A pesar de todo, es amable.

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Cuando aquel "demonio" se sacó aquel extraño objeto no pudo evitar sentirse asustado. Porque se dio cuenta que aquellos ojos verdes eran una ilusión de aquel objeto.

El demonio no tenía ojos, solo cuencas vacías en su rostro de inmortal. Aquello le sorprendió pues no esperaba esa sorpresa.

Al despertar se hallaba en otro lugar. Que no era tan extraño estar, solo se encontraba en aquel claro, su rostro iluminado por la luz solar que le provocaba un ligero dolor de cabeza.

Cuando quiso cubrirse sus ojos algo lo cubrió del sol poniendolo alerta. Se sentó viendo al demonio que lo veía con una hermosa sonrisa. Aún así no se confió, incluso si aquello le acercaba los baldes que se le había caido. Pues cuando aquel "hablaba" las palabras no se formaban como humanas sino huecas como si fueran arrancadas pero nunca formadas.

Viendoló más cerca, no había nada que podría ayudarle a hablar. Igual que sus ojos, tampoco había una lengua en su boca.

Se paró apuntando a la criatura con aquel pedazo de madera. Trató de huir pero sus piernas fallaron, y lo siguiente que supo fue que las frías manos del ser demoníaco lo sujetaban en un extraño abrazo.

Extraño, porque hace tanto tiempo nadie le daba uno. Ni siquiera su shijie, que solía llevarlo de la mano a todo lugar, le había dado uno pues quería esperar que ambos fueran mayores. La extraña muestra de cuidado era raro, que lo dejó extrañado.

Pudo separarse y con cuidado irse del lugar. Mas incluso cuando sus shixiongs lo castigaron por llegar tarde, no pudo olvidar las frías manos que lo ayudaron.

El maestro del bosque de bambúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora