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Jungkook acomodaba su cabello con sus dedos inclinando su cabeza de un lado para otro. Solo no parecía lograr lo que quería hoy. Soltó un alto suspiro. Su cabello de cualquier manera hacía lo que quería y aparentemente él no tenía nada que decir en el asunto.

Esperaba verse especialmente bien y bonito hoy. Jimin y él habían estado viviendo juntos desde hacía un mes y Jungkook había planeado algo especial para celebrarlo.

Hasta ahora, vivir con Jimin era maravilloso. La dinámica de su relación había pasado momentos duros al principio. Jungkook no estaba acostumbrado a reportarse con nadie. No podía contar el número de veces que había olvidado decirle a Jimin dónde iba a estar, solo durante la primera semana.

Jimin había entendido pero había mostrado su malestar muy claramente. Nunca le había gritado y ciertamente no había sido violento físicamente. Solo usaba una fuerte y seria voz y hacía que Jungkook se sintiera de diez centímetros de alto.

Jungkook pronto aprendió a decirle a Jimin donde fuera que él estuviera. Después de un tiempo se acostumbró a eso y ahora rara vez lo olvidaba. Ayudó mucho que Jimin entendiera que aún seguía en entrenamiento, como Jimin le decía a eso.

Cuando Jungkook había llamado a Jimin hoy temprano y le había dicho que tenía un recado que hacer pero que no podía decirle exactamente a dónde iba ir porque era una sorpresa, Jimin le dijo que solo quería que Jungkook se reportara con regularidad.

Esa era una de las cosas que Jungkook amaba de Jimin. Él no era cruel acerca de ser el dominante en su relación. Jimin solo quería saber lo que él estaba haciendo. En lugar de hacer que Jungkook se sintiera mal, la actitud de Jimin lo hacía sentir que a alguien le importaba lo que le sucediera.

Claro, la paciente actitud de Jimin, no era la única cosa que Jungkook amaba de él. Su vida sexual era fenomenal. Jimin parecía estar realmente obsesionado con Jungkook y Jungkook no podía quejarse ni un poco de eso. No podía ser más feliz.

E increíblemente, las veces que ellos se acurrucaban eran incluso mejores. A Jimin le gustaba acurrucarse en el sofá, en la cama, en la bañera, en cualquier lugar. Estaba constantemente alcanzando a Jungkook y sosteniéndolo cerca. Jungkook amaba cada minuto de eso.

Ahora, si solo pudiera encontrar la manera de mantener a Jimin fuera del pastel de chocolate antes de que estuviera listo, su vida sería genial. Jimin no había bromeado cuando dijo que le gustaba el chocolate. Jungkook estaba muy seguro que era el segundo lugar en la lista de obsesiones de Jimin. El amor de Jimin por el chocolate hacía la sorpresa de Jungkook perfecta para su celebración... pintura de cuerpo comestible.

Pasó sus dedos por su cabello una última vez, y se dirigió a la cocina. Necesitaba preparar la cena de Jimin y llevársela. Además, no había visto a Jimin en todo el día y lo extrañaba.

Bajando las escaleras y cruzando la calle, se maravilló de lo conveniente que era vivir tan cerca del trabajo de Jimin. Además del hecho de que Jungkook podía visitarlo y ver a Jimin cuando quisiera, Jimin iba a casa a visitarlo... muy seguido.

Jungkook inclinó la cabeza hacia Max cuando entró al club. Saludó con un movimiento de la mano a Wook, el barman, y unos cuantos de los clientes regulares. Desde que Jimin lo había reclamado, la gente parecía ser de cierta manera más amistosa.

Jungkook subió los escalones rápidamente. Tocó a la puerta de Jimin y entró.

—Te traje algo para comer, —le dijo mientras cruzaba el cuarto hacia el gran escritorio de roble—. ¿Tienes hambre?

Jimin se recargó en su silla. Pasó su mano a través de su cabello y gruñó. Jungkook levantó una ceja. Jimin parecía un poco desanimado. Líneas de frustración cruzaban su frente. Las mangas de su camisa estaban arremangadas y tenía una marca de pluma cerca de su labio inferior.

𝐿𝑙á𝑚𝑎𝑚𝑒 𝑠𝑒ñ𝑜𝑟 ; 𝐽𝑖𝑘𝑜𝑜𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora