Salgo del cine. Acabo de tener una especie de cita con uno de los chicos que me gustan. Pero en cuanto cruzo la puerta, un sentimiento de culpa y traición me invaden.
Aún me gusta mi ex, demasiado, lo que viví con él sé que nadie va a poder igualarlo y mucho menos superarlo. Es duro porque trato de pasar página cuanto antes, así mi cabeza por fin se callará.
Decido mandarle un mensaje, pero un mensaje que no diga mucho, que no muestre mucho interés.
"Hola". Lo ha recibido, pero seguramente no conteste pasado un rato así que decido apagar y guardar el móvil.
Mi cita aún sigue en el cine, dijo que esperaría a su hermana pequeña, que se encontraba en otra sala.
De repente mi teléfono sonó, y unas cuantas mariposas se alteraron en mi estomago al imaginar quien era. No era él. No era mi ex.
Las mariposas se transformaron en una emoción que me hizo sonreír sin quererlo, un compañero de clase era quién me había escrito. Era un chico guapísimo, al menos esa era mi opinión.
Al darme cuenta de esa tonta sonrisa mi cabeza se llenó de preguntas. ¿También me gustaba? Y si ese era el caso, ¿debía esperar a que las cosas se arreglasen con mi ex y no jugármela a experimentar con otra persona y terminar mal, o debía seguir intentándolo con la persona con la que acababa te tener una cita? ¿Acaso el chico de clase me gustaba más que los otros dos o simplemente era un capricho?
En ese momento lo supe.
Solo se que existo.
