus narices lentamente, Jungwon dejó un pico en sus labios que hizo reír un poco al alfa. ─ Te amo, pequeño. ─ le recordó, acarició su mejilla con su pulgar, y dejó un último y cálido beso en los esponjosos labios del omega, quien correspondió con un amargo sentimiento en el pecho.

Nunca le gustó que su Sunghoon viajara constantemente para esas competencias de baile, pero al alfa le daban tanta felicidad, que no podía negarselas.

Llevaban ya cuatro años de relación, y hacía tres que compartían el lazo, pero el alfa bailaba desde pequeño, de alguna forma, el baile estaba antes que Jungwon.

No eran predestinados, y en realidad, ninguno de los dos creía que todavía existieran, para ellos eran viejas leyendas y cuentos de niños.

─ Llama a Heeseung si necesitas algo, pequeño, ¿Si?

Jungwon asintió, algo cansado del mismo verso cada vez que se marchaba.

Heeseung era el mejor amigo de ambos, también Alfa, aunque tenía menos instintos que una piedra, era quien acompañaba a Jungwon si Sunghoon no podía hacerlo, y lo había escuchado gruñir o liberar su olor sólo cuando un alfa desconocido se le acercaba demasiado, pero luego de esos momentos, parecía que el peliazul ni siquiera tenía un lobo.

Sunghoon dejó el hogar que compartían una vez más, despidiéndose con su mano y con una sonrisa, rumbo al aeropuerto, y Jungwon se quedó en casa, respirando el aroma a madera y coco que había dejado el castaño mientras podía, porque sabía que el olor a tristeza y soledad que iba a comenzar a liberar sus hormonas lo haría notarse cada vez menos.

Pasaron un par de horas, y Sunghoon le mandó un último mensaje de que ya estaba por subir al avión y varios corazones, al que respondió con sus mejores deseos para que pase bien y que llamara cuando llegara.

Con una ligera sonrisa, se puso a hacer una rápida cena, un simple ramen instantáneo que agregó un par de verduras, algo de carne y un poco del picante que siempre le gustó.

Soltó un siceó de dolor y soltó la cuchara para llevar una mano a su cuello, sobre su marca, que había comenzado a arder, sintió al lobo de Sunghoon llorar, el suyo también comenzó a llorar, sonidos lastimero surgieron de sus labios y sus ojos se llenaron de lágrimas, sus piernas se sintieron débiles y cayó al suelo, golpeándose el trasero con fuerza, aunque apenas sintió ese dolor, porque todo su cuerpo parecía arder y el aire comenzó a faltarle, comenzando a toser y a respirar con desesperación, una mano apretaba su marca y otra su pecho, sobre su corazón, ambas dolían más que todo lo demás.

Lloró de dolor y cuando su mente pensó un simple “Sunghoon” supo que todo estaba mal, comenzó a negar, repitiendo un “No“ constante mientras lloraba con pena.

Su tortura fue de menos de un minuto, quizás apenas veinte segundos, pero se sintieron horas, y cuando todo pasó se sintió completamente vacío y su lobo aullaba en soledad

Continuó negando, simplemente no podía ser, su alfa no podría haberlo dejado, no.

・⁠・⁠・

Interrumpimos la transmisión normal para dar esta trágica noticia de último momento...

Heeseung frunció el ceño y miró a la televisión con algo de molestia, se supone que ese rato era la media hora de música que a él le encantaba y que sólo por eso le daba rating a ese canal de noticias.

El vuelo con destino a Nueva York, partido desde Busán a las once de la mañana tuvo un trágico accidente causado por una falla masiva en sus motores...

Heeseung alzó las cejas y su boca se abrió de golpe, buscó su celular para llamar a Jungwon.

─ Por favor, que no, por favor que no.

Tanto la tripulación como los pasajeros murieron, hasta ahora no se ha encontrado ningún sobreviviente.

Heeseung ahogó un sollozo.

─ Jungwon, atiende...

𝗢𝗨𝗥 𝗟𝗔𝗦𝗧 𝗗𝗔𝗬𝗦 » 𝗷𝗮𝘆𝘄𝗼𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora