Extra 1: ¿Crees que no me di cuenta?

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La prisión del nuevo gobernador tenía un lugar secreto donde solo una persona podía tener el "honor" de estar. Alguien colgado y que a pesar del tiempo de castigo aún parecía tener fuerzas para escupir en la cara del rey.

Cada vez que el gobernador entraba la  locura de aquella persona, único sobreviviente de la extinta Cang Qiong, se podía escuchar por segundos.

El señor del pico Qing Jing incluso sin extremidades aún tenía la osadía de provocarle a quien todos temían provocarle.

- Bestia, ¿acabaste de jugar a la casita con ese espectro?

Los ojos del medio demonio brillaron en advertencia mientras bajaba los escalones para ver a ese desastroso ser.

- ¿Crees que eras más listo que tu maestro? Estás muy equivocado. Sé porqué atacaste primero, una patética desesperación solo para ver a un fantasma.

Las palabras eran como agujas para una parte de su consciencia. Sacó su espada ante sus provocaciones, mas no la acercó a aquella masa de carne.

- Espero que tu fantasma reencarné y que todos vean tu maldito final, bestia. Después de todo, si tu ya sabes la verdad ¿cuánto crees que tarde en llegar a saberlo también?

Las provocaciones acabaron con su paciencia. Nadie de aquella secta era digno de perdón, las ratas debían desaparecer si tenían la fortaleza de tentar a su depredador. Sus ojos brillaban, como los de un animal,  igual que su espada mientras partía a la mitad al "cultivador" matándolo al instante y dandole la espalda para irse del lugar. Debía regresar a lado de su verdadero maestro, aquel que residía en el único claro de naturaleza que existía en la antigua y hoy destruida secta.

El maestro del bosque de bambúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora